Ocho estrategias preferidas por el demonio

¿En qué principalmente gasta su tiempo el diablo, metafóricamente hablando?

1. Elaborando y distribuyendo caricaturas repugnantes de Dios

* Su naturaleza está sellada por la mentira: “[…] El diablo ha sido un asesino desde el principio. No se mantiene en la verdad, y nunca dice la verdad. Cuando dice mentiras, habla como lo que es; porque es mentiroso y es el padre de la mentira” (Juan 8,44).

* En el comienzo mismo de la Historia, lo primero que hace es calumniar a Dios: “¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?” (Génesis 3,1)

* Quiere presentar la virtud como imposible, y el pecado como fácil. Por ello Cristo tiene que advertir: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella” (Mateo 7,13).

2. Cuando el demonio no está desfigurando lo que sabemos de Dios, está tratando de convencer a todos de que él mismo no existe.

* Por eso la Biblia describe su acción como la de una bestia “astuta,” ágil e inteligente para esconderse y sin embargo actuar (Génesis 3,1).

* San Pablo advierte sobre un escondite frecuente del enemigo del alma: “ Con esto no quiero decir que el ídolo tenga valor alguno, ni que la carne ofrecida al ídolo sea algo más que otra carne cualquiera.Lo que digo es que cuando los paganos ofrecen algo en sacrificio, se lo ofrecen a los demonios, y no a Dios, y yo no quiero que ustedes tengan nada en común con los demonios.” (1 Corintios 10,19-20).

* Tal vez el primero en decirlo expresamente fue Charles Baudelaire: “La mayor astucia del demonio es hacernos creer que no existe.” Ese pensamiento lo han ratificado teólogos serios como José Antonio Sayés, y expertos sobre exorcismo como Valter Cascioli.

* Por eso también en Audiencia del 15 de noviembre de 1972, el Papa Pablo VI afirmó expresamente lo que, obstinadamente niegan todavía hoy algunos sacerdotes. Dijo el Papa:

El mal no es solamente una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y perversor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien se niega a reconocer su existencia; o bien quien hace de ella un principio que existe por sí y que no tiene, como cualquier otra criatura, su origen en Dios; o bien la explica como una pseudorrealidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias.

3. Lo tercero que busca el demonio es obsesionarnos con que TODA nuestra felicidad vendría si tuviéramos X o hiciéramos Y

* En ese sentido destaca San Pablo la gravedad de la codicia y de otros deseos obsesivos: “Hagan, pues, morir todo lo que hay de terrenal en ustedes: que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos, ni se deje llevar por la avaricia (que es una forma de idolatría).” (Colosenses 3,5)

* Y también: “Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos.” (1 Timoteo 6,10)

* Así también, cuando el pecado original, el demonio ofrece algo, en este caso, el gfruto prohibido del árbol (Génesis 3,6).

4. Lo cuarto que busca el diablo es mantenernos perpetuamente distraídos, superficiales, cómodos, egoístas y frágiles.

* Es el estilo de vida de aquel rico que banqueteaba cada día sin tiempo ni capacidad de ver al pobre que agonizaba a la propia puerta de su casa. (Lucas 16,19-31)

* Cristo advierte de este peligro en la Parábola del Sembrador cuando se refiee a las zarzas que ahogan a la buena semilla. Una frase clase es esta: “La semilla sembrada entre espinos representa a los que oyen el mensaje, pero los negocios de esta vida les preocupan demasiado y el amor por las riquezas los engaña. Todo esto ahoga el mensaje y no lo deja dar fruto en ellos.” (Mateo 13,22)

* El ruido y oropel del mundo es propio de Babilonia, la Grande, ciudad que representa en el Apocalipsis al tejido de complicidades que el demonio ha tejido en la Historia humana. Al respecto conviene leer Apocalipsis 18.

* Al respecto, escribe con claridad el Papa Francisco:

En todos los momentos de la historia están presentes la debilidad humana, la búsqueda enfermiza de sí mismo, el egoísmo cómodo y, en definitiva, la concupiscencia que nos acecha a todos. Eso está siempre, con un ropaje o con otro; viene del límite humano más que de las circunstancias. Entonces, no digamos que hoy es más difícil; es distinto. Pero aprendamos de los santos que nos han precedido y enfrentaron las dificultades propias de su época. Para ello, os propongo que nos detengamos a recuperar algunas motivaciones que nos ayuden a imitarlos hoy. (Evangelii gaudium, 263)

5. En quinto lugar, el demonio trata de quebrarnos, alternando la altura de la soberbia con el abismo del asco de uno mismo.

* Nuestra época está enferma a la vez de arrogancia, fruto y raíz del cinismo, y de depresión, fruto y raíz de la soledad egoísta que nos invade.

* Por eso los hombres de nuestro tiempo quieren definir por sí mismos qué es lo bueno y qué es lo malo. Comentaba al respecto el entonces Prefecto para la Doctrina de la Fe, Card. Joseh Ratzinger:

Pero los límites del subjetivismo están a la vista: aceptar incondicionalmente el relativismo, tanto en el ámbito de la religión como en lo referente a las cuestiones morales, lleva a la destrucción de la sociedad. El aumento progresivo del racionalismo lleva a la destrucción de la razón misma, instaurándose la anarquía: al convertirse cada individuo en una isla de incomunicabilidad, las reglas fundamentales de convivencia desaparecen. Si compete a las mayorías definir las reglas morales, una mayoría podrá imponer mañana reglas contrarias a las de ayer. Hemos vivido ya la experiencia del totalitarismo, en el que es el poder quien fija autoritariamente las reglas morales. De este modo, el relativismo total desemboca en la anarquía o en el totalitarismo. (Entrevista publicada en Le Figaro, el 17 de Noviembre de 2001)

* No es extraño que de tal anaruía y autodestrucción se pase prontamente a la depresión, como observa el Papa Francisco:

Así se gesta la mayor amenaza, que «es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad». Se desarrolla la psicología de la tumba, que poco a poco convierte a los cristianos en momias de museo. Desilusionados con la realidad, con la Iglesia o consigo mismos, viven la constante tentación de apegarse a una tristeza dulzona, sin esperanza, que se apodera del corazón como «el más preciado de los elixires del demonio». (Evangelii gaudium, 83)

6. En sexto lugar, el demonio intenta confundirnos y que perdamos el sentido de la verdad con una serie infinita de preguntas.

* Es agudo el comentario que escribía hace unos años Julián Marías, mucho antes de que se empezase a ahblar de la post-verdad, los hechos alternativos y las fake news:

Probablemente lo más grave que sucede en el mundo actual, aunque no lo parezca ni sea melodramático, es el descenso del sentido de la verdad. Hay individuos, grupos, organizaciones, cuya profesión es la mentira; a ella se dedican, la cultivan metódicamente, la difunden. Con eso hay que contar, y no se está en claro sobre lo que se puede y debe hacer.

* Comenta el Papa Benedicto XVI:

En efecto, la verdad es «lógos» que crea «diá-logos» y, por tanto, comunicación y comunión. La verdad, rescatando a los hombres de las opiniones y de las sensaciones subjetivas, les permite llegar más allá de las determinaciones culturales e históricas y apreciar el valor y la sustancia de las cosas. La verdad abre y une el intelecto de los seres humanos en el lógos del amor: éste es el anuncio y el testimonio cristiano de la caridad. En el contexto social y cultural actual, en el que está difundida la tendencia a relativizar lo verdadero, vivir la caridad en la verdad lleva a comprender que la adhesión a los valores del cristianismo no es sólo un elemento útil, sino indispensable para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral. Un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales. De este modo, en el mundo no habría un verdadero y propio lugar para Dios. Sin la verdad, la caridad es relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado. (Caritas in veritate, 4)

* Dicho más brevemente: sin la sensibilidad hacia lo verdadero, el amor mismo queda reducido a sentimiento, o emnos aún: emoción, pasión fugaz, capricho. Y Dios, en tal escenario, no cabe con su soberanía y majestad pues, a lo sumo, es un pensamiento o gusto para consumo privado.

* De nuevo conviene citar al Papa Ratzinger:

Aquí me vienen a la mente unas palabras que Sócrates dijo a Fedón. En los diálogos anteriores se habían expuesto muchas opiniones filosóficas erróneas; y entonces Sócrates dice: «Sería fácilmente comprensible que alguien, a quien le molestaran todas estas opiniones erróneas, desdeñara durante el resto de su vida y se burlara de toda conversación sobre el ser; pero de esta forma renunciaría a la verdad de la existencia y sufriría una gran pérdida».Occidente, desde hace mucho, está amenazado por esta aversión a los interrogantes fundamentales de su razón, y así sólo puede sufrir una gran pérdida. (Discurso en Ratisbona, el 12 de septiembre de 2006)

7. En séptimo lugar, el demonio intenta decirnos que todo combate por el bien es inútil, para hundirnos en la tristeza y desánimo.

* Es lo que los Papas recientes han llamado la crisis de la virtud de la esperanza, como preludio de un nihilismo suicida.

* Con su estilo pedagógico bien conocido, el Papa Bendicto XVI introduce magníficamente el tema y el problema:

Hemos de fijarnos en los elementos fundamentales de la época moderna. Estos se ven con particular claridad en Francis Bacon. Es indiscutible que –gracias al descubrimiento de América y a las nuevas conquistas de la técnica que han permitido este desarrollo– ha surgido una nueva época. Pero, ¿sobre qué se basa este cambio epocal? Se basa en la nueva correlación entre experimento y método, que hace al hombre capaz de lograr una interpretación de la naturaleza conforme a sus leyes y conseguir así, finalmente, « la victoria del arte sobre la naturaleza » (victoria cursus artis super naturam). La novedad – según la visión de Bacon– consiste en una nueva correlación entre ciencia y praxis. De esto se hace después una aplicación en clave teológica: esta nueva correlación entre ciencia y praxis significaría que se restablecería el dominio sobre la creación, que Dios había dado al hombre y que se perdió por el pecado original.

Quien lee estas afirmaciones, y reflexiona con atención, reconoce en ellas un paso desconcertante: hasta aquel momento la recuperación de lo que el hombre había perdido al ser expulsado del paraíso terrenal se esperaba de la fe en Jesucristo, y en esto se veía la « redención ». Ahora, esta « redención », el restablecimiento del « paraíso » perdido, ya no se espera de la fe, sino de la correlación apenas descubierta entre ciencia y praxis. Con esto no es que se niegue la fe; pero queda desplazada a otro nivel –el de las realidades exclusivamente privadas y ultramundanas– al mismo tiempo que resulta en cierto modo irrelevante para el mundo. Esta visión programática ha determinado el proceso de los tiempos modernos e influye también en la crisis actual de la fe que, en sus aspectos concretos, es sobre todo una crisis de la esperanza cristiana. Por eso, en Bacon la esperanza recibe también una nueva forma. Ahora se llama: fe en el progreso. (Spe salvi, 15.16)

* En frase que ha hecho carrera, la II Asamblea Especial de los Obispos de Europa, afirmó en 1999: “El hombre no puede vivir sin esperanza: su vida, condenada a la insignificancia, se convertiría en insoportable.” Condenado a la futilidad, a ser una “pasión inútil” (Jean Paul Sartre), simplemente “arrojado a la existencia,” simple “ser para la muerte"(Martin Heidegger), sólo le queda resistir y perdurar en su absurda existencia, como Sísifo (Albert Camus).

* El P. Enrique Cases presenta con trazo vigoroso el diagnóstico:

En el racionalismo se pierde el ser, se reduce la verdad a certeza, se construyen sistemas mentales ajenos, más o menos, a la realidad. Los frutos de esos racionalismos son los ateísmos del siglo XX y la impotencia para plantearse la conquista de la verdad en la posmodernidad. Pero el paso siguiente es el nihilismo. Este nihilismo encuentra una cierta confirmación en la terrible experiencia del mal que ha marcado nuestra época. Ante esta experiencia dramática, el optimismo racionalista que veía en la historia el avance victorioso de la razón, fuente de felicidad y de libertad, no ha podido mantenerse en pie, hasta el punto de que una de las mayores amenazas en este fin de siglo es la tentación de la desesperación.

8. Si todo lo anterior falla, el demonio intenta asustarnos con muestras o amenazas de dolor, persecución o aislamiento infinito

* La persecución abierta es lo que vemos en el auto-denominado Estado Islámico. Pero es también el proceso de exclusión forzada de la fe, primero de la esfera pública, tanto académica como legal; luego, de la educación y el arte; luego de la familia.

* Persecución que impide a los padres educar a sus hijos según su conciencia y sinceras convicciones.

* Persecución que normaliza el crimen (caso del aborto legal, libre y gratuito) y luego llega a criminalizar a quien quiera impedir la muerte del inocente (legislación ad hoc para impedir los supuestos “escraches” a quienes deseen ejercer el “derecho” de abortar.

* Persecución que llena de demandas los despachos de los obispos que pretendan enseñar la fe católica en su integridad.

* Persecución que abruma con amenazas y multas a quienes quieran salirse del pensamiento único.

* Persecución que trata de estandarizar a los jóvenes por vía de la presión social del ridículo.

* Persecución que, por supuesto, incluye secuestro, tortura y muerte de laicos, sacerdotes y obispos.

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