¡LEJOS, qué lejos de mis fieles manos
palpitas, vives, sueñas o me olvidas,
mientras tiene aún tus gracias retenidas
mi corazón de sueños sobrehumanos!
¡Qué inaccesibles, qué altos, qué lejanos
tus ojos, tus designios, tus huidas,
mientras tengo aún las manos encendidas
en el rescoldo de mis sueños vanos!
Lejos… ¡qué lejos…!, ¡qué imposible hallarte
así como tú eres, a mi lado
y, acaso, nunca volveré a tenerte…!
Mas yo espero poder eternizarte
con este amor que el sueño me ha forjado
por el que nunca puedo ya perderte…
Bartolomé Llorens
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