Oficio de Lectura - Sobre los bienes de la paciencia - San Cipriano, Obispo Mártir de Cartago (+258 dC)



OFICIO DE LECTURA - SÁBADO DE LA SEMANA I - TIEMPO DE ADVIENTO
Del propio del Tiempo. Salterio I

V. El Señor anuncia su palabra a Jacob.
R. Sus decretos y mandatos a Israel. 

SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de San Cipriano, Obispo y Mártir, sobre los bienes de la paciencia 
(Núms. 13 y 15: CSEL 3, 406-408) 

La esperanza nos sostiene

Es saludable aviso del Señor, nuestro Maestro, que el que persevere hasta el final se salvará. Y también este otro: Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Hemos de tener paciencia, y perseverar, hermanos queridos, para que, después de haber sido admitidas a la esperanza de la verdad y de la libertad, podamos alcanzar la verdad y la libertad mismas. Porque el que seamos cristianos es por la fe y la esperanza; pero es necesaria la paciencia, para que esta fe y esta esperanza lleguen a dar su fruto.

Pues no vamos en pos de una gloria presente; buscamos la futura, conforme a la advertencia del Apóstol Pablo cuando dice: En esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya o es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que se ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia. Así pues, la esperanza y la paciencia nos son necesarias para completar en nosotros lo que hemos empezado a ser, y para conseguir, por concesión de Dios, lo que creemos y esperamos.

En otra ocasión, el mismo Apóstol recomienda a los justos que obran el bien y guardan sus tesoros en el cielo, para obtener el ciento por uno, que tengan paciencia, diciendo: Mientras tenemos ocasión, trabajemos por el bien de todos, especialmente por el de la familia de la fe. No nos cansemos de hacer el bien, que, si no desmayamos, a su tiempo cosecharemos.

Estas palabras exhortan a que nadie, por impaciencia, decaiga en el bien obrar o, solicitado y vencido por la tentación, renuncie en medio de su brillante carrera, echando así a perder el fruto de lo ganado, por dejar sin terminar lo que empezó.

En fin, cuando el Apóstol habla de la caridad, une inseparablemente con ella la constancia y la paciencia: La caridad es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educada ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; disculpa sin límites, cree sin límites, aguanta sin límites. Indica, pues, que la caridad puede permanecer, porque es capaz de sufrirlo todo.

Y en otro pasaje escribe: Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Con esto enseña que no puede conservarse ni la unidad ni la paz si no se ayudan mutuamente los hermanos y no mantienen el vínculo de la unidad, con auxilio de la paciencia.

RESPONSORIO    Ha 2, 3; Hb 10, 37

R. Se acerca su término y no fallará; * si tarda, espéralo, porque ha de llegar sin falta.
V. Todavía un poco de tiempo, un poco nada más: y el que ha de venir vendrá.
R. Si tarda, espéralo, porque ha de llegar sin falta.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que para librar al hombre de la antigua esclavitud del pecado enviaste a tu Hijo al mundo, concede a los que esperamos con devoción su venida la gracia de tu misericordia y el don de la verdadera libertad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.




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16:56

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