Viernes 09 de Diciembre de 2016
Misa a elección:
Feria. Morado.
San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. (ML). Blanco.
Juan Diego, cuyo nombre de nacimiento era Cuauhtlatoatzin, nació en el calpulli de Tlayacac en Cuauhtitlán (México) en 1474. Recibió el bautismo entre los años 1524 y 1525. Estaba casado con María Lucía, y al morir ésta, Juan se trasladó a la casa de un tío suyo. En una caminata, hacia Tenochtitlán, vio por primera vez a la Virgen. A partir de ese momento dedicó su vida a contar la serie de apariciones de la Virgen de Guadalupe. Murió el 30 de mayo de 1548.
Antífona de entrada
El Señor vendrá con gloria para visitar a su pueblo y traerle paz, y le dará como herencia la vida eterna.
Oración colecta
Concede a tu pueblo, Dios todopoderoso, la gracia de esperar fervorosamente la venida de tu Hijo unigénito para que podamos salir a su encuentro con las lámparas encendidas, como él nos enseñó. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: de san Juan Diego
Dios nuestro, que manifestaste el amor de la santísima Virgen María hacia tu pueblo por medio de san Juan Diego, concédenos por su intercesión que, dóciles al mensaje de nuestra Madre de Guadalupe, nos esforcemos en cumplir siempre tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Misa a elección:
Feria. Morado.
San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. (ML). Blanco.
Juan Diego, cuyo nombre de nacimiento era Cuauhtlatoatzin, nació en el calpulli de Tlayacac en Cuauhtitlán (México) en 1474. Recibió el bautismo entre los años 1524 y 1525. Estaba casado con María Lucía, y al morir ésta, Juan se trasladó a la casa de un tío suyo. En una caminata, hacia Tenochtitlán, vio por primera vez a la Virgen. A partir de ese momento dedicó su vida a contar la serie de apariciones de la Virgen de Guadalupe. Murió el 30 de mayo de 1548.
Antífona de entrada
El Señor vendrá con gloria para visitar a su pueblo y traerle paz, y le dará como herencia la vida eterna.
Oración colecta
Concede a tu pueblo, Dios todopoderoso, la gracia de esperar fervorosamente la venida de tu Hijo unigénito para que podamos salir a su encuentro con las lámparas encendidas, como él nos enseñó. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: de san Juan Diego
Dios nuestro, que manifestaste el amor de la santísima Virgen María hacia tu pueblo por medio de san Juan Diego, concédenos por su intercesión que, dóciles al mensaje de nuestra Madre de Guadalupe, nos esforcemos en cumplir siempre tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Te pedimos, Dios nuestro, que te agraden nuestras humildes oraciones y ofrendas, y ya que carecemos de méritos propios socórrenos con tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Flp 3, 20-21
Esperamos ardientemente que venga como salvador el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso.
Oración después de la comunión
Saciados con el alimento espiritual, te rogamos, Padre, que por la participación en este santo misterio, nos enseñes a valorar sabiamente las realidades terrenas con el corazón puesto en las celestiales. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Te pedimos, Dios nuestro, que te agraden nuestras humildes oraciones y ofrendas, y ya que carecemos de méritos propios socórrenos con tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Flp 3, 20-21
Esperamos ardientemente que venga como salvador el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso.
Oración después de la comunión
Saciados con el alimento espiritual, te rogamos, Padre, que por la participación en este santo misterio, nos enseñes a valorar sabiamente las realidades terrenas con el corazón puesto en las celestiales. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Is 48, 17-19
Lectura del libro de Isaías.
Así habla el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: “Yo soy el Señor, tu Dios, el que te instruye para tu provecho, el que te guía por el camino que debes seguir. ¡Si tú hubieras atendido a mis mandamientos, tu prosperidad sería como un río, y tu justicia, como las olas del mar! Como la arena sería tu descendencia, como los granos de arena, el fruto de tus entrañas; tu nombre no habría sido extirpado ni borrado de mi presencia”.
Palabra de Dios.
Comentario
Sin lugar a dudas, hemos experimentado que cuando caminamos de la mano del Señor, cuando cumplimos su Palabra y su voluntad, nuestra vida se llena de paz. Y eso lo transmitimos inconscientemente, sin esfuerzo.
Salmo 1, 1-4. 6
R. ¡El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la Vida!
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! R.
Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. R.
No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento. Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal. R.
Aleluya
Aleluya. El Señor vendrá, salgan a su encuentro; él es el príncipe de la paz. Aleluya.
Evangelio Mt 11, 16-19
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a la multitud: “¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros: ‘¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!’. Porque llegó Juan el Bautista, que no come ni bebe, y ustedes dicen: ‘¡Está endemoniado!’. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras”.
Palabra del Señor.
Comentario
Jesús sabe que no se puede conformar a todo el mundo. Es más, no se puede conformar a quien no quiere o no está dispuesto a creer. Por lo tanto, sepamos que, hagamos lo que hagamos, si llevamos una vida fiel a Dios, siempre será cuestionada.
Oración Introductoria
Señor, quiero amarte y ser generoso en mi entrega diaria, pero muchas veces el miedo, las dudas, las inseguridades e incertidumbres, aprietan mi vida. Por eso, actúo como un niño que no se satisface con nada. Jesús, ¡cuántas veces Tú, en persona, has venido en mis prójimos y yo te he rechazado, por no reconocerte! Ayúdame a madurar mi fe, mi amor y mi entrega, para lanzarme con entusiasmo en tus manos, para cantar cuando Tú me tocas flauta, y también llorar, cuando me entonas los cantos fúnebres.
Petición
Jesús, quiero asemejarme a ti, unir mi voluntad a la tuya. Quiero seguir amándote en el estado de vida que he elegido. Quiero caminar desde tus manos, mirar desde tus ojos, ser feliz desde tu corazón. Por eso, mi dulce Jesús, pido que vivas en mí para que tu fe sea la mía; tus amores, los míos; tus alegrías, las mías. En fin, que sea uno contigo.
Meditación
Hoy debiéramos removernos ante el suspiro del Señor: «Con quién compararé a esta generación?» (Mt 11,16). A Jesús le aturde nuestro corazón, demasiadas veces inconformista y desagradecido. Nunca estamos contentos; siempre nos quejamos. Incluso nos atrevemos a acusarle y a echarle la culpa de lo que nos incomoda.
Pero «la Sabiduría se ha acreditado por sus obras» (Mt 11,19): basta contemplar el misterio de la Navidad. ¿Y nosotros?; ¿cómo es nuestra fe? ¿No será que con esas quejas tratamos de encubrir la ausencia de nuestra respuesta? ¡Buena pregunta para el tiempo de Adviento!
Dios viene al encuentro del hombre, pero el hombre —particularmente el hombre contemporáneo— se esconde de Él. Algunos le tienen miedo, como Herodes. A otros, incluso, les molesta su simple presencia: «Fuera, fuera, crucifícalo» (Jn 19,15). Jesús «es el Dios-que-viene» y nosotros parecemos "el hombre-que-se-va": «Vino a los suyos y los suyos no le recibieron» (Jn 1,11).
¿Por qué huimos? Por nuestra falta de humildad. San Juan Bautista nos recomendaba "menguarnos". Y la Iglesia nos lo recuerda cada vez que llega el Adviento. Por tanto, hagámonos pequeños para poder entender y acoger al "Pequeño Dios". Él se nos presenta en la humildad de los pañales: ¡nunca antes se había predicado un "Dios-con-pañales"! Ridícula imagen damos a la vista de Dios cuando los hombres pretendemos encubrirnos con excusas y falsas justificaciones. Ya en los albores de la humanidad Adán lanzó las culpas a Eva; Eva a la serpiente y…, habiendo transcurrido los siglos, seguimos igual.
Pero llega Jesús-Dios: en el frío y la pobreza extrema de Belén no vociferó ni nos reprochó nada. ¡Todo lo contrario!: ya empieza a cargar sobre sus pequeñas espaldas todas nuestras culpas. Entonces, ¿le vamos a tener miedo?; ¿de verdad van a valer nuestras excusas ante ese "Pequeño-Dios"? «La señal de Dios es el Niño: aprendamos a vivir con Él y a practicar también con Él la humildad»
Jesús no nos pide mucho. Sólo nos enseña e invita a tener los pies en la tierra y el corazón en el cielo.
Propósito
En el día de hoy, voy a buscar vivir los contratiempos con visión sobrenatural y amor, aceptando con agrado los planes de Dios sobre los míos.
Diálogo con Cristo
Señor, quiero agradecerte por todos los beneficios que tu inefable bondad me hace alcanzar cada día y en cada momento. Te pido fortaleza y constancia para seguir tus inspiraciones, pues sabes que soy muy débil. Sabes que muchas veces no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Tú conoces lo que llevo en mi corazón, Jesús. Por eso, concédeme la gracia de potenciar lo que es bueno y rectificar lo malo. Jesús, confío en ti. Ayúdame a asemejarme en criterios, acciones y deseos contigo.
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