No sé si aún podrá quedar algún lector que no conozca a Socio. Por si acaso, decirles que Socio es un encantador perrillo westy, simpático, excelente rematador de cabeza, y que comparte su perruna existencia con un servidor.
No es un perro especialmente piadoso, qué se le va a hacer. Lo he hablado varias veces con el P. Iraburu y lo achacamos a la falta de gracia bautismal, cosa que se nos hace harto compleja de poder solucionar de forma canónica. Lo único que le agrada es el rezo del santo rosario, aunque me malicio que no por el rosario en sí, sino porque muchas veces lo rezo aprovechando el paseo que damos por la noche y ya se lo sabe el truhan: si coge el rosario es que nos vamos. Debe ser por eso. Pero el caso es que es partidario no sé si de su rezo, o de que lo rece yo. En cualquier caso, buena cosa.
Tampoco es que sea muy partidario de bajar al despacho parroquial. No me quiere explicar sus motivos, aunque pudiera deberse a que cada vez que lo bajo al despacho es para que vengan a buscarlo para alguna maldad, como cortarle el pelo.
Sí tiene perfectamente aprendido el camino penitencial cuando comete alguna fechoría. Eso sí.
Bueno, pero a lo que vamos en el post de esta mañana de DOMUND, porque resulta que el Socio se me ha convertido en un excelente aliado misionero.
Complicadillo llegar a una persona que no es creyente o que vive alejada de la Iglesia Católica, cuando no en actitud agresiva contra ella. En la parroquia tenemos pequeñas cosas para llegar a los alejados como son la revista parroquial, la coral y algunas actividades de tipo cultural que anunciamos por el barrio. Algo es. Siempre viene alguna persona nueva a un concierto, una conferencia, una exposición de un artista del barrio y mira si se acercan, aunque sea por curiosidad, a la capilla de la adoración perpetua o vienen un domingo a misa.
Mucho más complejo es el cara a cara con la gente, porque no va a ir uno por la calle parando a los vecinos para hablarles de Jesucristo, que a lo mejor había que hacerlo así, directamente, sin anestesia, pero es que a uno no le sale.
Pues para estas cosas la colaboración misionera de Socio es impagable, porque el tío, digo el perro, el Socio, es sociable y simpático a rebosar, zalamero ante una caricia y sabe incluso provocar que le digan algo. A partir de ahí todo se hace sencillito… buenas, pues ya ve como es el perro, qué tal, viven aquí en el barrio… Bueno, ya me ven, soy el párroco, si alguna cosa necesitan.
Pues claro que necesitan. O te hablan de Cáritas, que si podemos llevar ropa, o de sus tiempos del colegio de las monjas, o que fue monaguillo, o de su perro, tan simpático como el mío. El caso es que has pasado de la nada a gente con la que al menos ya te saludas y estableces un primer contacto. Gente que ye habla de su experiencia religiosa, ya sabe, lo dejas, pero sí, a ver si este domingo vamos a misa.
En este domingo del DOMUND quería hacer este pequeño homenaje al Socio, mi perrillo, mi colega, que, sin saberlo, está aportando su granito de arena a la construcción del Reino de Dios.
Socio: te has ganado unas chuches.
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