septiembre 2016

20:52
El 47% de nuestro tiempo pensamos en cosas diferentes a las que estamos haciendo. Recogemos aquí algunas pautas de la psicóloga Patricia Ramírez para adiestrar el cerebro y aumentar tu rendimiento.
1.-Compagina la agenda personal con la laboral
No hace falta llevarlas por separado, mejor llevar sólo una multitareas donde pautar, a primera hora de la mañana, los trabajos pendientes para  el día y alternarlos con los tiempos de descanso y la vida personal. “La fuerza de voluntad es un músculo que se puede desarrollar, pero tampoco conviene forzar la máquina demasiado y aplicar a todo la ley de la fuerza de voluntad, porque al final ese músculo se atrofia”.
2.- Cumple con los tiempos
Debes cumplir con la ruta y diaria y los tiempos que te has marcado, tanto para el trabajo como para el ocio. El riesgo de no cumplir con los plazos establecidos es, según Patricia Ramírez, que “tu cerebro aprende a dispersarse, cuando lo que hay que enseñarle es a ser eficaz. Un cerebro disperso agota mucho más que uno concentrado”.
3.-Vive en el presente
Lo mejor para no divagar es ignorar la ristra de tareas pendientes y centrarte en lo que estás haciendo en ese momento. Parece sencillo, pero estudios realizados por el científico de la Universidad de Harvard  Matthew Killingsworth ponen de manifiesto que el 47% de nuestro tiempo, pensamos en algo distinto a lo que estamos haciendo. Por eso solemos rendir más cuando trabajamos con plazos, cuando la urgencia por llegar a tiempo fija el proceso productivo.
4.-Buscar el equilibro con tu escala de valores
Es importante saber cuáles son tus prioridades en esta vida y repartir el trabajo conforme a ellas si no quieres caer en la desesperación y el desequilibrio. “Si tu escala de valores la encabeza la vida familiar, no debes dedicar el 90% de tu tiempo al trabajo. Así nunca te sentirás gratificado”, aclara Ramírez.
5.-Aprender a decir no
Conforme te alejes de esa escala de valores y te acerques a la imposibilidad de cumplir con los compromisos personales y laborales adquiridos, deberás aprender a decir no, una práctica que suele ayudar a recobrar la autoestima y la respetabilidad. Es preferible rechazar un trabajo que corres el riesgo de estresarnos porque al final frenas el rendimiento.
6.-No postergar las tareas
“Eso de esperar a que te llegue la inspiración no vale. Lo que hay que hacer es ponerse a trabajar sin cuestionarte si te gusta o te aburre una tarea. Ya lo dijo Picasso, que la inspiración llega, pero te tiene que pillar trabajando”, recuerda Patricia Ramírez.

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19:08


Sábado 01 de Octubre de 2016
Santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia
(MO). Blanco.

Martirologio Romano: Memoria de santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, que entró aún muy joven en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Lisieux, llegando a ser maestra de santidad en Cristo por su inocencia y simplicidad. Enseñó el camino de la perfección cristiana por medio de la infancia espiritual, demostrando una mística solicitud en bien de las almas y del incremento de la Iglesia, y terminó su vida a los veinticinco años de edad, el día treinta de septiembre († 1897). Fecha de canonización: 17 de mayo de 1925, por el Papa Pío XI.

Antífona de entrada          cf. Deut 32, 10-12
El Señor la rodeó y la cuidó, la protegió como la pupila de sus ojos. Como el águila extendió sus alas, la tomó consigo y la llevó sobre sus plumas; el Señor solo la condujo.

Oración colecta     
Señor Dios, que has preparado tu reino para los humildes y pequeños, ayúdanos a seguir confiadamente el camino de santa Teresa del Niño Jesús, para que, con su intercesión, podamos contemplar tu gloria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Señor, te proclamamos admirable en la conmemoración de santa Teresa del Niño Jesús, y te pedimos humildemente que, así como sus méritos fueron de tu agrado, aceptes esta liturgia que celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        Mt 18, 3
“Si no se convierten y no se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos”, dice el Señor.

Oración después de la comunión
El sacramento que recibimos, Padre, encienda en nosotros aquel fuego de amor con el que santa Teresa del Niño Jesús se entregó a ti, implorando para todos tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Jb 42, 1-3. 5-6. 12-17
Lectura del libro de Job.
Job respondió al Señor, diciendo: “Yo sé que tú lo puedes todo y que ningún proyecto es irrealizable para ti. Sí, yo hablaba sin entender, de maravillas que me sobrepasan y que ignoro. Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos. Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza”. El Señor bendijo los últimos años de Job mucho más que los primeros. Él llegó a poseer catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. Tuvo además siete hijos y tres hijas. A la primera la llamó “Paloma”, a la segunda “Canela”, y a la tercera “Sombra para los párpados”. En todo el país no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job. Y su padre les dio una parte de herencia entre sus hermanos. Después de esto, Job vivió todavía ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Job murió muy anciano y colmado de días.
Palabra de Dios.

Comentario
Al final del libro se ha operado una gran transformación. No porque Job tenga nuevamente familia y riquezas, sino por algo más maravilloso: Job se ha encontrado con Dios. Penosamente, en medio de todos sus interrogantes, cuestionado por sus amigos, sin embargo, con corazón sincero, Job se ha encontrado con Dios. Esta es ahora su mayor riqueza.

Sal 118, 66. 71. 75. 91. 125. 130
R. ¡Brille sobre mí la luz de tu rostro, Señor!

Enséñame la discreción y la sabiduría, porque confío en tus mandamientos. Me hizo bien sufrir la humillación, porque así aprendí tus preceptos. R.

Yo sé que tus juicios son justos, Señor, y que me has humillado con razón. Todo subsiste hasta hoy conforme a tus decretos, porque todas las cosas te están sometidas. R.

Yo soy tu servidor: instrúyeme, y así conoceré tus prescripciones. La explicación de tu palabra ilumina y da inteligencia al ignorante. R.

Aleluya        cf. Mt 11, 25
Aleluya. Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños. Aleluya.

Evangelio     Lc 10. 17-24 
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Al volver los setenta y dos de su misión, dijeron a Jesús llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. Él les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”. En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo mantenido ocultas estas cosas a los sabios y prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”. Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: “¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!”.
Palabra del Señor.

Comentario
A Jesús lo conmueve la alegría profunda de verificar que la Buena Noticia es recibida por los pobres y sencillos. Y este sentimiento tan íntimo lo mueve a la oración. Así se dirige al Padre, porque la obra que Jesús realiza es, en definitiva, acercarnos el Reinado amoroso que el Padre quiere desplegar en este mundo.

Oración introductoria 
Gracias, Señor, por mostrarme el camino para llegar al Padre, permite que sea un pequeño y sea dichoso de estar cerca de Ti. 

Petición 
Señor, concédeme ser sencillo para buscar siempre el camino que me lleve a Ti. 

Meditación   

Hoy, el evangelista Lucas nos narra el hecho que da lugar al agradecimiento de Jesús para con su Padre por los beneficios que ha otorgado a la Humanidad. Agradece la revelación concedida a los humildes de corazón, a los pequeños en el Reino. Jesús muestra su alegría al ver que éstos admiten, entienden y practican lo que Dios da a conocer por medio de Él. En otras ocasiones, en su diálogo íntimo con el Padre, también le dará gracias porque siempre le escucha. Alaba al samaritano leproso que, una vez curado de su enfermedad —junto con otros nueve—, regresa sólo él donde está Jesús para darle las gracias por el beneficio recibido.

¡Qué alegría de los discípulos después de una jornada tan exitosa! Los demonios les temen, curan leprosos, hacen caminar a los paralíticos, dan la vista a los ciegos etc. 

La satisfacción tan agradable y tan necesaria que experimentamos por haber hecho el bien en esta tierra nos debería llevar a pensar en los méritos que ganamos para el cielo. Este es el motivo principal por el cual deberíamos de estar contentos. Saber que hemos actuado de tal forma que nuestros nombres están escritos en el reino de los cielos. 

Es Cristo quien guía a la Iglesia por medio de su Espíritu. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, con su fuerza vivificadora y unificadora: de muchos, hace un solo cuerpo, el Cuerpo místico de Cristo. Nunca nos dejemos vencer por el pesimismo, por esa amargura que el diablo nos ofrece cada día; no caigamos en el pesimismo y el desánimo: tengamos la firme convicción de que, con su aliento poderoso, el Espíritu Santo da a la Iglesia el valor de perseverar y también de buscar nuevos métodos de evangelización, para llevar el Evangelio hasta los extremos confines de la tierra. 

La verdad cristiana es atrayente y persuasiva porque responde a la necesidad profunda de la existencia humana, al anunciar de manera convincente que Cristo es el único Salvador de todo el hombre y de todos los hombres. Este anuncio sigue siendo válido hoy, como lo fue en los comienzos del cristianismo, cuando se produjo la primera gran expansión misionera del Evangelio.

Escribe san Agustín: «¿Podemos llevar algo mejor en el corazón, pronunciarlo con la boca, escribirlo con la pluma, que estas palabras: ‘Gracias a Dios’? No hay nada que pueda decirse con mayor brevedad, ni oír con mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación, ni hacer con mayor utilidad». Así debemos actuar siempre con Dios y con el prójimo, incluso por los dones que desconocemos. Gratitud para con los padres, los amigos, los maestros, los compañeros. Para con todos los que nos ayuden, nos estimulen, nos sirvan. Gratitud también, como es lógico, con nuestra Madre, la Iglesia. 

La gratitud no es una virtud muy “usada” o habitual, y, en cambio, es una de las que se experimentan con mayor agrado. Debemos reconocer que, a veces, tampoco es fácil vivirla. Santa Teresa afirmaba: «Tengo una condición tan agradecida que me sobornarían con una sardina». Los santos han obrado siempre así. Y lo han realizado de tres modos diversos, como señalaba santo Tomás de Aquino: primero, con el reconocimiento interior de los beneficios recibidos; segundo, alabando externamente a Dios con la palabra; y, tercero, procurando recompensar al bienhechor con obras, según las propias posibilidades.

Sabiendo los motivos de nuestra verdadera alegría es como si hubiésemos encontrado el tesoro que buscábamos en nuestra vida. Custodiemos este tesoro y no permitamos que los ladrones de la vanidad, avaricia, egoísmo nos lo arrebaten. 

Propósito 
Alegrarme con Jesús al hacer el bien en esta tierra, y saber que son méritos para el cielo. 

Diálogo con Cristo 
Ser cristiano es más que simplemente evitar el mal. Redescubrir la fe, para que no sólo crea, sino que viva y trasmita el amor de Cristo. Te doy gracias, Señor, porque esta oración provoca mi anhelo de corresponder a tu amor con una vida santa. Ayúdame a vivir amando a los demás, por Ti, desde Ti y como Tú me has enseñado. 

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18:33


Martirologio Romano: Memoria de santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, que entró aún muy joven en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Lisieux, llegando a ser maestra de santidad en Cristo por su inocencia y simplicidad. Enseñó el camino de la perfección cristiana por medio de la infancia espiritual, demostrando una mística solicitud en bien de las almas y del incremento de la Iglesia, y terminó su vida a los veinticinco años de edad, el día treinta de septiembre († 1897). Fecha de canonización: 17 de mayo de 1925, por el Papa Pío XI


María Francisca Teresa Martín Guérin nace en Alenzón, en francés Alençon, Normandía, al noroeste de Francia el 2 de enero de 1873. Era la menor de sus hermanos. Sus padres, Luis Martín y María Celia Guérin han sido declarados beatos por la Iglesia Católica. Y actualmente hay abierto proceso de beatificación para su hermana Leonia (ved más abajo), así como previsible para las otras hermanas.

Sintió la vocación religiosa desde muy pequeña, en la que ya venía pensando en ser llamada "Teresa del Niño Jesús". En una visita al convento, la Madre Priora le dijo, sin que Teresa lo haya nunca mencionado: "cuando vengas a vivir con nosotras, mi querida hija, os llamaréis Teresa del Niño Jesús", lo cual la Santa interpretó como "una delicadeza de mi amado Niño Jesús". Cuando contaba 14 años tomó ya la resolución de convertirse en religiosa.

Tuvo muchos inconvenientes para su entrada al convento. Esto llevó a Don Luis Martín y a Teresa a conversar con el Padre superior, quien también se negó, de ahí con el Sr. Obispo de su diócesis, que tampoco aceptó y finalmente decidió ir en persona, tenía 15 años, a hablar con el Sumo Pontífice a Roma, para aquel entonces León XIII, quien le recomendó obedecer las instrucciones de sus superiores.

Finalmente le llegó el permiso solicitado al Papa y es en el día 9 de abril de 1888 que es recibida por fin en el Ministerio del Carmelo de Lisieux, tres meses después de su petición al Papa, por lo tanto con sólo 15 años de edad. En dicha ciudad vivía desde los 4 años, pues tras la muerte de su madre toda su familia se trasladó allí a vivir.

En su vida dio gran valor a la oración y a los pequeños actos. Sufrió la prueba de la fe desde el 5 de abril de 1896, hasta su muerte, tras unos meses de terribles padecimientos. Sus últimas palabras fueron: "Oh, le amo...", mirando a su crucifijo; y un instante después: "¡Dios mío... os amo!".

El centro de su espiritualidad fue la misericordia y el amor de Dios. Por encima de todo antepone siempre la misericordia divina, ante la cual confía y nada hay que temer. Ante todo, Dios es Padre; y Jesús es su Hijo misericordioso. Escribió: "¡Oh Jesús!... estoy segura de que, si por un imposible, encontraras un alma más débil, más pequeña que la mía, te complacerías en colmarla de favores aún más grandes, si ella se abandona con entera confianza a tu misericordia infinita." (manuscrito "B").

En una carta escrita el 17 de septiembre de 1896 a su hermana escribe la frase que resume el mensaje e ideario de Teresa, sus ideas y pensamientos más arraigados, el motor de su existencia: "La confianza, y nada más que la confianza, es la que debe conducirnos al amor de Dios". Se ha vinculado su espiritualidad con la de la santa contemporánea Faustina Kowalska (devoción a la Divina Misericordia).[cita requerida]

Su doctrina habla de que son los sencillos actos, hechos con amor, el camino hacia la santificación: «La santidad no consiste en esta o la otra práctica, sino en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños entre los brazos de Dios, conscientes de nuestra flaqueza y confiados hasta la audacia en su bondad de Padre.»[cita requerida].

No se arredró ante el sufrimiento ni físico ni moral, que consideró era el tesoro más valioso que podía ofrecer a Jesús y nos hace copartícipes de su gloriosa Pasión.


Enferma de tuberculosis pulmonar, su estado de salud empeoró gravemente durante el último año. A lo largo de los dos últimos meses comenzó la etapa de grandes sufrimientos, apenas podía respirar, pues sólo le quedaba medianamente servible medio pulmón, y después de dos días de penosa agonía muere a las 19 horas 20 minutos, del 30 de septiembre de 1897, permaneciendo durante sus últimos instantes en una suerte de éxtasis, pudo erguirse levemente, su rostro recuperó el suave color que le era natural, un pequeño crucifijo en sus manos, la mirada dulcemente fijada cerca de una estatua de la Santísima Virgen que habían instalado enfrente de ella.

En 1923 es beatificada y en 1925 canonizada. En 1927 es proclamada patrona de las misiones pese a no haber abandonado nunca el convento, pero siempre rezaba por los misioneros y siempre fue su deseo ardiente el serlo hasta en los últimos confines de la tierra. En 1997 el Papa Juan Pablo II la proclama Doctora de la Iglesia, siendo la tercera mujer en recibir ese título y es conocida como "Doctora del Amor". Anteriormente habían sido declaradas doctoras Santa Teresa de Jesús, también carmelita, y Santa Catalina de Siena. La Festividad de Santa Teresa de Lisieux es el 1 de octubre.

Considerada por Pio XI como "la estrella de su pontificado", fue rápidamente beatificada y canonizada, declarada santa patrona universal de las Misiones, a igual título que San Francisco Javier y patrona secundaria de Francia, a igual título que Santa Juana de Arco. (La patrona principal de Francia es Nuestra Señora de la Asunción). Otros títulos: Protectora de Rusia, patrona de los enfermos, de sida en particular, patrona de los aviadores, de los jardineros, etc.


Edificada en su honor, la Basílica de Santa Teresa, en Lisieux, es uno de los edificios religiosos más grandes de Francia y el segundo lugar de peregrinación más importante del país, después del Santuario de Lourdes.

La obra escrita de Santa Teresita no es muy extensa, sin embargo, presenta un claro interés espiritual, teológico y hasta antropológico. La obra que contiene la esencia de su espiritualidad, conocida como la "Pequeña Vía" que nos encamina hacia la "Infancia Espiritual", no obstante haber sido iniciada a manera de autobiografía, consta de tres manuscritos escritos por mandato de dos de sus superioras, que fueron publicados en un libro con el título de "Historia de un Alma". Además se cuenta con 274 cartas escritas a familiares y otras personas, poemas religiosos, algunas obras teatrales, textos dispersos y las palabras pronunciadas durante su larga agonía que fueron recogidas por sus hermanas, Paulina (Madre Inés de Jesús), María (Sor María del Sagrado Corazón) y Celina (Sor Genoveva de la Santa Faz y de Santa Teresa), así como textos de correspondencia de su prima María (Sor María de la Eucaristía), hacia sus padres y a la vez tíos de Teresa. Estas tres hermanas y la prima eran monjas en el mismo convento. La otra hermana de Teresa, Leonia (Sor Francisca-Teresa), era religiosa de la orden de la Visitación en Caen.

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OFICIO DE LECTURA - SÁBADO DE LA SEMANA XXVI - TIEMPO ORDINARIO

Del Común de vírgenes. Salterio II. 1 de octubre

SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS. (MEMORIA)

Nació en Alençon (Francia), el año 1873. Siendo aún muy joven, ingresó en el monasterio de carmelitas de Lisieux, ejercitándose sobre todo en la humildad, la sencillez evangélica y la confianza en Dios, virtudes que se esforzó en inculcar, de palabra y de obra, en las novicias. Murió el día 30 de septiembre del año 1897, ofreciendo su vida por la salvación de las almas y por el incremento de la Iglesia. 

SEGUNDA LECTURA

De la Narración de la vida de santa Teresa del Niño Jesús, virgen, escrita por ella misma 
(« Manuscrits autobiographiques», Lisieux 1957, 227-229) 

EN El CORAZÓN DE LA IGLESIA, YO SERÉ El AMOR 

Teniendo un deseo inmenso del martirio, acudí a las cartas de san Pablo, para tratar de hallar una respuesta. Mis ojos dieron casualmente con los capítulos doce y trece de la primera carta a los Corintios, y en el primero de ellos leí que no todos pueden ser al mismo tiempo apóstoles, profetas y doctores, que la Iglesia consta de diversos miembros y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano. Una respuesta bien clara, ciertamente, pero no suficiente para satisfacer mis deseos y darme la paz.

Continué leyendo sin desanimarme, y encontré esta consoladora exhortación: Aspirad a los dones más excelentes; yo quiero mostraros un camino todavía mucho mejor. El Apóstol, en efecto, hace notar cómo los mayores dones sin la caridad no son nada y cómo esta misma caridad es el mejor camino para llegar a Dios de un modo seguro. Por fin había hallado la tranquilidad.

Al contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no me había reconocido á mi misma en ninguno de los miembros que san Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba era más bien verme en todos ellos. En la caridad descubrí el quicio de mi vocación. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la unión de varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más necesario y noble de ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón y que este corazón está ardiendo en amor. Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es eterno.

Entonces, llena de una alegría desbordante, exclamé:

«Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo y mi deseo se verá colmado.»

RESPONSORIO    Cf. Sal 20,4; cf. Jb 31, 18; cf. Ef 3, 18; Sal 30, 20 

R. Te adelantaste, Señor, a bendecirme con tu amor, el cual fue creciendo conmigo desde mi infancia; * y aun ahora no alcanzo a comprender la profundidad de tu amor. 
V. ¡Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles! 
R. y aun ahora no alcanzo a comprender la profundidad de tu amor.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios y Padre nuestro, que abres las puertas de tu reino a los pequeños y a los humildes, haz que sigamos confiadamente el camino de sencillez que siguió santa Teresa del Niño Jesús, para que, por su intercesión, también nosotros lleguemos a descubrir aquella gloria que permanece escondida a los sabios y a los prudentes según el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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OFICIO DE LECTURA - SÁBADO DE LA SEMANA XXVI - TIEMPO ORDINARIO
De la Feria.

PRIMERA LECTURA

Año I:

Del segundo libro de los Reyes     20, 1-19

CURACIÓN DE EZEQUÍAS Y PROFECÍA DEL EXILIO EN BABILONIA

    En aquel tiempo, Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo:
    «Así dice el Señor: Haz testamento, porque vas a morir sin remedio.»
    Entonces, Ezequías volvió la cara a la pared y oró al Señor:
    «Señor, recuerda que he caminado en tu presencia con corazón sincero e íntegro y que he hecho lo que te agrada.»
    Y lloró con largo llanto. Pero no había salido Isaías del patio central, cuando recibió esta palabra del Señor:
    «Vuelve a decirle a Ezequías, jefe de mi pueblo: Así dice el Señor, Dios de tu padre David: "He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas. Mira, voy a curarte: dentro de tres días, podrás subir al templo; y añado a tus días otros quince años. Te libraré de las manos del rey de Asiria, a ti y a esta ciudad; protegeré a esta ciudad, por mí y por mi siervo David."»
    Isaías ordenó:
    «Coged un emplasto de higos; que lo apliquen a la herida y curará.»
    Ezequías le preguntó:
    «¿Y cuál es la señal de que el Señor me va a curar y dentro de tres días podré subir al templo?»
    Isaías respondió:
    Esta es la señal de que el Señor cumplirá la palabra dada: ¿Quieres que la sombra adelante diez grados o que atrase diez?»
    Ezequías comentó:
    «Es fácil que la sombra adelante diez grados, lo difícil es que atrase diez.»
    El profeta Isaías clamó al Señor, y el Señor hizo que la sombra atrasase diez grados en el reloj de Acaz.
    En aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y regalos al rey Ezequías, cuando se enteró de que se había restablecido de su enfermedad. Ezequías se alegró y enseñó a los mensajeros su tesoro: la plata y el oro, los bálsamos y ungüentos, toda la vajilla y cuanto había en sus depósitos. No quedó nada en su palacio y en sus dominios que Ezequías no les enseñase. Pero el profeta Isaías se presentó al rey Ezequías y le dijo:
    «¿Qué ha dicho esa gente, y de dónde vienen a visitarte?»
    Ezequías contestó:
    «Han venido de un país lejano: de Babilonia.» Isaías preguntó:
    «¿Qué han visto en tu casa?»
    Ezequías dijo:
    «Todo. No he dejado nada de mis tesoros sin enseñárselo.»
    Entonces, Isaías le dijo:
    «Escucha la palabra del Señor: Mira, llegarán días en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio, cuanto atesoraron tus abuelos hasta hoy. No quedará nada, dice el Señor. Y a los hijos que salieron de ti, que tú engendraste, se los llevarán a Babilonia para que sirvan como palaciegos del rey.»
    Ezequías dijo:
    «Es favorable la palabra del Señor que has pronunciado.»
    (Pues se dijo: «Mientras yo viva, habrá paz y seguridad.»)

Responsorio     Is 38, 10. 17. 12

R. Yo pensé: En medio de mis días tengo que marchar hacia las puertas del abismo. * Detuviste mi alma ante la tumba vacía.
V. Levantan y enrollan mi vida, y me cortan la trama.
R. Detuviste mi alma ante la tumba vacía.

Año II:

Del libro de Judit     13, 6-26

MUERTE DE HOLOFERNES Y ACCIÓN DE GRACIAS DEL PUEBLO

    En aquellos días, cuando salieron todos, sin que quedará en la alcoba nadie, ni chico ni grande, Judit, de pie junto al lecho de Holofernes, oró interiormente:
    «Señor, Dios todopoderoso, mira ahora benévolo lo que voy a hacer para exaltación de Jerusalén. Ha llegado el momento de ayudar a tu heredad, y de cumplir mi plan, hiriendo al enemigo que se ha levantado contra nosotros.»
    Avanzó hacia la columna del lecho que quedaba junto a la cabeza de Holofernes; descolgó el alfanje y, acercándose al lecho, agarró la melena de Holofernes y oró:
    «¡Dame fuerza ahora, Señor, Dios de Israel!»
    Le asestó dos golpes en el cuello con todas sus fuerzas, y le cortó la cabeza. Luego, haciendo rodar el cuerpo de Holofernes, lo tiró del lecho y arrancó el dosel de las columnas. Poco después, salió, entregó a su ama de llaves la cabeza de Holofernes, y el ama la metió en la alforja de la comida. Luego, salieron las dos juntas para orar, como acostumbraban. Atravesaron el campamento, rodearon el barranco, subieron la pendiente de Betulia y llegaron a las puertas de la ciudad. Judit gritó desde lejos a los centinelas:
    «¡Abrid, abrid la puerta! Dios, nuestro Dios, está con nosotros, demostrando todavía su fuerza en Israel y su poder contra el enemigo. ¡Acaba de pasar hoy!»
    Cuando los de la ciudad la oyeron, bajaron en seguida hacia la puerta y convocaron a los ancianos. Todos fueron corriendo, chicos y grandes. Les parecía increíble que llegara Judit. Abrieron la puerta y las recibieron; luego, hicieron una gran hoguera para poder ver, y se arremolinaron en torno a ellas. Judit les dijo gritando:
    «¡Alabad a Dios, alabadlo! Alabad a Dios, que no ha retirado su misericordia de la casa de Israel; que por mi mano ha dado muerte al enemigo esta misma noche.»
    Y, sacando la cabeza guardada en la alforja, la mostró y dijo:
    «Ésta es la cabeza de Holofernes, generalísimo del ejército asirio. Éste es el dosel bajo el que dormía su borrachera. ¡El Señor lo hirió por mano de una mujer! Vive el Señor que me protegió en mi camino: os juro que mi rostro sedujo a Holofernes para su ruina, pero no me hizo pecar. Mi honor está sin mancha.»
    Todos se quedaron asombrados, y, postrándose en adoración a Dios, dijeron a una voz:
    «Bendito eres, Dios nuestro, que has aniquilado hoy a los enemigos de tu pueblo.»
    Y Ozías dijo a Judit:
    «El Señor te ha bendecido, hija, más que a todas las mujeres de la tierra. Bendito sea el Señor, creador del cielo y de la tierra, porque enderezó tu golpe contra la cabeza del general enemigo. El Señor ha glorificado tanto tu nombre en este día, que tu alabanza no se apartará de la boca de los hombres, que recordarán por siempre esta hazaña de Dios. Que el Señor te engrandezca siempre y te dé prosperidad, porque no dudaste en exponer tu vida ante la humillación de nuestra raza, sino que vengaste nuestra ruina, procediendo con rectitud en presencia de nuestro Dios.»
    Todos aclamaron:
    ¡Así sea, así sea!»

Responsorio     Jdt 13, 22. 25. 24

R. El Señor te ha bendecido con su poder, pues por tu medio ha aniquilado a nuestros enemigos. * Tu alabanza no se apartará de la boca de los hombres.
V. Bendito sea el Señor, creador del cielo y de la tierra, porque ha glorificado tu nombre en este día.
R. Tu alabanza no se apartará de la boca de los hombres.


SEGUNDA LECTURA

Del libro de san Gregorio de Nisa, obispo, Sobre la conducta cristiana

(PG 46, 295-298)

COMBATE BIEN EL COMBATE DE LA FE

    El que es de Cristo es una creatura nueva: lo antiguo ha pasado. Sabemos que se llama nueva creatura a la inhabitación del Espíritu Santo en el corazón puro y sin mancha, libre de toda culpa, de toda maldad y de todo pecado. Pues cuando la voluntad detesta el pecado y se entrega, según sus posibilidades, a la prosecución de las virtudes, viviendo la misma vida del Espíritu, acoge en sí la gracia, y queda totalmente renovada y restaurada. Por ello se dice: Tirad fuera la levadura vieja para ser masa nueva; y también aquello otro: Celebremos nuestra fiesta no con la vieja levadura, sino con los panes ázimos de pureza y verdad. Todo esto concuerda muy bien con lo que hemos dicho más arriba sobre la nueva creatura.
    Ahora bien, el enemigo de nuestra alma tiende muchas trampas ante nuestros pasos y la naturaleza humana es, de por sí, demasiado débil para conseguir la victoria sobre este enemigo. Por ello el Apóstol quiere que nos revistamos con armas celestiales: Ceñidos con el cinturón de la verdad, revestidos con la coraza de la justicia -dice- y calzados los pies con el celo por el Evangelio de la paz. ¿Te das cuenta de cuántos son los instrumentos de salvación indicados por el Apóstol? Todos ellos nos ayudan a caminar por una única senda y nos conducen a una sola meta. Con ellos se avanza fácilmente por aquel camino de vida que lleva al perfecto cumplimiento de los preceptos divinos. El mismo Apóstol dice también en otro lugar: Corramos con firmeza y constancia la carrera para nosotros preparada; llevemos los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe.
    Por ello es necesario que quien desprecia las grandezas de este mundo y renuncia a su gloria vana renuncie también a su propia vida. Renunciar a la propia vida significa no buscar nunca la propia voluntad, sino la voluntad de Dios y hacer del querer divino la norma única de la propia conducta; significa también renunciar al deseo de poseer cualquier cosa que no sea necesaria o común. Quien así obra se encontrará más libre y dispuesto para hacer lo que le manden los superiores, realizándolo prontamente con alegría y con esperanza, como corresponde a un servidor de Cristo, redimido para el bien de sus hermanos. Esto es precisamente lo que desea también el Señor, cuando dice: El que quiera ser el mayor que sea vuestro servidor, y el que quiera ser el primero que sea esclavo de todos.
    Esta servicialidad hacia los hombres debe ser ciertamente gratuita y el que se consagra a ella debe sentirse sometido a todos y servir a los hermanos como si fuera deudor de cada uno de ellos. En efecto, es conveniente que quienes están al frente de sus hermanos se esfuercen más que los demás en trabajar por el bien ajeno, se muestren más sumisos que los súbditos y, a la manera de un siervo, gasten su vida en bien de los demás, pensando que los hermanos son en realidad como un tesoro que pertenece a Dios y que Dios ha colocado bajo su cuidado.
    Por ello los superiores deben cuidar de los hermanos como si se tratara de unos tiernos niños a quienes los propios padres han puesto en manos de unos educadores. Si de esta manera vivís llenos de afecto los unos para con los otros, si los súbditos cumplís con alegría los decretos y mandatos, y los maestros os entregáis con interés al perfeccionamiento de los hermanos, si procuráis teneros mutuamente el debido respeto, vuestra vida, ya en este mundo, será semejante a la de los ángeles en el cielo.

Responsorio     Ga 5, 13; 1Co 10, 32

R. Vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el egoísmo; * al contrario, sed esclavos unos de otros por amor.
V. No seáis motivo de tropiezo ni para los judíos ni para los paganos ni para la Iglesia de Dios.
R. Al contrario, sed esclavos unos de otros por amor.


Oración

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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17:44
No tiene que ver con sentimientos sino con acciones de la voluntad: creo porque quiero creer. Sigo creyendo… porque confío y miro hacia delante. La fe es un caminar en el cual puede haber algunos tropezones. Pero Jesús nos advierte sobre una gran tentación: la de mirar melancólicamente hacia el pasado. Creyente es el que trabaja cada día en su conversión, sin desánimos. Es lo que explico en este video. https://www.youtube.com/watch?v=bmlWJDw_bwo   Los Judíos, durante el Éxodo, suspiraron por las (Para leerlo completo haga click en el título. )

16:29
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Sacerdote ejemplar, amigo generoso y desprendido, que viajó varias veces a Guatemala para ayudarnos en el Seminario de Sololá como profesor de mariología y catequética (años 1992, 1994 y 1997) y que también nos ayudó económicamente a sacar adelante a seminaristas provenientes de familias desfavorecidas; sacerdote que dedicó un tiempo importante de su vida a trabajar como misionero en Perú; párroco celoso y entregado, durante muchos años aquí en La Rioja y, en estos últimos, enfermo pegado a la cruz de Cristo.

Dios le pague esos trabajos suyos parroquiales y misioneros, su honda espiritualidad, su sobriedad, sus conocimientos teológicos, su amistad, su ejemplo sacerdotal, y los largos años de enfermedad.

Quiero agradecerle también su trabajo investigador en la teología y la espiritualidad y, en concreto, que el año 2006 publicara el precioso libro La virginidad perpetua de Maríaofreciéndonos una amplia y documentada visión del tema y, a partir de su magnífica profundización teológica, fundamentando el valor de la virginidad en general, y, sobre todo, en nuestros días, y su papel en el cristianismo actual. Concluyendo que esta virtud debe ser transmitida y ofrecida hoy como ejemplo de amor generoso y de consagración a Dios. 

¡Descansa en paz, querido hermano sacerdote y amigo Teófilo!

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Estoy de viaje por Teruel. Así que este post ha sido escrito el jueves por la noche y se publicará automáticamente el viernes por la noche, día de vigilia de carnes. Lo digo porque no tengo ni idea de lo que le haya pasado, a estas horas, al Sanchezsaurio que habíamos dejado rodeado de velocirraptors y atrincherado en la calle Ferraz disparando contra todo lo que se moviera. Su suerte me es totalmente indiferente. 

Mi único interés es ver como va avanzando el guión y qué música de fondo pone el partido. Aunque en estos momentos no creo, precisamente, que el Comité Federal se ponga de acuerdo en una sola banda sonora.

Pero toda esta historia de triceratops y mamenquisaurios pululando por Rajoyssic Park no tiene ninguna trascendencia para los cristianos. Ninguno de ellos nos defiende, todos están deseando hincar sus dientes en nosotros. Dado que es políticamente correcto para ellos pisarnos y devorarnos, somos muchos los católicos que queremos dejar bien claro que todas estas luchas entre ellos nos son indiferentes. 

Me resultan mucho más interesantes mis lecturas acerca de cómo Santiago Carrillo siguió su lucha para forjar un férreo yugo sobre el cuello de todos los españoles incluso en los años 80. Qué tenacidad la de ese individuo hasta 1985 por imponer su secta comunista contra toda evidencia de la realidad. Esa tenacidad en el mal es admirable y merecería algún tipo de monumento.

Cuanto daño ha hecho al Reino de Dios el marxismo. Ahora viene creciendo poco a poco el neoanarquismo, los antisistema y el bolivarianismo entre los jóvenes. Menudo panorama para los creyentes en el Evangelio.

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06:41

 

  1. En primer lugar, la revolución del Yo contra Dios: relativismo subjetivista

Como hemos podido ver, el principio de inmanencia o el “advenimiento del Yo” no sólo han sido el principio, sino la causa del resto de las tesis protestantes. Ese vuelco hacia la subjetividad y hacia la interioridad se disparará pocos años después de la “Reforma” tanto en su vertiente racionalista, fideísta o empirista. Se trata, en inmejorables palabras de Fabro, de un “subjetivismo dogmático” por el cual “el Protestantismo terminará inevitablemente en el anarquismo[1] a partir del cual “el acto de fe que termina por tragar o ahogar el elemento dogmático[2].

En palabras memorables ya lo denunciaba Pío XII:

 

“En estos últimos siglos… quisieron la naturaleza sin gracia… Cristo sí y la Iglesia no (Revolución humanista y protestante)… después Dios sí y Cristo no (Revolución liberal)… Al fin, el grito impío: Dios ha muerto (Revolución comunista)”[3].

Ese culto por el YO, hará del hombre un Dios-para-sí que, lejos de regresar a su formalidad “natural”, o “racional” lo desbarrancará a un lodazal sin límites. Es decir, el culto personal, no lo llevará nuevamente a un ámbito “natural” sino a uno alejado de éste. Pero, ¿por qué? -podríamos preguntarnos lícitamente- no vuelve el hombre, abandonando la gracia, al orden natural existente previo al cristianismo, por ejemplo? ¿por qué no vuelve a la sabiduría de los griegos o al orden romano?

La razón parece encontrarse en la misma idea de redención. En efecto, cuando Dios quiso irrumpir agresivamente en la historia, llegada la plenitudo temporum (Gál 4,4) la inteligencia humana fue elevada por la gracia haciendo al hombre “más hombre” (si se nos permite la expresión). Ahora, al volver a la propia interioridad subjetiva, el hombre vuelve como un Prometeo desencadenado no al manejo de sus pasiones, sino al desorden de las mismas.

Chesterton lo ha retratado con inmejorables palabras:

“Es imposible adorar a la humanidad, del mismo modo que resulta imposible adorar (…) (un) club; ambas son instituciones extraordinarias a las que puede darse el caso de que pertenezcamos. (…). Si suprimimos lo sobrenatural, lo que nos queda es lo antinatural”[4].

¿A qué se refiere el escritor inglés al decir, “nos queda lo antinatural”? A que, abdicando de la primacía de Dios, no se vuelve al hombre, sino que se cae incluso más. Veamos en palabras de Lutero cómo, volviéndose hacia sí, despreciaba la realidad anterior a él, como queriendo inventar la rueda:

“Lutero lo quiere, Lutero habla así. Lutero es un doctor por encima de todos los doctores de todo el papismo (…)[5]. “Aunque los santos Cipriano, Ambrosio y Agustín; aunque San Pedro, San Pablo y San Juan; aunque los ángeles del cielo te enseñen otra cosa, esto es lo que sé de cierto: que no enseño cosas humanas, sino divinas; o sea que todo lo atribuyo a Dios, a los hombres nada (…). Los Santos Padres, los doctores, los concilios, la misma Virgen María y San José y todos los santos juntos pueden equivocarse” (él no, claro)”[6].

La primacía del YO personal hará que la misma concepción de verdad se vea afectada. Verdad que no será ya conformidad del intelecto a la cosa, sino simplemente un producto de la voluntad:

“Lo que más llama la atención en la fisonomía de Lutero, es el egocentrismo: algo mucho más sutil, más profundo y más grave que el egoísmo; el egoísmo metafísico. El yo de Lutero se convierte prácticamente en el centro de gravedad de todas las cosas (…). ‘No admito, escribía en junio de 1522, que mi doctrina pueda ser juzgada por nadie, ni siquiera por los ángeles. Quien no reciba mi doctrina no puede llegar a salvarse’ (…). El yo de Lutero, era según él, el centro en torno al cual debía gravitar la humanidad entera; se convirtió a sí mismo en el hombre universal en quien todos debían encontrar su modelo. Abreviando, se colocó en lugar de Jesucristo”[7].

A lo que remata:

“Pero el caso de Lutero –se pregunta Maritain– ¿no nos muestra en lo real uno de los problemas contra los cuales se debate en vano el hombre moderno? Me refiero al problema del individualismo y de la personalidad[8] (…). Llegamos aquí al fondo del error inmanentista. Consiste éste en creer que la libertad, la interioridad, el espíritu, residen esencialmente en una oposición al no-yo, en una ruptura del adentro con el afuera: verdad y vida han de ser, pues, únicamente buscadas en lo interior del sujeto humano; todo lo que proviene en nosotros de lo que no es nosotros, o sea lo que proviene de otro, es un atentado contra el espíritu y contra la sinceridad. Y todo lo que es extrínseco a nosotros, significa la destrucción y la muerte de nuestro interior (…). Por consiguiente, para el individualismo protestante moderno, la Iglesia y los sacramentos nos separan de Dios; para el subjetivismo filosófico moderno la sensación y la idea nos separan de lo real”[9].

Haciendo del hombre el centro de la realidad y, mejor dicho, la única realidad “real”, es absolutamente necesaria la caída en la aislada interioridad. Para la cultura moderna sólo existe el Yo y es él quien posee los criterios de bien y de verdad. La norma de la verdad no es ya el objeto acerca del cual se emite un juicio, sino la psicología del sujeto, lo que se afirma en el ambiente, las condiciones culturales de una sociedad, etc. Toda verdad resulta relativa pues sólo es válida en relación con el sujeto que la piensa: el bien, la ética, la religión, etc., sólo valen lo que el hombre o el grupo de hombres quiera pagar por ellas según sus diversos condicionamientos; “en esta perspectiva, todo se reduce a opinión”[10], como dice Juan Pablo II.

Lewis, en una perla literaria titulada “El veneno del subjetivismo” señala que en la modernidad el hombre “no cree que los juicios de valor sean siquiera realmente juicios. Son sentimientos, o complejos, o actitudes, producidos en una comunidad por la presión de su ambiente y de sus tradiciones, y difieren de una comunidad a otra. Decir que una cosa es buena es simplemente expresar nuestro sentimiento hacia ella[11].

El mismo concepto de “afirmación” sin más, de “definición” puede ser para el hombre actual considerado obtuso; el sí, sí; no, no evangélico resulta para la cultura moderna como fascista e intolerante. “Todo es negociable”, afirma Rojas[12], pues no existe más “la verdad”, sino “mi verdad”, “tu verdad”, según las propias preferencias; “una verdad a la carta”. Es un nuevo código ético donde todo puede ser, alternativamente, positivo o negativo, haciendo imposible todo diá-logo por no existir un punto de encuentro con la cosa.

 

  1. Segunda caída: revolución de la sensibilidad contra la inteligencia

 

La segunda revolución se dará, según el esquema trazado, de la formalidad sensible a la racional. Lutero –ya lo hemos dicho– desconfiaba del papel de la inteligencia más allá del ámbito práctico. Nada de contemplación, nada de vida según las potencias superiores. Las frases ilustrativas resultan innumerables; veamos algunas de ellas:

“La razón se opone directamente a la fe, y deberían dejarla que se vaya; en los creyentes hay que matarla y enterrarla (…). Debes abandonar tu razón, no saber nada de ella, aniquilarla completamente; sin eso no entrarás nunca en el cielo (…). Hay que dejar la razón en su casa, pues es la enemiga nata de la fe. Nada hay tan contrario a la fe, como la ley y la razón. Precisamos vencerlas, si queremos alcanzar la beatitud”[13].

(La razón) “cuando trata de inmiscuirse en las cosas espirituales, es ceguera y tinieblas (…) solo pude blasfemar y deshonrar todo lo que Dios ha dicho y hecho (…) La razón es la prostituta del diablo, por su esencia y manera de ser, es una prostituta dañina (…) que debería ser pisoteada y destruida[14].

Un detalle a resaltar es que resulta llamativo que Lutero llame prostituta a la razón y que luego, la Revolución Francesa, hija de la luterana, la entronice exaltándola después en la catedral de Notre Dame de París. Es que, como decía Fraile más arriba, sólo se trata de acentuar uno y otro principio (la fe o la razón) desde la misma subjetividad.

De Aristóteles, quizás el pensador más grande de la Antigüedad y “maestro di color che sanno” decía:

Aristóteles es el baluarte impío de los papistas. Es a la teología lo que las tinieblas son a la luz. Su ética es enemiga de la gracia; es un filósofo rancio, un bribón que deberían meter en el chiquero o en la cuadra de los asnos… un calumniador sin vergüenza, un comediante, el más artero y astuto corruptor de los espíritus. Si no hubiera realmente existido en carne y en hueso, pudiera tenérsele, sin ningún escrúpulo, por el diablo en persona” (…). “Es imposible reformar la Iglesia si antes la teología y la filosofía escolástica no son arrancadas de raíz”[15].

Si la razón no sirve, sólo queda la sensibilidad. Es el hombre patas para arriba del que hablaba el padre Alberto Ezcurra siguiendo a Ovidio:

“Cuando Dios crea al hombre lo crea vertical (…). Esa creación del cuerpo del hombre vertical es un signo de lo que tiene que ser el hombre por adentro, en su alma (…). Dios lo creó con la cabeza arriba del corazón, con el corazón arriba del estómago, del sexo y de los pies. Y esa jerarquía del hombre vertical nos está indicando también lo que el hombre tiene que ser por adentro:

Arriba de todo está la cabeza; es decir, la inteligencia que me hace conocer la realidad y conocer la verdad. Y esa verdad que la inteligencia conoce se la muestra al corazón, es decir, a la voluntad; para que la voluntad ame lo que es verdadero y lo que es bueno. Y después vienen también las pasiones, los sentimientos y los instintos que, iluminados por la inteligencia y gobernados por la voluntad, sirven para que el hombre sea capaz de entusiasmarse por todo lo que es verdadero y por todo lo que es bueno.

Esa es la imagen del hombre como Dios lo creó: inteligencia que conoce la verdad, se la muestra a la voluntad como algo bueno y las pasiones y los sentimientos son gobernados por la voluntad y dominados por la inteligencia. Ahora bien, el hombre moderno es un hombre puesto “patas” arriba. Al hombre vertical que Dios creó se le opone un hombre invertido. ¿Qué es lo que está arriba? Arriba de todo están las pasiones, están los instintos, están los sentimientos. ¿Por qué se guía el hombre? “Me gusta”, “no me gusta”; “tengo ganas”, “no tengo ganas”; “¡qué lindo!”, “¡qué feo!”. Nos guiamos por los instintos. Y después viene la voluntad. La voluntad para satisfacer todos los caprichos de los instintos; y a la cola, abajito de todo, viene la pobre inteligencia. ¿Para qué? Para justificarme y decir que todo lo que a mí me gusta está bien”[16].

Al haber abdicado de la inteligencia, sólo resta que ésta funja de sierva de las pasiones, quedando el hombre imposibilitado del libre arbitrio en manos de un Dios predestinador. Max Weber ha explicado con maestría cómo esta concepción determinista del protestantismo llevará necesariamente al capitalismo moderno: si Dios ha dispuesto desde toda la eternidad que algunas personas se salven y otras se condenen, independientemente de lo que hagan, ¿no podrá descubrirse desde ahora cuál es su voluntad? Es decir, ¿cómo saber si uno se encuentra en estado de condenación o de salvación eterna? Pues bien: dado que Dios no se muda, no cambia, debe existir algún indicio que nos indique cuáles son los signos de la predilección divina en sus elegidos. ¿Cuáles serán? Pues sencillo: la prosperidad económica; el triunfo en esta vida: la prosperidad, así como se enseñaba en el Antiguo Testamento:

“Fui joven, ya soy viejo / nunca he visto a un justo abandonado,
ni a su linaje mendigando el pan. / A diario se compadece y da prestado;
bendita será su descendencia (…). Los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás”[17].

Calvino, el gran teórico del protestantismo (y su verdadero creador, según Belloc), instaurará este principio: los hombres deben intentar enriquecerse y, si lo hacen, es porque han sido elegidos por Dios; de lo contrario, es signo de que están condenados para toda la eternidad[18].

Pero aún queda una caída; la caída en la formalidad “cosa”.

  1. Tercera caída: la persona como objeto

Las raíces filosóficas y teológicas del Protestantismo, con su voluntarismo irracional, llevarán a que el hombre sea considerado simplemente un objeto, una cosa que, como tal, no dependa más que del arbitrio de otro más poderoso que dicten las leyes.

El orden de la ley eterna, ley divina, ley natural y ley positiva ha sido alterado o negado, admitiendo solamente la última como válida y fracturando la objetividad del Derecho sin más sustento que la voluntad del legislador, de allí que un filósofo del derecho como Kelsen, haya terminado por aceptar que no existe más ley que la positiva, incluso cuando no fuesen de su agrado, como las del régimen nazi.

Con peculiar estilo lo expresa Lewis:

 “Cualquiera se indignaría al oír decir a un alemán [nazi] que justicia era ‘lo que convenía a los intereses del tercer Reich’. Pero no siempre se recuerda que esa indignación carecería totalmente de fundamento si uno mismo considerase la moralidad como un sentimiento subjetivo que puede ser alterado a voluntad. A menos que haya algún patrón objetivo del bien, que abarque igualmente a los alemanes, a los japoneses, y a nosotros mismos —lo obedezca o no cualquiera de nosotros—, por supuesto que esos alemanes estarán tan autorizados para crear su ideología como lo estamos nosotros para crear la nuestra”[19].

Si la única regla del bien obrar es la voluntad política, alejada de la razón y dominada por caprichos positivos, lo que hoy pueda ser bueno o verdadero, mañana podrá ser malo y falso y la política, en el mejor de los casos, quedará gobernada por principios ideológicos sujetos al gobernante de turno. Por otra parte, el súbdito, no alcanzará su propio bien, sino en vistas del Estado, del cual será una parte cuasi accidental del todo y en lugar de ordenación del bien propio al bien común habrá subordinación -ontológica- de la parte al todo, así como la mano se subordina al cuerpo y la rama al árbol. El individuo “será” para el Estado porque sólo en él hallará su esencia, libertad y verdad (como individuo)[20], como un momento que halla su concreción. La persona en cuanto tal quedará convertida a objeto, y ella misma a su vez, a simple referencia a objetos (de placer, de estudio, etc.).

De la formalidad sobrenatural, entonces a la mera formalidad de cosa.

Conclusión

Decía Belloc en la introducción que dedicó a Chesterton en “Así ocurrió la Reforma”:

 

“(La reforma) no fue el incendio intencional de un noble edificio; menos aún la meritoria demolición de uno innoble. Se pareció más a un gran fuego destructor encendido por hombres que habitaban una casa y que, empeñados en un experimento violento que requería el uso de llamas, se hallaban demasiado excitados para percibir el riesgo que corrían. El experimento se realizó mal, y la mitad de las habitaciones de la casa resultaron quemadas hasta sus cimientos, y las demás se salvaron, pero chamuscadas y ennegrecidas”[21].

Eso fue el protestantismo: una herejía que, como confesión religiosa se encuentra en clara extinción (incluso más que la católica), pero que engendró una cultura que hoy subsiste en muchos aspectos.

Nos ha tocado habitar esa “mitad de las habitaciones” de las que hablaba Belloc; habitaciones chamuscadas, ennegrecidas y hasta abandonadas por sus propietarios; pero habitaciones de una casa fundada sobre Roca, que debe ser reconstruida y restaurada desde la verdadera religión que engendrará una verdadera cultura cristiana.

¿Cómo reformar nuestra cultura ante este barbarismo? ¿Cómo no plegarnos a ella? Hace apenas unas semanas le preguntaron lo mismo al cardenal Cafarra, a lo que respondió –y nosotros con él, para terminar- lo que creemos que es el inicio de la solución:

“Le diré con toda franqueza: yo no veo ningún otro lugar fuera de la familia, donde la fe que hay que creer y vivir pueda ser suficientemente trasmitida. Por otra parte, en Europa durante el colapso del Imperio Romano y durante las invasiones bárbaras posteriores, lo que hicieron los monasterios benedictinos entonces, del mismo modo puede ser hecho ahora por las familias de los que creen, en el reinado actual de una nueva barbarie espiritual (que es una) barbarie antropológica”[22].

P. Javier Olivera Ravasi

21/7/2016

Artículo completo, AQUÍ



[1] Cornelio Fabro, “La spiritualità protestante e il pensiero moderno”, en Dal Essere al essistente, 83.

[2] Ibídem, 72.

[3] Pío XII, 12/10/1952.

[4] Gilbert K. Chesterton, “La Navidad y los estetas” en Herejes, El Cobre, Madrid 2007, 80-86.

[5] Alfredo Sáenz, op. cit., 171.

[6] Ibídem, 145.

[8] Ibídem, 12).

[9]Ibídem, 31-32).

[10] Juan Pablo II, Fides et ratio, nº 5.

[11] C. S. Lewis, The Poison of Subjectivism, 73 (citado por Alfredo Sáenz, El hombre moderno. Descripción Fenomenológica, Gladius, Buenos Aires 1998, 128).

[12] Ricardo Rojas, El hombre light. Una vida sin valores, Planeta Argentina, Buenos Aires 1994, 28.

[13] Alfredo Sáenz, op. cit., 162.

[14] Alfredo Sáenz, op. cit., 161.

[16] Alberto Ezcurra, Los jóvenes y la sociedad de consumo.

[18] Calvino tomó lo que es una de las potencias más peligrosas y antiguas de la humanidad: el sentido de la fatalidad; lo asiló, lo convirtió en supremo y lo introdujo por la fuerza. Calvino aceptó la Encarnación, pero la obligó a encajar en el viejo horror pagano de la compulsión: Ananké… Dios se había encarnado para salvar a la humanidad, pero esa humanidad en las cantidades y los individuos para quienes Él había resuelto obrar. La idea de lo Inexorable se mantenía; los méritos de Cristo eran atribución y nada más. Dios era Causalidad y la Causalidad es un todo inmutable. Un hombre era condenado o salvado, y esto no dependía de él. El reconocimiento del mal como igual al bien, que se convierte rápidamente en la adoración del mal, la gran herejía maniquea fue enunciada por Calvino en una nueva forma extraña. En realidad no opuso los dos principios iguales, sino que presentó sólo un principio: Dios. Pero atribuyó a ese Único Principio todos nuestros sufrimientos, y para la mayoría de nosotros un sufrimiento eterno y necesario. Hizo que nuestro destino, bueno o malo, se igualara dentro de la Divinidad: creó una inmortalidad de perdición y una condenación de beatitud.

[19] C. S. Lewis, op. cit.

[20] Hegel, Filosofía del Derecho, pgf. 257.La sociedad entonces, no es para Hegel un todo práctico accidental de la categoría relación, sino una suerte de substancia que anonada, ingurgita, y aniquila a las personas. La cuestión de su bien no se plantea, formalmente; hay, por lo tanto en Hegel y al decir de Komar, una “participación aplastada”.

[21] Hilaire Belloc, Así ocurrió la Reforma, Thau, Buenos Aires 1984, 9-10.

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