“Estando sentado frente del arca de las ofrendas, observa a la frente que iba echando dinero: muchos echaban cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en al arca de las ofrendas más que nadie. Porque, los demás han echado de los que les sobra pero esta, que padece necesidad, ha echado todo lo que tenia para vivir”. (Mc 12,38-44)
Leer el Evangelio siempre resulta un peligro y también una esperanza.
Por ejemplo hoy, Jesús quiere llamarnos la atención sobre dos realidades fundamentales.
La primera lección: no se puede utilizar la religión como medio para crear nuestra imagen social.
La religión no es para endiosas a sus representantes.
La religión no es para rendir culto a los que están arriba.
La religión no es para endiosas a los hombres.
Sino para:
Reconocernos en lo que somos delante de Dios.
Reconocernos en lo somos de verdad y no en lo que aparentamos.
Reconocernos en lo somos y no en la imagen que proyectamos.
La religión es para mostrarnos el camino de Dios.
La religión es para revelarnos el misterio de Dios.
La religión es para llevarnos a Dios.
La religión es para rendir culto a Dios no a nosotros los hombres.
No se trata de que la gente nos admire a nosotros.
No se trata de que la gente nos rinda culto a nosotros.
Sino para que admire y adore a Dios.
Sino para que la gente rinda culto a Dios.
“¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que la gente los reverencie en las plazas!”
Uno de los grandes peligros que corremos todos es:
Utilizar la religión como endiosarnos a nosotros.
Utilizar la religión como un medio para que el resto nos llame “excelentísimo, reverendísimo”.
Utilizar la religión para justificar unos atuendos que nos destacan entre los demás.
“Esos recibirán una sentencia más rigurosa”.
La segunda lección que nos ofrece Jesús es:
Aprender a ver lo que los demás no ven.
Aprender a ver que lo pequeño, puede ser muy grande.
Aprender a ver que lo poco, puede ser mucho.
Aprender a ver que lo que nadie ve, es lo que gana el corazón de Dios.
Aprender a ver que los poco puede ser muchos para el corazón de Dios.
Aprender a ver que unos reales pueden ser millones para Dios.
Aprender a ver que detrás de unos reales puede estar toda una vida.
Muchos damos de lo que nos sobra.
Otros dan de lo que necesitan para vivir.
Muchos damos grandes cantidades que no duelen al bolsillo.
Otros dan dejando el bolsillo vacío.
Muchos damos de lo que nos sobre.
Otros son capaces de dar de lo que ellos mismos necesitan.
Muchos dan de sus riquezas.
Otros son capaces de dar de su pobreza.
Dios no es de los que mira a la chequera.
Dios es de los que mira al corazón.
Dios no es de los que miran lo que damos.
Dios es de los que miran cómo damos.
Dios no es de los que miran las cantidades.
Dios es de los que mira la calidad con que damos.
Hay muchos que pasan desapercibidos delante de los hombres.
Y que sin embargo, son los que tocan el corazón de Dios.
Dios no mira nuestras cuentas bancarias.
Pero Dios mira y se fija en la bondad y sinceridad y generosidad del corazón.
Clemente Sobrado C. P.
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