“El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado”. (Lc 16,9-15)
La vida está hecha de cosas sencillas.
Me encanta aquella canción de Palazón cuando dice:
“De cosas sencillas hablaba el Señor”.
La vida está hecha de esos pequeños detalles de cada día.
La vida está hecha de de esos pequeños rasgos apenas insignificantes.
A las personas nos las conocemos en las grandes cosas.
Las grandes cosas suelen servirnos más a nosotros para agrandarnos.
En cambio las cosas simples y sencillas pasan de desapercibidas, pero hacen más sabrosa la vida.
Los grandes gestos todo el mundo los ve y comenta.
De lo sencillo nadie habla ni hace publicidad.
Jesús mismo lo dice:
“El que es fiel en lo poco, también lo será en lo mucho”.
“El que es honrado en lo menudo, también lo será en lo importante”.
Es posible que muchos estaríamos dispuestos a dar la vida por Jesús.
Y luego, es posible que seamos capaces de regalar una sonrisa a los demás.
Es posible que muchos estaríamos a hacer grandes cosas.
Y luego, es posible que no tengamos tiempo para ir a Misa porque han venido unos amigos.
Es posible que muchos estaríamos dispuestos a brindar una buena ayuda para levantar la Iglesia Parroquial.
Y luego, es posible que seamos incapaces de darle a un pobre para unas medicinas.
Esposos capaces de dar la vida el uno por el otro en caso de peligro.
Pero incapaces de sonreírse cada mañana.
Esposos capaces de hacer grandes regalos el uno al otro el día de su santo.
Pero luego incapaces de hablarse después de una discusión tonta.
Esposos capaces de grandes heroísmos.
Pero luego incapaces de perdonarse esas pequeñas ofensas y heridas de cada día.
El camino de la vida está hecho de pasito a paso.
El camino del cielo también está hecho de pequeños detalles.
El camino del cielo no siempre es un caminos de mártires.
El camino del cielo sí está hecho de pequeñas confesiones en el grupo de los amigos.
El camino del cielo no siempre nos exige grandes heroísmos.
El camino del cielo sí está hecho de pequeñas bondades.
Las playas no están hechas de grandes rocas.
Pero sí de pequeños granos de arena.
Cuando vine una gran riada se lleva la tierra y las plantas.
En cambio, la pequeña llovizna impregna la tierra y hace crecer las hierbas y los trigales.
Yo sé que no puedo hacer grandes milagros para sanarte.
Pero sé que puedo acompañarte un rato para distraerte de tu enfermedad.
Yo sé que no puedo hacer grandes milagros para cambiar a nadie.
Pero sé que siempre podré tenderle mi mano y regalarle una sonrisa o invitarle a un café.
Yo sé que no puedo hacer grandes milagros para que no haya pobreza en el mundo.
Pero sé que sí puedo dar de comer hoy a un pobre que tiene hambre.
Esperar a hacer grandes cosas y grandes milagros, es esperar a lo que nunca harás.
Pero cada día podemos hacer pequeñas cosas que hacen felices a los demás.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo B, Tiempo ordinario
Publicar un comentario