Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Lunes de la 33 a. Semana – Ciclo A

“Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oí que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron, que pasaba Jesús el Nazareno. Entonces gritó: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí”. Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí”. Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” El dijo: “Señor, que vea otra vez”. Jesús le contestó: “Recobra a vista, tú fe te ha salvado”.(Lc 18,35-43)



Los milagros no son manifestaciones del poder de Dios.

Ni Jesús hace milagros para que la gente le admire.

Los milagros llevan por dentro una savia nueva.


Nos encontramos con un “ciego”.

“Sentado al borde del camino”.

“Pidiendo limosna”.


No es un ciego de nacimiento como en otra circunstancia.

Este nació viendo.

Este ya ha tenido vista, pero la ha perdido.

Y ahora que vive en las tinieblas grita que quiera “volver a ver”.

Se siente mal en la oscuridad de la ceguera.

No le importa que la gente le regañe, él grita cada vez más.

Es el dolor de no poder ver lo que un día veía.

No se hace a la oscuridad del no ver.


¿No pudiera ser el símbolo de tantos ciegos como abundan hoy?

¿No será esta una catequesis de cuantos han perdido la fe que un día tuvieron?

¿No será esta una catequesis de cuantos han abandonado su fe y ahora se sienten metidos en las tinieblas?


Hay muchos que nacimos viendo.

Hay muchos que recibimos el don de la fe en el bautismo.

Hay muchos que recibimos el don de la fe en la experiencia de la Iglesia.

Pero que luego la hemos perdido.

Luego hemos renunciado a ella.

Hemos preferido confesar que “ya no creemos”.

Hemos preferido confesar que “somos ateos”.

Hemos preferido confesar que ya “no vamos a Misa porque no creemos”.


Es posible que muchos se sientan a gusto en sus tinieblas y oscuridades.

Es posible que muchos prefieran las tinieblas a la luz.

Como también es posible que:

Muchos se sientan mal con ellos mismos.

Muchos se sientan mal fuera de a Iglesia, sentados al borde del camino.

Muchos se sienten mal pidiendo limosna a los que pasan.

Muchos que quisieran volver a ver.

Muchos que quisieran volver a creer.

Muchos que quisieran recobrar la fe perdida.

Muchos que gritan desde el fondo de su corazón pidiendo “volver a creer”.


¿Serán ateos todos los que así se llaman?

¿Serán incrédulos todos los que así lo dicen?

¿No habrá muchos incrédulos que, en un momento de sus vidas, quisieran creer de nuevo?

¿No habrá muchos que no saben cómo volver a encontrar el camino?

¿No habrá muchos que comienzan a sentir el vacío de Dios y ansían que alguien les lleve a Él?


Muchos han quedado ciegos en la propia familia donde no se practica nada.

Otros han quedado ciegos cuando ingresaron a la Universidad.

Otros han quedado ciegos arrastrados por el grupo de amistad.

Y ahora sienten la necesidad del regreso.

Sienten la necesidad de volver a creer.

Personalmente pienso que ni todos “son ateos”.

Ni se sienten a gusto en su ateísmo.

Que muchos ateos quien volver a creer.

Están hartos de estar sentados a la vera del camino sin saber quiénes pasan.

Están hartos de mendigar limosna y quieren vivir de la propia fe.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: ciego, compasion, curacion, fe, jerico, milagro
21:44

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