El Serantes se despojó hace días de los cuatro harapos de nubes que lo abrigaban y se recorta en el cielo, nítido y luminoso. El viento sur ha anulado la brisa del mar y la radio empieza a dar la matraca con la consabida afirmación de que "los más viejos del lugar no recuerdan una ola de calor semejante en pleno septiembre".
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