Con motivo de la Beatificación de Mons. Alvaro del Portillo he podido comprobar la verdad de un repetido dicho: "Los amigos de mis amigos son amigos míos también".
No conocía a este grupo de seminaristas sololatecos, que aparecen en la foto a la puerta de mi casa parroquial de Villamediana, con los Padres Juan Pablo y Rigoberto, pero, desde el primer abrazo de saludo, ya nos hemos sentido conocidos de siempre.
Y me he llevado una alegría sorprendente y muy consoladora escuchándoles decir que conocían mis libros y las mil anécdotas familiares de mi etapa de formador en Sololá. Así he sentido a estos alumnos de mis alumnos, un poco, alumnos míos también. Espero me disculpen por ello y me permitan considerarlos de esta manera apartir de ahorita.
Las pocas horas que hemos convivido me han dejado muy feliz. Espero que ellos las hayan disfrutado también, a pesar de las incomodidades. Ha sido un gusto acojerlos en mi humilde casa parroquial de Villamediana ¡Feliz regreso a Sololá, amigos!
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