Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Jueves de la 26 a. Semana – Ciclo A

“El virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: “A Juan le mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?” Y tenía ganas de ver a Jesús”. (Lc 9,7-9)


A mí me encantan los “hombres-preguntas”.

Si esos tipos que por donde pasan:

llaman la atención

despiertan la curiosidad,

despiertan preguntas.


Porque significa que son distintos al resto.

Que son diferentes a los demás.

Que su vida despierta interrogantes.

A diferencia de esos otros cuyas vidas son opacas, no dicen nada.

Cuyas vidas pasan en el anonimato.


Herodes, como el resto de la gente se siente tocada de la curiosidad sobre Jesús.

¿Quién puede ser ese hombre?

Se parece a los demás, pero su vida es diferente.

Se parece al resto, pero su modo de pensar es otro.

Se parece al resto, pero su modo de hablar tiene un algo particular.


Y todos se preguntan por él.

Incluso el mismísimo Herodes no las tiene todas consigo:

“¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?”


Hermosa experiencia para una evangelización eficaz.

Antes de que nosotros comencemos a hablar del Evangelio, nuestras vidas:

van despertando curiosidad.

van despertando preguntas.

van despertando inquietudes.

van despertando “ganas de ver a Jesús”.

van despertando “ganas de escuchar el Evangelio”.


Comenzamos por despertar el apetito.

Comenzamos por despertar la curiosidad.

Comenzamos por despertar preguntas en nuestro interior.


Una de nuestras inquietudes es:

¿Nuestras vidas dicen algo a los demás?

¿Nuestra mentalidad dice algo a los demás?

¿Nuestras actitudes dicen algo a los demás?

¿Cuántos, viéndonos, sienten “ganas de ver a Jesús?”

¿Cuántos, viendo como somos, siente “ganas de encontrarse con Jesús?”

¿Cuántos, viendo tan iguales y tan distintos, siente la curiosidad de “querer ver a Jesús?”


Cierto que se necesita la palabra evangelizadora.

Pero antes, se necesitaría de unas vidas que preparen en el camino de la palabra.

Hacer sentir que en nuestras vidas, hay un algo especial.

Que en nuestras vidas, hay algo diferente que inquieta, preocupa y despierta preguntas.

Se dice de San Agustín que leyendo las actas de los mártires, y veía a adolescentes de su vida por la fe, se preguntaba a sí mismo:

“Y si ellos sí, por qué no yo”.


Necesitamos cristianos testigos.

Necesitamos cristianos igual a todos y distintos a todos.

Necesitamos cristianos cuyas vidas despierten el deseo de “conocer y ver a Jesús”.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: cuestionamiento, curiosidad, testimonio
23:50

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