–Año nuevo, vida nueva.
–Y comenzó o recomenzó a rezar cada día la Liturgia de las Horas.
La dietética espiritual, es decir, la alimentación de la mente y del corazón por las lecturas y otros medios de comunicación debe ser considerada con una atención máxima. Tantas veces atiborramos y cebamos el alma con una cantidad abrumadora de noticias acerca de las criaturas, y la dejamos ayuna del conocimiento y de la memoria del Creador. Así comenzaba el artículo anterior de este pequeña serie; y así continúo.
Los textos cristianos del Oficio de lectura, que la Madre Iglesia nos da cada día como alimento espiritual en la Liturgia de las Horas, son una luz deslumbrante, que ilumina las tinieblas del mundo presente. En estos días de la octava de la Navidad son escritos muy especialmente luminosos, como corresponde al tiempo en que celebramos al Sol nacido de la alto, que vino al mundo por la Encarnación del Hijo divino, «para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz» (Lc 1,79). Son textos de la Sagrada Escritura y otros escritos tanto más venerables cuanto más próximos están a los Apóstoles, a los Padres apostólicos, a los Santos Padres…
–Día VI de la Octava de Navidad
Las Lecturas que la Madre Iglesia nos en este día, VI de la octava de la Navidad, son de San Pablo y de San Hipólito. Nuestro Señor, hoy, tempranito, antes del amanecer, me ha concedido leerlas –y como a mí, a tantos otros–, por pura gracia.
La primera lectura es un himno cristológico que San Pablo escribe en la carta a los Colosenses (1,15-2,3), hacia el año 60, menos de treinta años después de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, cuando todavía vivían otros Apóstoles y muchos testigos presenciales del mismo Jesús, de sus enseñanzas y milagros; y cuando la Iglesia naciente aún no salía de su asombro sagrado ante el misterio de la encarnación del Hijo de Dios, y ante su Cruz y Resurrección… Lean, escuchen las palabras que siguen: expresan el principio y el fin de toda la existencia humana, de todo el universo, son luz vivificante para todas las naciones y culturas: revelan el misterio de Jesús de Nazaret.
Cristo Jesús «es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visible e invisibles, Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz». Etc.
La segunda lectura es de un tratado de San Hipólito, Refutación de todas las herejías (10,33-34). El autor, presbítero romano, gran escritor, que murió mártir (+235). Una vez más la Iglesia mantiene hoy siempre viva, a través de los siglos, la palabra de sus más grandes maestros espirituales. Seguimos escuchando lo que fue escrito hace dieciocho siglos. Estas palabras son para nosotros mucho más importantes que todas las palabras que hoy puedan llegarnos por diarios y televisión, carta, internet y radio o por cualquier otro de los innumerables medios de comunicación hoy existentes, facebook, twiter, whatsapp-wasap, skype…
«No prestamos nuestra adhesión a discursos vacíos ni nos dejamos seducir por pasajeros impulsos del corazón, como tampoco por el encanto de discursos elocuentes, sino que nuestra fe se apoya en las palabras pronunciadas por el poder divino. Dios se las ha ordenado a su Palabra [encarnada], y la Palabra las ha pronunciado, tratando con ellas de apartar al hombre de la desobediencia, no dominándolo como a un esclavo por la violencia que coacciona, sino apelando a su libertad y plena decisión.
«Fue el Padre el que envió la Palabra al fin de los tiempos… Sabemos que esta Palabra tomó un cuerpo de la Virgen, y que asumió al hombre viejo, transformándolo. Sabemos que se hizo hombre de nuestra misma condición, porque, si no hubiera sido así, sería inútil que luego nos prescribiera observarlas como maestro… Y cuando contemples ya al verdadero Dios, poseerás un cuerpo inmortal e incorruptible, junto con el alma, y obtendrás el reino de los cielos, porque, sobre la tierra, habrás reconocido al Rey celestial. Serás íntimo de Dios, coheredero de Cristo, y ya no serás más esclavo de los deseos, de los sufrimientos y de las enfermedades, porque habrás llegado a ser dios.
«Porque todos los sufrimientos que has soportado, por ser hombre, te los ha dado Dios precisamente porque lo eres; pero Dios ha prometido también otorgarte todos sus atributos, una vez que hayas sido divinizado y te hayas vuelto inmortal. Es decir, conócete a ti mismo mediante el conocimiento de Dios, que te ha creado, porque conocerlo y ser conocido por él es la suerte de su elegido. No seáis vuestros propios enemigos, ni os volváis hacia atrás, porque Cristo es el Dios que está por encima de todo: él ha ordenado purificar a lo hombres del pecado, y él es quien renueva al hombre viejo, al que ha llamado desde el comienzo imagen suya, mostrando, por su impronta, el amor que te tiene».
¿Qué palabras llegarán hoy a nuestros hermanos?… En casa, calle, trabajo, metro, oficina, teléfono, por radio y televisión, periódico y revista, en noticias, imágenes y vídeos recibidos por internet en ordenadores y en tantos terminales informáticos hoy en uso, se ve el hombre informado, asediado, entretenido y deformado por una inmensidad de palabras, datos e imágenes.
Las rachas de viento superarán mañana los… Prisión para el joven que rompió una botella en la cabeza de… Se sugirió en el encuentro televisivo que la exuberante protagonista de L3A se hizo operar… Denuncia de la MsN contra la FFL por falsificación de documentos… Definitivo: se rompe el matrimonio de… Las fuerzas de CCC invaden el sur de MM… Impone el juez200 metrosde alejamiento a… Dimitido el entrenador del SAFEN… Suben un 2,7% las tarifas de… Victoria mínima del MM sobre el NN, suficiente para entrar en Europa… Escisión en el partido GGG, que da lugar a… Anciana atropellada el sábado pasado, sale de la UCI… Se ha visto cansado al Ibex 37, quedando al cierre en los 9.700 puntos… Denunciado el alcalde y el secretario de TdelR por… El parque de Augusta finalmente será remodelado… Tropas de ZF, armadas por AFA, atacan el norte de SSM… Mata a su novia y la arroja al pantano atada a una gran piedra… Aprobada la ley que impide la educación separada por sexos… Autobús de escolares cae por precipicio en Irak: 39 niños muertos… Taxista devuelve una cartera olvidada que… Hay en la ciudad 3.723 viviendas nuevas no vendidas ni alquiladas… Dos valores de Bolsa en negativo: CHUP, que se dejó un 0,8%, y PUF, que retrocedió un 1,2%… El Juez de instrucción imputa a todo el consejo de administración como culpable del fraude continuado de… Doce equipos disputarán la Copa de… Bronca en el Congreso: no pudo lograrse el acuerdo… Dudosa la recuperación de Gaspar: casi seguro que Martivelli no podrá contar con él para la final…
La Palabra divina se ve silenciada por un clamor continuo de palabrería humana. Hay en ese cúmulo de noticias –cientos y cientos cada día–, un predominio habitual de lo que es más trivial y negativo, de lo que está afectado por una habitual sordidez que parece insuperable. Y esta sobre-información, que muchas veces causa hastío y desesperación de la vida, causa con frecuencia al mismo tiempo una profunda adicción en los mismos que la repudian. Si un día se olvidó comprar el diario puede haber en la casa un gran disgusto. Y mientras tanto la televisión causa quizá en no pocos usuarios una reacción de crítica y de queja. Se dan cuenta de que en gran medida es basura, ¡pero al día siguiente continúan encadenados a ella! Las estadístisas hablan de 3 y 4 horas de media en el uso de la televisión, aunque resulta difícil creerlo…
–Domingo de la Sagrada Familia
De una alocución de Pablo VI, en su visita a Nazaret (5-I-1964).
«Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizá e una manera casi insensible, a imitar esta vida. Aquí se nos revela el método que nos hará descubrir quién es Cristo… Aquí todo habla, todo tiene un sentido. Aquí, en esta escuela, comprendemos la necesidad de la disciplina espiritual si queremos seguir las enseñanzas del Evangelio y ser discípulos de Cristo.
«¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret! ¡Cómo quisiéramos volver a empezar, junto a María, nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la vida y a la más alta sabiduría de la verdad divina! Pero estamos aquí como peregrinos y debemos renunciar al deseo de continuar en esta casa el estudio, nunca terminado, del conocimiento del Evangelio. Mas no partiremos de aquí sin recoger rápida, casi furtivamente, algunas enseñanzas de la lección de Nazaret.
«Su primera lección es el silencio. Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que sólo Dios ve.
«Se nos ofrece además una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social».
Se hace necesario elegir entre escuchar la Palabra divina o limitarse a la palabrería humana. Por supuesto que la caridad nos lleva a escuchar a nuestros hermanos, y más aún si están sufriendo o necesitados de ayuda. Pero «en el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, pero la tiniebla no lo recibió. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Éstos no han nacido se sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,1-18).
José María Iraburu, sacerdote
Post post.–De este mismo Jesús del que San Pablo en el año 60 y San Juan hacia el 90 o San Hipólito hacia el 200 dicen lo que hemos leído, del mismo, habla Pagola veinte o dieciocho siglos más tarde en la 10ª (décima) edición de su libro Jesús. Aproximación histórica (2013). Jesús es mostrado en esta obra como «buscador de Dios» y «creyente fiel». Su encuentro con Juan Bautista «para Jesús es un momento decisivo, pues significa un giro total en su vida»… «Al parecer, Jesús no tiene [no tenía] todavía un proyecto propio bien definido». El encuentro va a ocasionar en él «un cambio radical», «una conversión» (pg. 84-85). Sic… Quizá ustedes no se crean que está hablando Pagola de la misma persona de la que hablaron San Pablo y San Juan, y harán muy bien en no creerlo. Pero el libro se sigue vendiendo en casi todas las librerías católicas, también en muchas diocesanas, y va –creo que ya lo he dicho– por la 10ª edición…
¡Ven, Señor Jesús! ¡Venga a nosotros tu Reino!
Índice de Reforma o apostasía
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