Sobre el tema del plebiscito de la independencia catalana, pienso que el gobierno obra imprudentemente. Enrocándose en el NO, NO, NO, imposible, imposible, imposible.
Vamos a ver, ¿sería posible mantener la unidad si más del 50% de la población está a favor de la independencia? Por supuesto que no. Ni en España, ni en ningún país. Si algo nos ha enseñado la Historia es que sobrepasada cierta masa crítica, mantener la unión resulta un deseo irrealizable. Eso es un hecho, no una teoría.
Podemos discutir acerca de lo que es lo mejor si la unidad o la independencia, pero los hechos son los hechos.
Cerrarse totalmente a la posibilidad de la independencia, no tiene ningún sentido. Es mejor organizar el plebiscito como buenos amigos, en armonía, sin criarse mala sangre, que no arriesgarse a que la sangre llegue al río.
Yo siempre he defendido que la unidad es un valor preferible a la división. Por eso soy firme defensor de la Unión Europea. Y estoy seguro de que en el futuro, un futuro lejano, la Humanidad formará una unidad. Los países serán meras divisiones administrativas. Las naciones con sus odios, sus orgullos, su idolatría del patriotismo exacerbado, pasarán y nos parecerán cosas risibles, si no hubieran provocado tanto sufrimiento.
¿Alguien me puede decir que ganaron los millones de soldados alemanes enviados a la carnicería por el honor del Imperio Austrohúngaro?
¿Realmente valía la pena pagar el precio de lagos enteros de sangre, para que la línea de la frontera estuviera un poco más aquí o un poco más allá?
Por eso, señor Rajoy, humildemente le aconsejo que ceda y organice las cosas de común acuerdo, en buena armonía. Le aseguro que, sea cual sea el resultado, no se hundirá el mundo. Al día siguiente, seguirá amaneciendo como cualquier otro día.
Publicar un comentario