Martes 13 de Noviembre de 2018
De la feria
Verde.
Martirologio Romano: En Sevilla, en Hispania, san Leandro, obispo, hermano de los santos Isidoro, Fulgencio y Florentina, que con su predicación y diligencia convirtió, contando con la ayuda de su rey Recaredo, a los visigodos de la herejía arriana a la fe católica (+ 600 dC).
Martirologio Romano: En Sevilla, en Hispania, san Leandro, obispo, hermano de los santos Isidoro, Fulgencio y Florentina, que con su predicación y diligencia convirtió, contando con la ayuda de su rey Recaredo, a los visigodos de la herejía arriana a la fe católica (+ 600 dC).
Antífona de entrada cf. Sal 87, 3
Que mi plegaria llegue a tu presencia, Señor; inclina tu oído a mi clamor.
Oración colecta
Dios todopoderoso y rico en misericordia, aleja de nosotros todos los males, para que, sin impedimentos en el alma y en el cuerpo, cumplamos tu voluntad con libertad de espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Mira con bondad este sacrificio, Señor, y concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu Hijo, que ahora celebramos sacramentalmente. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Antífona de comunión cf. Sal 22, 1-2
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas y me conduce a las aguas tranquilas.
O bien: cf. Lc 24, 35
Los discípulos reconocieron al Señor Jesús al partir el pan.
Oración después de la comunión
Te damos gracias, Padre, por la eucaristía que nos ha alimentado; imploramos tu misericordia para que, por el Espíritu Santo, quienes recibimos la fuerza de lo alto perseveremos fielmente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Tit 2, 1-7a. 11-14
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito.
Querido hermano: Debes enseñar todo lo que es conforme a la sana doctrina. Que los ancianos sean sobrios, dignos, moderados, íntegros en la fe, en el amor y en la constancia. Que las mujeres de edad se comporten como corresponde a personas santas. No deben ser murmuradoras, ni entregarse a la bebida. Que por medio de buenos consejos, enseñen a las jóvenes a amar a su marido y a sus hijos, a ser modestas, castas, mujeres de su casa, buenas y respetuosas con su marido. Así la Palabra de Dios no será objeto de blasfemia. Exhorta también a los jóvenes a ser moderados en todo, dándoles tú mismo ejemplo de buena conducta. Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Palabra de Dios.
Comentario
En este párrafo de la carta se destacan los consejos sobre la sensatez y la sobriedad. Probablemente estos consejos se encuadran en el contexto que brindaba el ambiente de la sociedad grecorromana, una sociedad que con sus excesos y su vida disipada comenzaba a mirar sospechosamente al cristianismo. En medio de ese ambiente hostil, la carta exhorta a dar buen testimonio de vida.
Sal 36, 3-4. 18. 23. 27. 29
R. La salvación de los justos viene del Señor.
Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo: que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón. R.
El Señor se preocupa de los buenos, y su herencia permanecerá para siempre. El Señor asegura los pasos del hombre en cuyo camino se complace. R.
Aléjate del mal, practica el bien, y siempre tendrás una morada, pero los justos poseerán la tierra y habitarán en ella para siempre. R.
Aleluya Jn 14, 23
Aleluya. “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará e iremos a él”, dice el Señor. Aleluya.
Evangelio Lc 17, 7-10
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a sus discípulos: Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto y siéntate a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”.
Palabra del Señor.
Comentario
Jesús toma el modelo de la relación entre amos y esclavos de su época para hablarnos de lo que significa servir en el Reino de Dios. Servir es hacer nuestra tarea no para esperar el aplauso o la distinción, sino para que el Reino crezca cada día.
Oración introductoria
Padre ayúdanos a decir: "Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer".
Petición
Te suplico toda tu gracia y misericordia para poder ser humilde en lo más profundo de mi corazón para ser digno de presentarme ante Ti en esta oración.
Meditación
Hoy, la atención del Evangelio no se dirige a la actitud del amo, sino a la de los siervos. Jesús invita a sus apóstoles, mediante el ejemplo de una parábola a considerar la actitud de servicio: el siervo tiene que cumplir su deber sin esperar recompensa: «¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado?» (Lc 17,9). No obstante, ésta no es la última lección del Maestro acerca del servicio. Jesús dirá más adelante a sus discípulos: «En adelante, ya no os llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor. Desde ahora os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre» (Jn 15,15). Los amigos no pasan cuentas. Si los siervos tienen que cumplir con su deber, mucho más los apóstoles de Jesús, sus amigos, debemos cumplir la misión encomendada por Dios, sabiendo que nuestro trabajo no merece recompensa alguna, porque lo hacemos gozosamente y porque todo cuanto tenemos y somos es un don de Dios.
Para el creyente todo es signo, para el que ama todo es don. Trabajar para el Reino de Dios es ya nuestra recompensa; por eso, no debemos decir con tristeza ni desgana: «Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer» (Lc 17,10), sino con la alegría de aquel que ha sido llamado a transmitir el Evangelio.
Los hombres tendemos a convertir en "heroico" las cosas más ordinarias de nuestro deber. Nos llegamos a considerar "héroes" por llegar puntuales al trabajo o por respetar las señales de tráfico. Los niños creen que se merecen un premio por cumplir con sus deberes escolares... Sólo estamos haciendo lo que debíamos hacer.
También como cristianos se nos presenta esta tentación. Aunque nunca lo expresamos así, llegamos a creer que nosotros le hacemos un favor a Dios cuando rezamos, participamos en la Misa dominical, o cuando cumplimos los Mandamientos. Cristo nos ofrece este mensaje para prevenirnos de esta actitud, con la que nos olvidamos de que Él nos ha dado infinitamente más de lo que nosotros podemos ofrecerle.
Pero Dios no es un amo déspota y desconsiderado. No pensemos que al final de nuestra vida, después de haber trabajado y luchado sinceramente por Dios, seremos recibidos en el cielo con un seco y frío: "Sólo has hecho lo que tenías que hacer". Eso lo tenemos que decir nosotros, pero no lo dirá Él. Sus palabras las conocemos: dirá a quienes hayan vivido su mensaje: "Venid, benditos de mi Padre...". Y nos sentaremos con Cristo a gozar del banquete eterno.
¿Rezamos por la Iglesia, pero por toda la Iglesia? Es fácil orar pidiendo una gracia al Señor, para dar las gracias o cuando necesitamos algo. Encomendar al Señor la Iglesia, es una oración que hace crecer la Iglesia. Es también un acto de fe; no podemos hacer nada, somos siervos pobres, de la Iglesia. Él es quien puede mantenerla en marcha y hacerla crecer, hacerla santa, defender, protegerla del príncipe de este mundo y de lo que él quiere que la Iglesia se convierta en más y más mundana.
Propósito
Tener una actitud de humildad, agradeciendo a Dios todo lo que soy y lo que tengo, no por méritos propios, sino por su generosidad.
Diálogo con Cristo
Exigir con altanería «mis derechos», querer acaparar siempre la atención, buscar ser servido, son manifestaciones de mi orgullo. Señor, ayúdame a recordar siempre que sólo los humildes y los sencillos de corazón son los que están cerca de Ti y pueden poseerte. Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo.
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