Jamás se me ocurriría llamar por teléfono a una casa particular después de las diez de la noche o antes de las diez de la mañana, salvo caso urgentísimo de fuerza mayor. Me parece de educación elemental respetar la privacidad ajena incluso con el teléfono. Bien. Pues esto, norma no escrita pero asumida de manera bastante generalizada, es algo que vamos perdiendo.
Servidor es de los que piensan que debe estar disponible 24 horas ante las necesidades de sus fieles. El teléfono fijo jamás se desconecta y si no es posible atenderlo, un contestador informa del teléfono móvil del párroco, que jamás se apaga y que lo más que hace es quedarse en silencio durante las misas y poco más.
¿Cuál es el problema? Pues que la gente no sabe distinguir entre estar disponible para una necesidad especial (enfermo grave, catástrofe, incendio, accidente) y estar disponible para cualquier chorrada. Puedo recibir llamadas, las he recibido, después de las doce de la noche y antes de las siete de la mañana para preguntar si un día es de precepto. A mediodía, las dos, las tres, las cuatro de la tarde, para pedir información sobre bautizos. Hace no mucho, a las 14:30 h., una llamada solicitando fecha para un funeral. Contesté: ahora mismo no estoy en el despacho… Respuesta: ya, pero me lo podría mirar… Servidor: estoy con el arroz en el fuego. ¿No podría llamar a la hora del despacho?
Pues si lo del teléfono ha entrado en esta dinámica, lo de los WhatsApp es completamente de locos. No sé de dónde se han sacado la cosa de que con ese medio de comunicación no hay normas ni en horas ni en contenidos. También lo tengo con los avisos activados, porque me ha pasado, por ejemplo, que se haya producido una ausencia repentina en la capilla de la adoración o un cambio de turno y el WhatsApp para eso es útil.
El problema es cuando decides meterte en la cama a una hora prudente, la hora que sea, porque al día siguiente tienes que abrir la iglesia a las siete, y a las 00:30 h. un pitido que te taladra el cráneo. Saltas de la cama para encontrarte en el teléfono un simpático chiste sobre cualquier político. Qué rico el que te lo mandó. Las tres de la madrugada eran cuando me informaron, vía WhatsApp, que la señora de la guitarra no iría a tocar en misa de doce porque se encontraba indispuesta. Más o menos esa hora otro día cuando recibí la información de que se había apagado una vela de la capilla de adoración perpetua.
Mensajitos de esos recibo a cualquier hora y de cualquier tema, pero encima con exigencias. ¿Tú es que no lees los mensajes? Si tuviera que responder a cada mensaje, aunque solo fuera con un icono, no haría otra cosa en todo el día.
Ahora te queda una duda. O dejas el teléfono móvil con sonido como siempre, arriesgándote a no descansar, o lo dejas en silencio algunos ratos, pero claro, eso significa que si una vez te necesitan de verdad, lo mismo se quedan sin atención.
Por favor, educados y sensatos. ¿Ustedes se piensan que es normal mandar mensajes de esos de guasap, que diría Rafaela, a cualquier hora del día o de la noche y con cualquier tema? ¿Ustedes piensan que es de recibo hacer llegar a su cura, su amigo o su cuñada un guasap a la una de la madrugada con un “Dios te ama” o un chistecito por bueno que sea? ¿Es comprensible llamar por teléfono a cualquier hora para preguntar el horario de misas vespertinas? Eso antes se resolvía con una cosa llamada buena educación, de la que parece ser se han agotado existencias.
Publicar un comentario