De la feria
Verde.
Martirologio Romano: En la Campania, santa Juliana, virgen y mártir (s. inc.).
Antífona de entrada cf. Sal 30, 3-4
Señor, sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre, guíame y condúceme.
Oración colecta
Dios nuestro, que te complaces en habitar en los corazones rectos y sencillos, concédenos la gracia de vivir de tal manera que encuentres en nosotros una morada digna de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Que esta ofrenda nos purifique y renueve, Señor, y sea causa de recompensa eterna para quienes cumplen tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Sal 77, 29-30
Ellos comieron y se saciaron, el Señor les dio lo que habían pedido; no fueron defraudados.
O bien: Jn 3, 16
Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Oración después de la comunión
Saciados con el pan del cielo, te pedimos, Padre, la gracia de desear siempre este alimento que nos da la vida verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Gn 9, 1-13
Lectura del libro del Génesis.
Cuando finalizó el Diluvio y la tierra estuvo seca, Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles: “Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra. Ante ustedes sentirán temor todos los animales de la tierra y todos los pájaros del cielo, todo lo que se mueve por el suelo, y todos los peces del mar: ellos han sido puestos en manos de ustedes. Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento; yo les doy todo eso como antes les di los vegetales. Sólo se abstendrán de comer la carne con su vida, es decir, con su sangre. Y yo pediré cuenta de la sangre de cada uno de ustedes: pediré cuenta de ella a todos los animales, y también pediré cuenta al hombre de la vida de su prójimo. Otro hombre derramará la sangre de aquél que derrame sangre humana, porque el hombre ha sido creado a imagen de Dios. Ustedes, por su parte, sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y domínenla”. Y Dios siguió diciendo a Noé y a sus hijos: “Además, yo establezco mi Alianza con ustedes, con sus descendientes, y con todos los seres vivientes que están con ustedes con los pájaros, el ganado y las fieras salvajes; con todos los animales que salieron del arca, en una palabra, con todos los seres vivientes que hay en la tierra. Yo estableceré mi Alianza con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las aguas del Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra”. Dios añadió: “Éste será el signo de la Alianza que establezco con ustedes y con todos los seres vivientes que los acompañan, para todos los tiempos futuros. Yo pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi Alianza con la tierra”.
Palabra de Dios.
Comentario
“En el texto de Génesis, el arco iris es un signo de la soberanía de Dios sobre el orden natural y también una señal permanente de su promesa. Es como si el arco iris fuera una ‘ayuda memoria’: para Dios mismo, para recordarle su promesa, y para el hombre, para que recuerde la gracia de su Creador. El arco iris es símbolo de la ALIANZA entre Dios y la humanidad; e incluye también a todos los seres vivos”.
Sal 101, 16-21. 29. 22-23
R. El Señor miró a la tierra desde el cielo.
Las naciones temerán tu Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria, cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella; cuando acepte la oración del desvalido y no desprecie su plegaria. R.
Quede esto escrito para el tiempo futuro y un pueblo renovado alabe al Señor: porque él se inclinó desde su alto Santuario y miró a la tierra desde el cielo, para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R.
Los hijos de tus servidores tendrán una morada y su descendencia estará segura ante ti, para proclamar en Sión el Nombre del Señor y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan los pueblos y los reinos, y sirvan todos juntos al Señor. R.
Aleluya cf. Jn 6, 63c. 68c
Aleluya. Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida; tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya.
Evangelio Mc 8, 27-33
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas”. Entonces él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”. Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.
Palabra del Señor.
Comentario
Pedro, igual que el ciego que el evangelio nos presentaba ayer, está empezando a ver, pero todavía no claramente. Sus labios pueden decir: Tú eres el Cristo, es decir, el Mesías prometido, el Ungido de Dios. Pero en su visión de un Mesías no entran ni el rechazo de los dirigentes, ni el sufrimiento, ni la pena de muerte. Cuántas veces necesitamos, también nosotros, purificar nuestro modo de ver a Jesús. Y así salir del exitismo y el triunfalismo, y decidirnos a seguir al Mesías pobre y servidor.
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