La liturgia diaria meditada - “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino” (Lc 23, 35-43) 20/11



Domingo 20 de Noviembre de 2016
Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo
(S). Blanco

Esta fiesta celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que pueda transformar el mundo en el cual camina.

Antífona de entrada          Apoc 5, 12; 1, 6
El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A él pertenecen la gloria y el imperio para siempre.

Oración colecta     
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste restaurar todas las cosas por tu amado Hijo, Rey del universo, te pedimos que la creación entera, liberada de la esclavitud del pecado, te sirva y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Te ofrecemos, Señor, el sacrificio de la reconciliación de los hombres, y te pedimos humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblo los dones de la unidad y de la paz. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

Antífona de comunión        Sal 28, 10.11
El Señor reinará eternamente, él bendecirá a su pueblo con la paz.

Oración después de la comunión
Después de recibir el alimento de la inmortalidad, te pedimos, Padre, que quienes nos alegramos de obedecer los mandamientos de Jesucristo, Rey del Universo, podamos vivir eternamente con él en el Reino de los cielos. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

1ª Lectura    2Sam 5, 1-3
Lectura del segundo libro de Samuel.
Todas las tribus de Israel se presentaron a David en Hebrón y le dijeron: “¡Nosotros somos de tu misma sangre! Hace ya mucho tiempo cuando aún teníamos como rey a Saúl, eras tú el que conducía a Israel. Y el Señor te ha dicho: ‘Tú apacentarás a mi pueblo Israel y tú serás el jefe de Israel’”. Todos los ancianos de Israel se presentaron ante el rey en Hebrón. El rey estableció con ellos un pacto en Hebrón delante del Señor y ellos ungieron a David como rey de Israel.
Palabra de Dios.

Comentario
Dios ha mostrado al pueblo que David sería su rey, y el pueblo lo aclama y unge como tal. David es, entonces, el rey que deberá responder ante Dios ejerciendo su compromiso con este pueblo que lo ha aceptado.

Sal 121, 1-2. 4-5
R. ¡Vamos con alegría a la casa del Señor!

¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor!”. Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. R.

Allí suben las tribus, las tribus del Señor, según es norma en Israel, para celebrar el nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. R.

2ª Lectura    Col 1, 12-20
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.
Hermanos: Demos gracias al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. Porque él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el reino de su Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados. Él es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él. Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él. Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en él residiera toda la plenitud. Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios.

Comentario
El canto reconoce la grandeza y majestuosidad de Jesús, el cual no recibe el honor por esos atributos, sino porque ha servido a la reconciliación y la paz de los pueblos.

Aleluya        Mc 11, 9-10
Aleluya. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! Aleluya.

Evangelio     Lc 23, 35-43
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Después de que Jesús fue crucificado, el pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes burlándose decían: “Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!”. También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: “Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!”. Sobre su cabeza había una inscripción: “Éste es el rey de los judíos”. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro lo increpaba, diciéndole: “¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo”. Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Él le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Palabra del Señor.

Comentario
Jesús es mostrado como un rey vencido. Ha perdido, y por lo tanto es ajusticiado. Sin embargo, detrás de esta violencia e injusticia, un hombre que no merece tener crédito de nadie, reconoce la realeza del vencido. No necesitó haber sido librado de su dolor para creer. Misteriosamente, en su dolor, vio al Rey que moría junto a él.

Oración introductoria
Señor mío, Tú eres mi Dios, mi Señor, mi Redentor. Quiero que seas mi Rey, mi Dueño. Toma mi libertad, mi voluntad, mi mente y mi corazón. Quiero que Tú imperes en mí con la fuerza de tu bondad, de tu misericordia y de tu caridad. Aleja de mi alma todo aquello que me separa de Ti y ven a instaurar tu Reino en mi corazón.

Petición
Jesús, ayúdame a luchar todos los días para hacerte reinar más en mi corazón y en el de los demás. ¡Venga tu Reino!

Meditación 

1.- Tuvo como trono la cruz. Aunque la fiesta de Cristo Rey fue instituida por el Papa Pío XI en 1925 para luchar contra la sociedad laicista y exaltar la primacía de Jesucristo, fue muchas veces mal entendida. Desde hace unos años se trasladó su celebración del último domingo de octubre al último domingo del Año Litúrgico, para significar la culminación de nuestra salvación. ¿Tiene sentido celebrar hoy esta fiesta? Por supuesto que sí, porque lo que queremos celebrar es que Jesucristo debe ser lo más importante de nuestra vida, debe reinar en nuestro corazón. Sólo así le seguiremos con todas nuestras fuerzas y podremos gozar de su amor. Un rey existe para servir a su pueblo, el espíritu de servicio a la comunidad es lo que justifica su ser. Así lo hizo Jesús, que tuvo como trono la cruz, como cetro una simple caña, como manto una ridícula túnica de color púrpura y coronó su cabeza con una corona de espinas. ¿Podía ser Él el rey de los judíos? Indudablemente, su reino no era de este mundo, pero sí para este mundo. El escepticismo de Pilato ante la verdad coincide con el agnosticismo que muchos dicen profesar en nuestro tiempo. ¿Es que es imposible encontrar la verdad? Sin embargo, la verdad se encuentra dentro de ti, como testimonió el gran buscador de la verdad Agustín de Hipona. No te desparrames, entra en ti mismo y la encontrarás. La Verdad es el propio Jesucristo, deja que El ilumine tu oscuridad y se disiparán todas tus dudas.

2. Mi reino no es de este mundo. En los evangelios nunca aparece definido en términos claros el reino de Dios. En las parábolas sobre el reino se nos dice que el reino de Dios es como un grano, una semilla que se siembra y va naciendo y creciendo muy lentamente (Mt 4, 26), o como el grano de mostaza (Mt 11, 28), o como una realidad que ya está entre nosotros, ¿el mismo Jesús?, (Lc 7, 21), o como una realidad que se hará del todo presente después de la parusía, de la segunda venida del Señor. Quizá, en esta reflexión homilética, lo más importante sea que cada uno de nosotros vea y examine en su conciencia en qué sentido Jesucristo es para él rey, en la vida pública y privada, y qué pide él cuando reza todos los días “venga a nosotros tu reino”. Para mí, Jesucristo es mi rey porque manda en mi corazón y en mi conducta diaria, y quiero que venga a nosotros su reino porque quiero que Jesucristo sea el modelo de hombre que viva en mi sociedad. Quiero que Jesucristo sea para todos nosotros modelo de vida, camino directo para llegar al Padre, testigo de la única y verdadera verdad que merece la pena defender; quiero que en nuestro mundo Jesucristo sea visto como el auténtico rostro misericordioso de nuestro Padre Dios. Quiero que venga pronto a nosotros “su reino”, es decir, un reino de paz, de justicia, de amor; un reino en el que todos podamos vivir como hermanos y como auténticos hijos del único Dios verdadero.

3.- Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. La Iglesia, nuestra Iglesia cristiana y católica, no es del Papa, ni de los cardenales, ni de los obispos; nuestra Iglesia es de Cristo. Cristo es la cabeza de la Iglesia, todos los cristianos somos su cuerpo. A la largo de la historia cristiana muchos cristianos han actuado como si la cabeza de la Iglesia fuera el Papa, no Cristo, y de este error han surgido muchas divisiones, muchos enfrentamientos y muchas guerras. Hoy, gracias a Dios, todos los cristianos buscamos más la unión, queriendo tener como única cabeza de la Iglesia a Cristo y a su evangelio. Caminemos todos nosotros en esta dirección, anteponiendo lo que nos une a lo que nos separa, considerando a Cristo como nuestra única cabeza y esforzándonos todos nosotros en ser su verdadero cuerpo, miembros del único cuerpo místico de Cristo. Consideremos hoy todos los cristianos a Cristo como nuestro único camino, nuestra única verdad, nuestra única vida. Sólo así podremos celebrar este último domingo del año litúrgico, fiesta de Cristo Rey del Universo, con la debida dignidad cristiana.

4.- Jesús reina sirviendo a toda la humanidad. Su trono es la cruz, su cetro una caña, su manto es una túnica pequeña de color púrpura, su corona es de espinas. En su reino los últimos son los primeros y los primeros los últimos. Ahora comprendemos por qué hace unas semanas nos decía el evangelio que el reino no vendrá espectacularmente, sino que está dentro de nosotros. Tú puedes ser constructor del reino si trabajas por la paz y la justicia, si eres capaz de servir como Jesús, de perdonar como El, de luchar en favor de la vida y de la fraternidad. Cristo es la cabeza del cuerpo de la Iglesia. Nosotros somos sus miembros. Todos los creyentes, no solo los actuales, sino también los que existieron antes de nosotros y los que han de existir después hasta el fin del mundo pertenecen a su cuerpo, del que Él es la Cabeza. En este "Cristo total" todos los bautizados asumimos la misión y el destino de Cristo: hacer posible ya aquí la realidad del reino y esperar con confianza que un día resucitaremos con El.

Propósito
Asistir, preferentemente en familia, a la Sagrada Eucaristía que celebra hoy a Cristo Rey.

Diálogo con Cristo 
Señor, somos súbditos fieles tuyos, del Rey de reyes. Estamos comprometidos a ser los dispensadores de tu paz, de tu perdón, de tu amor. Ahora, nos toca la lucha de cada día, e ir teñidos en sangre, como nuestro Rey en el pretorio de Pilato y en la cruz. ¿El día de mañana?..., nos tocará ceñir corona de oro y manto de púrpura, como Tu, el Rey inmortal de los siglos....

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