Jesús nos exhorta a la vigilancia porque el amor nunca duerme (Cf Cant 5,2), y, no debemos olvidarlo, el enemigo está siempre al acecho (Cf 1 Pet 5, 8). Quien ama de verdad está siempre pendiente del ser querido, velando el sueño del hijo enfermo...
El cristiano debe aguardar confiadamente al Señor que puede presentarse en cualquier momento. "Y como no conocemos ni el día ni la hora, es necesario, según la amonestación del Señor, que vigilemos constantemente para que, terminado el plazo de nuestra vida terrena (Heb 9,27), merezcamos entrar con Él a las bodas y ser contados entre los elegidos" (L. G., 48).
"A la vigilancia se opone la negligencia o falta de solicitud que procede de cierta desgana de la voluntad" (S. Tomás de Aquino). Estamos vigilantes cuando hemos adquirido el hábito de preguntarnos a lo largo de la jornada: ¿estoy haciendo lo que debo y estoy en lo que hago poniendo los cinco sentidos?
Espíritu de examen que nos lleve igualmente a dedicar unos minutos, antes de entregarnos al descanso, para hacer balance del día y analizar cómo nos hemos comportado con Dios, con los demás, y con qué intensidad y sentido de la justicia hemos realizado nuestro tarea cotidiana.
"Mira tu conducta con detenimiento, aconseja S. Josemaría Escrivá. Verás que estás lleno de errores, que te hacen daño a ti y quizá también a los que te rodean. Recuerda, hijo, que no son menos importantes los microbios que las fieras. Y tú cultivas esos errores, esas equivocaciones -como se cultivan los microbios en el laboratorio-... Y, después, esos focos infectan el ambiente".
¡Cuántas veces los pequeños y continuos descuidos han llevado a fracasos ruidosos! "Nadie atribuya su descarrío, nos dice Casiano, a un repentino derrumbamiento... El derrumbamiento -se lee en los Proverbios- viene precedido de un deterioro, y éste por un mal pensamiento (Prov 16,18). Sucede lo mismo que con una casa: se viene abajo un buen día sólo en virtud de un antiguo defecto en los cimientos, o por una desidia prolongada de sus moradores. Gotitas muy pequeñas penetran imperceptiblemente corroyendo los soportes del techo; y gracias a esa falta de atención repetida, se agrandan los boquetes y los desperfectos. Después la lluvia y la tempestad penetran a mares".
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 12, 23-48)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: –No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre. Pedro le preguntó: –Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos? El Señor le respondió: –¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar», y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
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