“Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá, porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre”.”Si vosotros que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo piden?” (Lc 11,5-13)
Jesús sigue insistiendo en la oración.
La oración como medio de relación con Dios Padre.
Conviene que nuestra oración esté marcada siempre por la experiencia del Padre.
Y la experiencia del Padre es la que da fuerza a la oración.
Ningún Padre niega nada a su hijo.
Ningún Padre da cosas malas a su hijo.
La oración implica:
Pedir.
Buscar.
Llamar.
Pedir: hay cosas que necesitamos pedir.
No siempre sabemos pedir.
No siempre pedimos lo que nos conviene.
No siempre pedimos lo que nosotros creemos necesitamos.
Y a pesar de que Jesús nos dice “Pedid y recibiréis”, no significa que siempre recibamos lo que pedimos, porque muchas veces como los discípulos “no sabemos lo que pedimos”.
Pedir no significa convertir a Dios en un almacén de respuestas.
Hay cosas que no le compete a Dios darnos.
Le pedimos “trabajo”, pero eso no depende de Él.
Le pedimos “salud”, pero eso depende más de los médicos y medicinas.
Le pedimos “no muera la abuelita de 99 años”, pero la edad condiciona nuestra vida y Dios tendría que hacer milagros.
Le pedimos por alguien que es muy bueno, y si no nos atiene, se lo echamos en cara.
Yo pienso ¿y no era bueno Jesús?
Y sin embargo no le evitó la muerte, que dependió de la voluntad de los hombres.
Sin embargos la oración comenzará siempre por “pedir”.
Se nos conceda o no.
Dios siempre escucha. Y si no concede lo que le pedimos, sí nos concederá el cambio de nuestro corazón.
El pedir nunca es inútil.
Pero pidamos siempre “si es tu voluntad”, “si me conviene”, “si entra en tus planes”.
Buscar:
Es la condición del hombre.
El hombre vive buscándose a sí mismo.
Vive buscando a los demás.
Vive buscando a Dios.
Vive buscando a verdad.
La oración de “búsqueda” responde a la condición del hombre.
Tardaremos pero terminaremos encontrando.
Nosotros nos movemos en el tiempo y nos fastidia tener que esperar.
Dios se mueve en “eternidad” y por eso siempre tiene tiempo, aunque tenga que esperar.
Llamar: una de las mejores oraciones es la de “llamar”.
Porque el que llama espera que alguien esté dentro.
El que llama espera que alguien le responda desde dentro.
El que llama espera que alguien le abra la puerta.
Cultivamos mucho la “oración de petición”.
Pero cultivamos mucho menos la oración de búsqueda y de llamada.
Oramos menos para buscarle a El.
Oramos menos para buscar el camino propio.
Oramos menos para buscar a los demás.
Y cultivamos menos la “oración de llamada”.
Llamar a Dios cuando nos sentimos abandonados.
Llamar a Dios cuando nos sentimos vacíos.
Llamar a Dios cuando nos sentimos solos.
Llamar a Dios cuando nos sentimos necesitados.
Nuestra oración nunca caerá en el vacío.
Porque Dios siempre escucha y responde.
Y la gran respuesta de Dios es darnos su “Espíritu Santo”.
Que posiblemente no lo pedimos y es lo que más necesitamos.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo B, Tiempo ordinario
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