1. – Puedes ser río. Pero necesitas sentir que tu vida está unida a un manantial lejano, tal vez perdido entre las rocas de una montaña. Pero ese pequeño manantial es tu fuente de vida. ¿Será Dios el manantial que se hace río en tu vida? ¿Será Dios el manantial que hace río tu vida?
2.- Puedes ser río. Pero el río corre abierto a otros riachuelos que lo van engrosando. Tu vida no es un caminar en solitario. Por donde vas, cada hombre que se te cruza en el camino, es un pequeño afluente que si sabes aprovecharlo bien te enriquece, te hace cada vez más grande. Los demás se hacen ríos en el río de tu vida.
3.- Puedes ser río. Pero el río camina siempre con su vientre abierto a todas las aguas que quieran unírsele. Tú serás río en la medida en que no vivas encerrado en ti mismo, sino abierto a todos. Comienza por vivir abierto hoy a esa agua que te aportan los tuyos en casa. Piensas que es poca cosa. Sin embargo, terminarán haciéndote más grande a ti.
4.- Puedes ser río. Pero el río no es egoísta. Se deja embalsar para regar los campos. Déjate remansar también tú y tu vida podrá regar otras vidas. Tu vida podrá ser vida para muchas vidas que esperan tu agua, tu corriente fresca y limpia.
5.- Puedes ser río. Pero el río al pasar, deja vida por donde pasa. A sus orillas crece la naturaleza, la vegetación. Tú, al pasar por la vida, ¿estás dejando vida? ¿Crece la vida por donde pasas? ¿Crecen las vidas al paso de la tuya? ¿Vas dejando vida con mayor vida?
6.- Puedes ser río. Pero el río tiene vida dentro, peces, truchas. ¿Eres río que dentro llevas vida? ¿Tu vida es rica interiormente? ¿O te pareces más al Mar Muerto donde no hay señal alguna de vida? La vida del río se alimenta del mismo río. ¿Tienes dentro de ti suficiente vida para alimentar tu vida cada día?
7.- Puedes ser río. Pero hay ríos hondos y ríos con muy poca hondura. Hay vidas con una vitalidad muy honda, y hay vidas que son puro cristal de superficialidad. ¿Cuánta es la hondura que tiene tu vida? ¿Quieres responderte? Averigua cuánta vida puedes cargar encima de ti sin hundirte tú mismo.
Clemente Sobrado C. P.
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