Doy gracias a Dios por la intensidad y por la gracia de haber podido vivir este año jubilar teresiano. En él he visitado en Ávila la casa natal de la santa; la exposición "Las Edades del Hombre" sobre ella; y su sepulcro en Alba de Tormes; he releido su biografía, el Libro de Su Vida y sus bellos poemas; y dos novelas, que se han escrito este año, sobre ella; pero, sobre todo la he tenido como intercesora y ejemplo de santidad y vida de oración.
Gracias, Teresa, por tantas gracias con motivo de tu nacimiento hace quinientos años, gracias.
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