Del Vatican Insider
“Decir que Junípero Serra fue un genocida es ridículo y una tontería, además de una premisa desmentida por las más acreditadas investigaciones”. Esa fue una de las frases que resonó este sábado en el Pontificio Colegio Norteamericano de Roma, durante una jornada de reflexión dedicado al “apóstol de California” que concluyó con una misa celebrada por el Papa. En ella Francisco recordó la heroica empresa evangelizadora del religioso español, al cual calificó como “uno de los padres fundadores” de Estados Unidos.
Aquella frase fue pronunciada por Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, uno de los oradores de la mañana. En su conferencia denunció una sistemática estrategia encaminada a borrar la herencia hispana de la historia estadounidense, producto de un “prejuicio malintencionado”.
“El error de los pensadores, como Samuel Huntington, es creer que la única identidad de Norteamérica es anglosajona y protestante. La recuperación de la herencia hispana es imprescindible para una más completa visión del origen de los Estados Unidos”, insistió.
El anunciado reconocimiento de Serra (1713-1784) como santo de la Iglesia católica, ha revivido las polémicas históricas. El Papa lo canonizará el próximo 23 de septiembre en Washington. Otro de los oradores de este día, el fraile Vincenzo Criscuolo, catalogó a las controversias como “ideológicas” y advirtió que las mismas “recuperan viejas acusaciones, injustificadas y superficiales”, que están “históricamente superadas”.
Lamentó que el “prejuicio anticatólico de los historiadores de finales del siglo XIX y principios de siglo XX” haya expandido versiones “arbitrarias” y “evidentes manipulaciones de muchos datos documentales”.
Además recordó el Reporte Serra, que incluyó entrevistas con ocho historiadores distintos y el cual concluyó: “Todos, aunque partiendo de posiciones distintas en el campo historiográfico, concordaron que Serra no sólo no abusó de los indígenas, sino que trató de defenderlos de las pretensiones de las autoridades políticas y militares españolas, evitando los riesgos de una supresión de la cultura preexistente a la llegada de los europeos”.
“Serra y los franciscanos estaban preocupados del hecho que los conquistadores habrían dominado a los indígenas en modo opresivo; de que los propietarios de las tierras españoles, los mineros y los soldados, los habrían juntado para llevarlos a la muerte. Por eso fundaron las misiones como lugar seguro, donde proteger y convertir a los indígenas. En definitiva y esta es la conclusión de la seria historiografía disponible: Serra y sus misioneros no fueron, en algún modo, persecutores y opresores de los nativos americanos sino sus defensores”, insistió.
La jornada de reflexión concluyó poco antes de la llegada del Papa Francisco al Colegio Norteamericano, donde fue recibió por cardenales y obispos estadounidenses. En la capilla de la residencia celebró la misa acompañado también por clérigos mexicanos. En su sermón constató que a menudo los católicos “examinan escrupulosamente” los “límites y las miserias” de los misioneros.
“Pero me pregunto si hoy somos capaces de responder con la misma generosidad y con la misma valentía a la llamada de Dios, que nos invita a dejar todo para adorarlo, para seguirlo, para encontrarlo en el rostro de los pobres, para anunciarlo a quienes no han conocido a Cristo y, por eso, no se han sentido abrazados por su misericordia”, cuestionó.
Aseguró que Junípero, como tantos otros misioneros, defendió los indígenas de los abusos de los colonizadores. Todos ellos, aclaró, llegaron a Florida y California mucho antes que los peregrinos de Mayflower, que después fundaron los Estados Unidos.
Subrayó tres aspectos de la vida de Serra: su empuje misionero, su devoción mariana y su testimonio de santidad. “¿Qué llevó a fray Junípero a abandonar su patria, su tierra, su familia, la cátedra universitaria, su comunidad franciscana de Mallorca, para ir hacia los extremos confines de la tierra? Sin duda, la pasión por anunciar el evangelio”, estableció.
Precisó que antes de ir a California, Junípero quiso ir a entregar su vida a Nuestra Señora de Guadalupe y a pedirle por la misión que estaba por emprender. Y llevó la imagen de la Virgen a las 21 misiones que fundó. “Desde entonces, Nuestra Señora de Guadalupe se convirtió, de hecho, en la patrona de todo el Continente Americano. No es posible separarla del corazón del pueblo americano. Ella constituye la razón común de este continente”, explicó.
Definió al religioso como “uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, santo de la catolicidad y especial protector de los hispanos del país”. Y citó una lista de otros santos evangelizadores de América: desde Santa Rosa de Lima y Santa Teresita de los Andes hasta Miguel Agustín Pro y Óscar Arnulfo Romero, pasando por Juan Diego, Rafael Guízar Valencia, Alberto Hurtado y José Gabriel “el cura” Brochero.
Invocó la protección de fray Junípero y los demás santos americanos, para que lo guíen en sus próximos viajes por Sudamérica (en julio) y Norteamérica (en septiembre). Al terminar la celebración agradeció la calurosa acogida y deseó que sea una “bella y significativa premisa para su viaje a Estados Unidos”. En cambio recibió como regalo una reliquia de Serra de manos del arzobispo de Los Ángeles, José Gómez.
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