Que no se pierda el recuerdo, que lo guarde la memoria, de los mártires de Cristo, que cambiaron nuestra historia.
Al Obispo Oscar Romero, por su arrojo y valentía, al pie mismo del Altar, le arrebataron la vida.
Su sangre es una semilla, que produce nueva vida y su ejemplo es una luz, que las tinieblas disipa.
Que interceda desde el cielo y cure nuestras heridas y que consiga la paz, que su pueblo necesita.
Que no se pierda el recuerdo, que lo guarde la memoria, de los mártires de Cristo, que cambiaron nuestra historia.
Mártires del siglo XX, semilla caída en tierra, en este nuevo milenio levadura de la Iglesia.
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