Del Vatican Insider
El cambio climático es real y está comprobado científicamente. No tiene sentido discutir su existencia. Se debe debatir, más bien, qué modelo de desarrollo quiere la humanidad para el futuro. Son consideraciones de Felipe Calderón Hinojosa, ex mandatario de México y actual presidente de la Comisión Global de Economía y Clima. Él participó en Roma de una conferencia y, junto con otros expertos, fue recibido en audiencia por el Papa Francisco.
Poco más de 20 minutos duró el encuentro, en la Casa Santa Marta del Vaticano. La comitiva, de seis personas en total, tomó parte después del encuentro titulado “La nueva economía global”, en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. Entrevistado al margen, Calderón anticipó que la próxima encíclica de Bergoglio “provocará controversias”.
¿Qué espera de la próxima encíclica del Papa Francisco sobre el medio ambiente?
Es el seguimiento de varios llamados de atención que han venido desde la cátedra de Pedro. El Papa Pablo VI ya hablaba de temas que hoy se conocen como sustentabilidad. Hubo un documento muy importante de Benedicto XVI sobre el tema y ahora una encíclica que indicará este compromiso del cristiano con respecto no sólo a los demás, el prójimo más afectado por las consecuencias climáticas que son los más pobres, sino también el compromiso con la creación, que pocas veces hemos tomado con la seriedad debida. Me alegra que el Papa Francisco, haya asumido uno de los temas medulares para la humanidad. Dos problemas amenazan el bienestar de la humanidad en el futuro: la brecha entre ricos y pobres, y la brecha entre el hombre y la naturaleza. El Papa está contribuyendo poderosamente a cerrar las dos.
¿La encíclica reforzará la lucha contra el cambio climático?
Definitivamente. No estará exenta de controversia, lo cual será un síntoma de que va en el camino correcto. Tienen que moverse muchos intereses, tienen que tocarse muchos prejuicios para entender que nos estamos acabando el planeta. No sólo eso, también nuestro paso erosivo y destructivo del medio ambiente, nuestra responsabilidad en el cambio climático está amenazando nuestro futuro. Se requiere un impulso y una autoridad moral como el Papa para poner las cosas en su lugar.
Las polémicas ya se advierten, aunque la encíclica aún no se conoce. Por un lado los escépticos del calentamiento global y, por otro, los alarmistas. ¿Ustedes son parte de una “tercera vía”?
Nuestra postura es realista. El cambio climático no es un tema de fe sino de ciencia y la ciencia ha demostrado que existe, porque además es obvio y lo vemos todos los días. El calentamiento global existe y eso no es una cuestión religiosa sino de medir los termómetros del mundo. La temperatura se ha elevado de un grado desde la revolución industrial y en las últimas tres décadas han sido las más calientes de las cuales se tenga registro en el hemisferio norte.
Por otra parte y estadísticamente se ha probado que existe una correlación directa entre el aumento en las emisiones de carbono y el cambio climático. Entonces ese debate es un falso debate. Si existe el cambio climático y si está afectando a la población. Es clave la intervención de la Iglesia en un escenario donde el comportamiento humano marca la diferencia. ¿Cuál es el comportamiento ético que un creyente o no debería tener? Por eso es importante la encíclica.
Algunas corrientes sostienen la urgencia de controlar la población para luchar contra el cambio climático, pero eso iría contra la doctrina de la Iglesia. ¿Está de acuerdo?
Son muchas cosas que se combinan. El cambio climático no es fundamentalmente ni sólo un problema demográfico. Es como quien opina que la forma de acabar con el calentamiento global es frenar el desarrollo y que no exista crecimiento. La verdad es que puede haber crecimiento y mejoramiento de la condición de vida de la gente. Es claro que existe una realidad de bienes escasos, pero el tema fundamental es el modelo de desarrollo que elegimos: Uno intensivo en carbón, destructivo del planeta, o uno bajo en carbón, sobre bases urbanas bien planeadas, con uso eficiente de recursos naturales. En esta segunda alternativa está la clave de la solución.
¿Cómo luchar contra la pobreza respetando la naturaleza?
Si consideramos que mil 400 millones de personas no tienen electricidad ahora, la mayoría de ellas en África subsahariana, tenemos que pensar la manera de proveerles electricidad y con eso el agua potable. Lo podemos hacer usando el viejo modelo, con plantas contaminantes que nos van a envenenar la atmósfera 50 años más, o lo podemos hacer en el nuevo con plantas de generación renovables que son tan o más competitivas que las de energía tradicional. Si optamos por ese modelo no sólo vamos a tener menos emisiones de carbono sino mejores finanzas públicas y más niveles de bienestar para esa gente. La pregunta no es si debemos invertir o no en infraestructura, sino en qué tipo de infraestructura necesitamos.
En los próximos 15 años tendremos mil millones de personas en las ciudades, ¿qué tipo de ciudades vamos a diseñar para ellos? ¿Optaremos por grandes ejes viales para los coches y casas que se extienden por kilómetros cuadrados a la redonda o iremos hacia ciudades mejor diseñadas, comunicadas, con transporte público eficiente? Ese es el tipo de decisiones que se deben tomar.
¿No son propuestas utópicas?
Eso es lo interesante de los grandes desafíos de la humanidad, que deben afrontar muchos obstáculos. Claro que una empresa con millones de dólares invertidos en una reserva de carbón le va interesar decir que el cambio climático no existe. Me hace acordar a la industria del tabaco en Estados Unidos, que en los años 50 y 60 se dedicó a hacer anuncios de televisión con actores y actrices vestidos con batas blancas, fingiendo ser médicos y diciendo que no estaba comprobado que el tabaco produjese enfermedad alguna. La humanidad finalmente tiró sus intereses porque sabemos que el tabaco produce enfisema, cáncer, etc. Es un poco lo que está pasando.
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