Ya estoy en Asturias, en la misma habitación de Solavieya que ocupé el año pasado y el anterior. Al otro lado del balcón nada ha cambiado: el mismo jardín, la misma puesta de sol y la vieja sequoia. Mañana vendrá la tórtola, se posará en la ventana y me traerá en el pico esa chispa de inspiración que necesito para cantar a la Navidad.
A lo mejor ha venido ya y no quiero reconocerlo. Es posible. Dejadme descansar un par de días, que me hace falta.
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