Estos días he visto una hora de reportaje sobre la vida del Kaiser Wilhem II. Cuando me voy a la cama, sólo me preocupo de no haber empezado la dieta o de no haber rezado más. Él sólo tenía que preocuparse de haber empezado la I Guerra Mundial. Pero incluso retirado después de su abdicación, siguió sin arrepentirse de nada, siguió pensando que todo lo había hecho muy bien.
También he visto Misión Imposible 4. La película es muy buena para saber como no son los servicios secretos. Hace años leí las interesantísimas memorias del jefe de la Stassi. Ese libro me ofreció una versión realista de lo que es un servicio de inteligencia. Cualquier parecido con las películas es pura coincidencia.
Durante los desayunos, estoy viendo un reportaje de Frontline sobre la ocupación norteamericana de Irak, interesantísimo. Un reportaje profundo, sin rellenos inútiles. Una hora de análisis de primera calidad y de explicaciones de cómo las cosas se complicaban y se seguían complicando.
Una cosa más, en la foto vemos al Papa Pablo VI cubierto con su manto papal. No es una simple capa pluvial, sino una capa mucho más grande. Se siguió usando hasta su pontificado. Después, contra mi parecer, se optó por paramentos menos impresionantes. Debajo pongo otra foto, ésta de Pío XII, usando el mismo tipo de manto.
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