Toda historia tiene su final. Por desgracia. La vida es así. No iba a ser la excepción nuestro Sacro&Profano y su permanencia en este singular espacio, InfoCatólica. Mientras tecleo estas líneas me acompaña un cielo gris plomo, más allá de una enorme ventana. A lo lejos escucho el frenético deambular de los turistas que se dirigen a la fastuosa Fontana de Trevi. Sentado en este amplio escritorio ubicado en el segundo piso del edificio sede de la Asociación de Prensa extranjera en Roma siento acá, adentro, una espesa mezcla de nostalgia, tristeza, emoción y esperanza.
Este final no estaba previsto. Llegó así, sin más. No obstante, creo que los protagonistas de esta historia (el consejo de redacción de IC y un servidor) desde hace tiempo intuíamos que esto podía pasar. Pero era sólo una eventualidad, una lejana eventualidad. Al menos para mí.
¿Las razones de mi alejamiento? Múltiples. Entrar en detalles no sería ni sabio, ni políticamente correcto. Sólo un obligatorio apunte: la baja de este blog no fue de común acuerdo. Por lo que pude entender se debe a motivos estrictamente informativos. Tal vez podría resumirse en una “incompatibilidad de criterios periodísticos”. La vida me ha enseñado que, cuando se presentan ciertas diferencias, es mejor optar por la separación de caminos. En paz.
Por mi parte hubiese querido permanecer aquí por toda la eternidad. Me he sentido parte del equipo. Es más, me he sentido parte de esta familia, desde que Juanjo Romero me escribió un mail para invitarme a considerar una colaboración allá por el 2010. Han sido cuatro años intensos, donde ha pasado de todo. Los contextos cambian y las prioridades también.
He dedicado el alma entera a este blog. Ya perdí la cuenta de la cantidad de horas invertidas en la actualización, en el seguimiento y respuesta de comentarios, en el apasionante debate de los temas de actualidad del Papa, la Santa Sede y la Iglesia católica. Gracias a Dios pude vivir días gloriosos, otros buenos y algunos no tanto. Como ocurre en casi todo. Trabajar en contacto con lo más sagrado para millones de personas (la religión), es un desafío emocionante, pero también una gran responsabilidad. Procuré comportarme a la altura, siempre. Si alguno se sintió ofendido o molesto por algunas de las cosas escritas por mí, pido perdón con sinceridad. Me tienen sin cuidado los amigos de las fáciles condenas desde el anonimato, los nuevos inquisidores de escasa estatura y aquellos que pretenden erigirse en jueces con capacidad para decidir quién puede ejercer el periodismo y quien no, según sus mezquinos intereses.
Por mi parte me voy sereno, sabiendo que en todo momento me conduje honestamente y buscando la verdad. No es la primera despedida que me toca redactar. Tampoco será la última, calculo. Quiero agradecer a todos y cada uno de los amigos de este sitio, por el aguante a mi persona. En especial al P. José María Iraburu, a Luis Fernando Pérez Bustamante, al ya mencionado Juanjo y al resto. A los lectores les digo hasta luego. Porque Sacro&Profano seguirá existiendo en su versión original (e-consulta) y en los múltiples sitios en diversos países que republican nuestros artículos. Arrivederci!
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