Domingo 18 del Tiempo Ordinario – A
El hambre en el mundo no obedece tanto a lo que falta cuanto a lo despilfarramos.
El hambre en el mundo se solucionaría con “lo que nos sobra”. “Recogieron doce cestos llenos”. No tenían sino cinco panes y dos peces, y ahora tienen una canasta para cada uno. “Recoged las sobras”.
Es que lo que a uno le sobra, a otro le falta.
Lo que para uno puede ser ya innecesario para otros es algo esencial.
Muchos vivirían dignamente como personas con lo que les sobra a muchos otros.
¿Te has puesto a pensar cuántas cosas abundan en tu corazón y que pudieras compartir con los demás?
Y no siempre se trata de llenar estómagos vacíos.
No solo el estómago tiene necesidades.
Hay otras muchas hambres vitales en el corazón humano. Veamos algo concreto.
En tu corazón abunda y sobra mucho amor.
No lo desperdicies dándolo solo a tus amigos, a los que te caen bien.
Hay tanta gente hoy necesitada de un poco de cariño, de un poco de amor.
Gente que se muere de hambre de pan, pero también de hambre de un poco de amor y de cariño.
Comparte el amor que sobra en tu corazón que es mucho.
¡Que, por favor, no se pierda nada del amor que es capaz de dar tu corazón!
En tu corazón abunda la bondad.
No la des solo a quienes ya tienen suficiente.
No sé si has logrado reconocer toda la bondad que llevas dentro.
¡Como siempre nos han enseñado a ver todo lo que llevamos de malo, ya nos hemos olvidado de reconocer toda la bondad que brota de nuestro corazón!
Porque hay muchos que están necesitados:
de una palabra de cariño,
de un gesto de bondad que los haga sentirse mejor, que les haga sentirse mejor.
En tu corazón abunda y sobra el tiempo.
¿Sabes cuánto tiempo tienes de sobra?
Examina bien cómo administras tu tiempo y verás que tienes tiempo de sobra.
¿Y por qué no dedicar un poco de ese tu tiempo a quienes viven solos, sin tener con quien hablar, sin que nadie los visite.
Que cada día se están muriendo en su soledad, en la soledad de su corazón.
Enfermos que nadie visita.
Ancianos que nadie les hace compañía.
Niños que carecen de hogar y de familia.
Regalarles un poco de ese tiempo que a ti te sobra, sería como devolverles un poco de vida que no tienen.
En tu corazón abunda la alegría.
Claro que también tú llevas dentro muchas tristezas, muchas amarguras.
Pero, ¿no me digas que dentro de tu corazón no hay alegría suficiente para ti, para los tuyos, para tus amistades?
Y aún después de hacer felices a tantos, todavía queda mucha alegría de sobra en ti. ¿No podías compartir un poco de lo que a ti te sobra con tanta gente que vive triste, angustiada, desolada, desconsolada?
Nadie te pide que tú vivas triste por regalar tu alegría a los demás.
Sólo se te pide compartas la alegría que llevas de sobra en tu corazón.
En tu corazón hay mucha esperanza.
Aunque muchas veces también tú sientas que se te nubla el horizonte.
Pero aún así, en tu corazón hay esperanza para ti y para los demás.
¿No podías compartir esa “cesta de esperanza” que sobra en tu corazón, con quienes viven desesperanzados, viven sin futuro, viven sin horizonte alguno en su vida?
En tu corazón te sobra paciencia.
Ya sé que muchas veces también tú te cansas.
Sin embargo, si te fijas bien, tienes paciencia para ti y para los demás.
¿Que los viejos son insoportables? Regálales un poco de la paciencia que te sobra.
¿Que los vecinos no los aguantas? Regálales algo de la paciencia que te sobra.
En tu corazón hay más capacidad de paciencia que la que realmente consumes cada día.
Y esa paciencia la necesita: Tu marido, tu esposa. tu hijo, tu hija.
Tus viejos que ya chochean.
Si te miras por dentro, te darás cuenta de cuántas cosas sobran en tu vida, que no sabes qué hacer con ellas.
Cosas que tú mismo ya no consumes e incluso hasta te pueden estorbar y no sabes qué hacer con ellas.
No te fijes tanto en tu chequera, ni en los armarios que ya están llenos, ni siquiera en la nevera donde hay muchas cosas que se están echando a perder.
Preferible que mires a tu corazón.
Porque es ahí donde más abundancia hay en tu vida.
Señor: Siempre creemos tener menos de lo que tenemos, porque nuestro egoísmo no se llena con nada.
Nos has regalado un corazón demasiado grande, porque nos lo hiciste algo parecido al tuyo.
Por eso todos llevamos dentro demasiadas cosas que no utilizamos.
Demasiado amor que termina por no amar a nadie.
Demasiada bondad que se apolilla de vieja por no regalarla.
Haznos sentir también a nosotros la necesidad de compartir.
Tal vez, no lo necesario, pero al menos “las sobras”.
Esas “sobras” que pueden dar vida y hacer felices a muchos.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: milagro, multiplicacion, panes, peces, solidaridad
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