A quienes crecimos en ambientes cristianos, la Semana Santa nos evoca más sensaciones que ningún otro tiempo del año: recuerdos visuales (pasos procesionales, esculturas de Cristo en su pasión y de la Virgen Dolorosa, velos de pasión cubriendo los retablos, túnicas y mantos bordados en sedas y oro…), sonoros (bandas de cornetas y tambores, carracas, saetas…), olfativos (el perfume de las abundantes flores empleadas por las cofradías en los altares de sus titulares y en los tronos procesionales, velas de cera e incienso) y culinarios (¿cómo olvidar los potajes de vigilia, las croquetas de bacalao, los buñuelos, las torrijas o la «mona» de Pascua?).
Son manifestaciones culturales de la fe. No son la fe, pero la han acompañado a lo largo del tiempo. Es verdad que la fe puede ser vivida y celebrada de otras maneras, pero estas son las que ha desarrollado la cultura en la que yo nací y crecí, por eso las comparto. El año pasado traje este video sobre las procesiones de Semana Santa en mi pueblo. Arriba pueden escuchar lo que es una saeta de verdad, cantada magistralmente por Diana Navarro.
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