Bocadillos espirituales para vivir el Adviento: Martes de la 2 a. Semana – Ciclo A


Flickr: Ramón Peco



“Dijo Jesús a sus discípulos: “¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas; si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida?

Y, si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo; no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños”.

(Mt 11,28-30)


¿Demasiado bello para ser cierto?

¿Demasiado hermoso para ser cierto?

Hay cosas que son demasiado bellas para creerlas.

También esta parábola que Jesús acaba de contarnos es demasiado bella como para creerla.

Y sin embargo es la verdad del corazón de Dios.

Y es la verdad de nuestra condición delante de Dios.

Y es la verdad de nuestra condición en la Iglesia.


Solo uno basta.

Solo uno es razón suficiente para que Jesús se encarne.

Solo uno es razón suficiente para que Jesús se deje crucificar.

Solo uno es razón suficiente para que Jesús se quede en la Eucaristía.

Solo uno es razón suficiente para que exista la Iglesia.

Solo uno es razón suficiente para que exista el Evangelio.

Solo tú eres razón más que suficiente para que Jesús se ponga a recorrer los caminos del mundo por ganarte a ti.


No. No leas este Evangelio en la persona de los demás.

Sólo les sacaremos verdadero gusto y sabor leyéndolo en propia persona.

Por esta vez, prefiero poner en el lugar de la oveja perdida.

Porque quiero tener la experiencia de Dios llenando de polvo sus pies buscándome.

Porque quiero experimentar los hombros de Jesús cargándome.

Porque quiero experimentar la alegría de Jesús por encontrarme.

Porque quiero experimentar la alegría de Jesús compartida con la comunidad.


¿Cuál suele ser nuestra primera reacción cuando alguien se ha salido del camino?

¿La de buscarle?

¿La de dejarle que se pudra?

¿La de darle una paliza?


¿Cuál es tu reacción cuando tu esposo ha sacado los pies del plato?

¿Cuál es tu reacción cuando tu esposa se salió de casa?

¿Salir a buscarle y darle tu mano para levantarle?

¿Comprender su debilidad y abrirle tus brazos para recibirle y traerlo de nuevo a casa?


¿No será más bien:

Le rompo el alma.

Le pongo la maleta en la puerta, aquí no entra más.

Mañana mismo se la/o devuelvo a su madre.

Mañana mismo le pido el divorcio.


No tenemos vocación de salir a buscar.

No tenemos vocación de prestarle nuestras espaldas.

No tenemos amor como para alegrarnos.


Hagamos la experiencia de sentirnos buscados por El.

Hagamos la experiencia de buscar como Jesús.

Hagamos la experiencia de alegrarnos como Jesús.

Hagamos la experiencia de compartir nuestra alegría.

No seamos de los que esperamos.

No seamos los indiferentes hacia los que se extraviaron.

Nuestra actitud será la de buscar, recuperar, reintegrar y volver a mirar hacia delante.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Adviento, Ciclo A Tagged: Adviento, misericordia, oveja perdida, parabola, perdon, reconciliacion

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