“Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os dará palabras y sabidurías a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá con vuestra; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. (Lc 21,5-19)
El fin del mundo, la última venida de Jesús estará marcada por toda una serie de acontecimientos.
Sin embargo, la mejor señal será siempre las persecuciones que sufrirán los creyentes en El.
¿Qué tiene el ser cristiano para que esté marcado y señalado por la persecución?
Hay algo en la vida del cristiano que molesta al mundo.
Hay algo en la vida del creyente en el Evangelio que incomoda al mundo.
Hay algo en la vida del seguidor de Jesús que molesta al mundo.
Lo cual nos está diciendo que:
Creer.
Ser cristiano.
Seguir a Jesús.
Tiene que ser importante y todo un peligro para quienes quieren seguir viviendo con los criterios del mundo.
Nadie quiere sufrir persecuciones y cárceles.
Pero a la vez, es nuestra mayor grandeza.
Yo tengo miedo a una Iglesia aplaudida por el mundo.
Yo tengo miedo a una Iglesia reconocida y admirada y acogida con el aplauso.
Yo tengo miedo a una Iglesia aplaudida por el Estado
Porque un cristiano que es como todos, no preocupa a nadie.
Un cristiano que es como todo el mundo, no molesta a nadie.
Un cristiano que es alabado y aplaudido, es un cristiano que crea problemas a nadie.
Ser como todos es masificarse en el anonimato de todos.
Ser distinto es la gran fuerza del cristiano.
Ser diferente es el mejor título que identifica al seguidor de Jesús.
Ser diferente es algo que cuestiona, molesta y preocupa.
Y ahí está el gran problema del cristiano.
Querer ser como todos, vivir como todos, para que no tener problemas con nadie.
Y un cristiano:
Que nadie persigue es poco cristiano.
Quien no crea problemas vive el anonimato.
Personalmente me gusta una Iglesia que molesta.
Una Iglesia que es perseguida.
Una Iglesia que es como el sol en medio de las tinieblas.
No somos masoquistas, pero tampoco rehuimos los rechazos que sufrió el mismo Jesús.
Prefiero que nos rechacen por causa de Jesús, a que nos alaben y acojan por ser como los demás.
El mejor signo que define al cristiano es la persecución.
El mejor signo que nos define como creyentes es que nos rechacen.
El mejor signo del cristiano es que molestamos.
No buscamos el aplauso sino la fidelidad.
No buscamos la persecución, pero sí buscamos la fidelidad por la que nos persiguen.
No quiero una Iglesia aplaudida.
Quiero una Iglesia que corra la suerte del mismo Jesús.
Nadie nos persigue por ser como todos.
Todos nos pueden perseguir por ser diferentes a todos.
Prefiero ser diferente al anonimato de todo el mundo.
Clemente Sobrado C. P.
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