Qué bonito escudo episcopal. Se dice tanto con tan pocos elementos, y elementos tan elegantes. La caridad expresada con un lenguaje heráldico. Con la Eucaristía representada en la cesta central. Magistral. Este tipo de sutilezas, y con esta expresión, no se le ocurren a un amateur.
Me comentaba un lector del blog que qué pensaba yo de las cancioncillas empalagosas, sentimentalísimas y tontorronas que, a veces, se escuchan en ciertas parroquias en las que lo peor del pasado postconciliar sigue permaneciendo en un pertinaz presente que no se marchita. Sí, resulta sorprendente: todavía hay parroquias ancladas en los años 80. Afortunadamente son pocas, porque el cementerio ha ido resolviendo los peores casos de mal gusto que resultan imposibles de resolver.
Más les valdrías saber que en el sótano del último círculo de la Divina Comedia se debaten los compositores y todos los que impusieron aquella dictadura musico-eclesiástica de los años 80. En ese antro los culpables se ven obligados a cantar gregoriano 300 días a la semana. Solo gregoriano. Incluso la polifonía del siglo XV les está prohibida, para compensar.
Pero los que siguen en sus puestos con estas ideas piensan: “¿Para qué cantar a Bach cuando se puede cantar a la guitarra a Frubuncio López Gómez?”. La Historia de la música siempre recordará a este segundo como el gran humanizador de la música de parroquia, el introductor de la batería y las maracas en la música de los templos. Bach es el pasado. López el futuro.
Yo sufrí en mi infancia un cierto número de aquellas canciones insulsas ultramodernas. Y lo digo con toda claridad: no me gustan las guitarras en la música de Iglesia. Guitarras no, órgano sí. Maracas no, armonio sí. (Nota explicativa: El armonio es un órgano pequeño. Como un órgano que no ha crecido.) La guitarra, a mi pobre entender, no es un instrumento adecuado para expresar la adoración. Es un instrumento alegre y popular, pero carente de la solemnidad propia del templo. Cada instrumento tiene su carácter, como las personas. Hay instrumentos que parecen haber nacido para la iglesia: por ejemplo, el órgano. Y otros instrumentos parecen haber nacido para bailar una samba brasileña.
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