Domingo 07 de Agosto de 2016
19º Domingo durante el año
Verde.
Semana 3ª del Salterio.
Martirologio Romano: San Cayetano de Thiene, presbítero, que en Nápoles, en la región de la Campania, se entregó piadosamente a obras de caridad, especialmente a favor de los aquejados de enfermedades incurables, promovió cofradías para formar religiosamente a los laicos e instituyó los Clérigos Regulares, para la reforma de la Iglesia, enseñando a sus discípulos a seguir la primitiva manera de vida apostólica .
Martirologio Romano: Santos Sixto II, papa, y compañeros, mártires. El papa san Sixto, mientras celebraba los divinos misterios y enseñaba a los fieles los mandatos del Señor, al irrumpir los soldados para aplicar el edicto del emperador Valeriano fue detenido e, inmediatamente, decapitado el día seis de agosto. Con él sufrieron el martirio cuatro diáconos, que fueron enterrados con el papa en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, y en ese mismo día, también sus diáconos santos Agapito y Felicísimo murieron en el cementerio de Pretextato, en donde fueron sepultados (258).
Antífona cf. Sal 73, 20-19. 22-23
Acuérdate, Señor, de tu alianza, y no olvides para siempre a tus pobres. Levántate, Señor, defiende tu causa y no desoigas el clamor de los que te invocan.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, a quien, movidos por el Espíritu Santo, nos animamos a llamar Padre; confirma en nuestros corazones la condición de hijos tuyos, para que podamos entrar en la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo...
Oración sobre las ofrendas
Padre de bondad, acepta los dones que misericordiosamente has dado a tu Iglesia y que, con tu poder, conviertes en sacramento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal 147, 12. 14
Jerusalén, glorifica al Señor tu Dios, que te sacia con lo mejor del trigo.
O bien: cf. Jn 6, 51
Dice el Señor: “El pan que yo daré, es mi carne para la vida del mundo”.
Oración después de la comunión
Padre, que la comunión de tus sacramentos nos alcance la salvación y nos confirme en la luz de tu verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
1ª Lectura Sab 18, 5-9
Lectura del libro de la Sabiduría.
Como los egipcios habían resuelto hacer perecer a los hijos pequeños de los santos –y de los niños expuestos al peligro, uno solo se salvó– para castigarlos, tú les arrebataste un gran número de sus hijos y los hiciste perecer a todos juntos en las aguas impetuosas. Aquella noche fue dada a conocer de antemano a nuestros padres, para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían creído, se sintieran reconfortados. Tu pueblo esperaba, a la vez, la salvación de los justos y la perdición de sus enemigos; porque con el castigo que infligiste a nuestros adversarios, tú nos cubriste de gloria, llamándonos a ti. Por eso, los santos hijos de los justos ofrecieron sacrificios en secreto, y establecieron de común acuerdo esta ley divina: que los santos compartirían igualmente los mismos bienes y los mismos peligros; y ya entonces entonaron los cantos de los Padres.
Palabra de Dios.
Comentario
¡Cuánta fuerza tienen las personas buenas cuando se sostienen entre ellas! Esa solidaridad da firmeza para resistir en los malos momentos. Y así viven su fe, ayudándose, alentándose y haciéndose responsables unos de otros en el caminar.
Sal 32, 1. 12. 18-20. 22
R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!
Aclamen, justos, al Señor: es propio de los buenos alabarlo. ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se eligió como herencia! R.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.
Nuestra alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.
2ª Lectura Heb 11, 1-2. 8-19
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber adonde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar. Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si hubieran pensado en aquélla de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse “su Dios” y, de hecho, les ha preparado una Ciudad. Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquél de quien se había anunciado: “De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre”. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aún para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.
Palabra de Dios.
O bien, más breve: Heb 11, 1-2. 8-12
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber adonde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.
Palabra de Dios.
Comentario
Quien camina en la fe, pone los ojos y el corazón en la tierra definitiva, pero no se desentiende de esta tierra y de esta historia, porque es en este transcurrir cotidiano en donde su fe se manifiesta. Además de los creyentes que nombra la Carta, seguramente nosotros podemos agregar los nombres de hombres y mujeres de fe que nos precedieron y son para nosotros un estímulo en nuestro camino.
Aleluya Mt 24, 42. 44
Aleluya. Estén prevenidos y preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. Aleluya.
Evangelio Lc 12, 32-48
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a sus discípulos:
«No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.
Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.
Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada».
Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?»
El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: "Mi señor tardará en llegar", y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquél que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente.
Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más».
Palabra del Señor.
Comentario
La parábola del administrador expone la responsabilidad mutua que nos debemos los creyentes “para distribuir la ración en el momento oportuno”. Todos tenemos algún tipo de compromiso que nos compromete con el hermano. ¿Con qué disposición de ánimo hacemos nuestra tarea? El Señor espera encontrarnos ocupados en nuestro trabajo, es decir, sirviendo y amando al prójimo.
Oración introductoria
Señor, creo en Ti con todo mi corazón. Confío en tu infinita bondad y misericordia. Gracias por tu paciencia y tu gracia que me guía por el sendero. Te quiero y te ofrezco todo lo que tengo. Lo que he hecho es para Ti, para tu gloria y la salvación de las almas. Dame la gracia de no sólo querer que me escuches, sino también de querer escucharte.
Petición
Señor Jesús, dame el ánimo para mantenerme siempre vigilante y comprometido en hacer tu santísima voluntad.
Meditación
1.- La noche de la liberación se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo, al conocer con certeza la promesa de que se fiaban… Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y, de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales. Este breve texto del libro de la Sabiduría se refiere a la noche de la liberación, en Egipto, cuando salieron camino de la tierra prometida. Todos los judíos piadosos vieron siempre este momento como el comienzo de una vida en libertad, frente a tantos años como habían vivido como esclavos. Desde entonces, siempre que recordaban este momento, la noche de la Pascua, entonaban himnos de alabanza a Dios, porque sabían que había sido Dios mismo el que los había liberado y el que seguiría siempre protegiéndoles. Pensemos los cristianos de hoy lo que pensemos sobre estos hechos del Antiguo Testamente, lo cierto es que fue la fe en un Dios misericordioso y salvador la que animó siempre al pueblo judío creyente a seguir viviendo con ánimo y esperanza. Es muy importante que la fe en un Dios misericordioso y salvador sea también para nosotros motor y fuerza de vida. La fe debe darnos siempre ánimo y vigor en esta vida, nunca desánimo y desesperanza. Debemos tener respeto a Dios, el máximo respeto, pero nunca tenerle miedo, o pasar de él, por falta de fe, o por temor a su mirada castigadora. Él nos va a proteger y va a guiar nuestros pasos en los momentos más difíciles de nuestra vida. En este año, renovemos nuestra fe y nuestra confianza en un Dios salvador y misericordioso.
2.- Hermanos: la fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve… Con fe murieron todos estos, sin haber recibido lo prometido; pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en esta tierra. No es fácil tener hoy la fe que tuvieron nuestros padres, nuestros abuelos, y los antepasados de los que se nos habla en esta carta a los Hebreos. Entonces la fe se heredaba, porque se mamaba en los pechos de la madre y de la sociedad. Hoy muchísimos niños nacen y crecen de espaldas a cualquier clase de fe religiosa. Lo que hoy se hereda, mayoritariamente, es la fe en la ciencia y en los científicos, la fe empírica y racional. Estos son los tiempos en los que nos toca vivir a los creyentes de hoy. Pero nosotros, sin renunciar nunca a la fe en una ciencia empírica y racional, debemos profundizar y afianzarnos aún más en una fe religiosa que no sólo no es compatible con la ciencia empírica, sino que la complementa y la agranda. Razón y fe, ciencia y religión, deben ser para nosotros dos fuentes de verdad y de seguridad en nuestro siempre incierto y azaroso caminar por este mundo. Somos peregrinos en esta tierra, caminantes hacia una Jerusalén futura; caminemos con fe, esperanza y amor. Es Dios el que nos espera al final de nuestro caminar, esperándonos, como a hijo pródigo, para acogernos en sus brazos amorosos de Padre..
3.- Dichosos los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela… Hoy, el Evangelio nos recuerda y nos exige que estemos en actitud de vigilia «porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre» (Lc 12,40). Hay que vigilar siempre, debemos vivir en tensión, “desinstalados”, somos peregrinos en un mundo que pasa, nuestra verdadera patria la tenemos en el cielo. Hacia allí se dirige nuestra vida; queramos o no, nuestra existencia terrenal es proyecto de cara al encuentro definitivo con el Señor, y en este encuentro «a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más» (Lc 12,48). ¿No es, acaso, éste el momento culminante de nuestra vida? ¡Vivamos la vida de manera inteligente, démonos cuenta de cuál es el verdadero tesoro! No vayamos tras los tesoros de este mundo, como tanta gente hace. ¡No tengamos su mentalidad!. Según la mentalidad del mundo: ¡tanto tienes, tanto vales! Las personas son valoradas por el dinero que poseen, por su clase y categoría social, por su prestigio, por su poder. ¡Todo eso, a los ojos de Dios, no vale nada! Supón que hoy te descubren una enfermedad incurable, y que te dan como máximo un mes de vida,... ¿qué harás con tu dinero?, ¿de qué te servirán tu poder, tu prestigio, tu clase social? ¡No te servirá para nada! ¿Te das cuenta de que todo eso que el mundo tanto valora, en el momento de la verdad, no vale nada? Y, entonces, echas una mirada hacia atrás, a tu entorno, y los valores cambian totalmente: la relación con las personas que te rodean, el amor, aquella mirada de paz y de comprensión, pasan a ser verdaderos valores, auténticos tesoros que tú —tras los dioses de este mundo— siempre habías menospreciado. ¡Ten la inteligencia evangélica para discernir cuál es el verdadero tesoro! Que las riquezas de tu corazón no sean los dioses de este mundo, sino el amor, la verdadera paz, la sabiduría y todos los dones que Dios concede a sus hijos predilectos.
Diálogo con Cristo
Jesús, ¡que toda mi vida se resuma en escucharte y en obedecer tu voz! Gracias por fortalecerme en los momentos de tentación o de distracción. Ayúdame porque quiero estar siempre vigilante, esperándote y dedicando mi vida, de una manera más comprometida, para construir tu reino en mí y en los que me rodean.
Propósito
Vivamos, pues como quien va de viaje, como quien está de paso por esta tierra, sin apegarnos a las cosas caducas de acá abajo. Y, sobre todo, obremos en consecuencia, llevando a nuestra vida de cada día estas certezas de nuestra fe. "¡Dichosos los siervos aquellos a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela! Os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a su mesa y les irá sirviendo". Éste es el gozo eterno que recibiremos como premio, al final de nuestra vida, si permanecemos fieles a nuestro Señor. "¡Siervo bueno y fiel, entra al banquete de tu Señor!"
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