No sé si somos del todo conscientes de la trascendental importancia de la LEY DE IDENTIDAD Y EXPRESIÓN DE GÉNERO E IGUALDAD SOCIAL Y NO DISCRIMINACIÓN DE LA COMUNIDAD DE MADRID, recientemente aprobada, y de las consecuencias que podría tener para nuestra iglesia.
En definitiva, lo que la ley afirma es que cualquier persona puede elegir libremente su sexo y orientación sexual, que todos deben apoyar esta decisión y que bajo ningún concepto puede sufrir la más mínima discriminación por ello. Bien, muy bien. Lo que quieran. Pero me van a permitir que les coloque aquí un par de parrafitos, y que luego extraiga mis consecuencias:
Artículo 4.1: Toda persona tiene derecho a construir para sí una autodefinición con respecto a su cuerpo, sexo, género y su orientación sexual.
Artículo 5.-No discriminación por motivos de identidad de género, expresión de género o características sexuales
1. La Comunidad de Madrid reconoce a todas las personas libres e iguales en dignidad y derechos, con independencia de su orientación sexual, de la identidad y/o expresión de género que manifieste o de sus características sexuales.
2. Ninguna persona podrá ser objeto de discriminación, acoso, penalización o castigo por motivo de su orientación sexual, identidad y/o expresión de género.
¿Me dejan jugar un poco?
Según el 4.1 cada uno se define como quiere. Es decir, que cualquiera, independientemente de su biología, puede definirse como varón, mujer, trans, semi, o cualesquiera otras maneras de ser. Y por supuesto no puede ser discriminado en nada por razón de su sexo u orientación.
Pues hete aquí que la nacida como Manolita ha decidido que es Manolo, y que quiere ser sacerdote y así se presenta al seminario. Lo malo es que en el seminario, al menos hasta ahora, se sigue por el plan antiguo en cuanto a lo de ser hombre o mujer, y dicen que no. Manolita denuncia con la ley en la mano.
Pero es que Antonio, nacido todo un hombretón, se define a sí mismo como señorita, y presa de irresistible vocación, quiere entrar como postulante en las Társilas, otras que se empeñan en ir por el plan antiguo y que nanay. Pues denuncia a las Társilas.
Tampoco lo tiene fácil en su parroquia don Jesús, que de siempre ha tenido un grupo de monaguillos varones, pero que acaba de ser denunciado por no aceptar a niñas, ya que eso es discriminación por razón de género. La misma denuncia que ha sufrido la escolanía de Santa Veneranda por no admitir niñas.
Problemas para el párroco de San Serenín, que miren por dónde decidió explicar en una homilía que los actos homosexuales son siempre pecado mortal porque van contra la naturaleza. Otra denuncia, ya que eso es criminalizar a un colectivo.
Problemas para don Francisco y su querida esposa, doña Inés, porque su nena, con ocho años, quiere ser varón, cosa a la que los papás se oponen al menos de momento. Pues la nena lo ha contado en su cole, a las dos mamás de su amigo Marcos, que han puesto una demanda contra don Francisco y señora, que ahora se arriesgan a perder la custodia de su niña.
Tampoco lo tienen mejor los señores de Gómez, a los que se les han puesto los pelos como escarpias cuando su retoño, con siete años, les ha dicho que tiene que pensarse si quiere ser niño o niña, que todo tiene ventajas e inconvenientes, y que así se lo han explicado en el cole.
Y Rafaela está que muerde porque dice que no comprende cómo la seguridad social no le cubre un implante o una dentadura mientras que en la cosa esta del sexo entra todo, como tampoco comprende otras muchas cosas, pero que se calla no sea que también la denuncien a ella.
Pues no se crean que exagero, muy posiblemente me quede corto. No solo eso, no me extrañaría que por este post los mismos que piden derechos y respeto me crucifiquen por homófobo y me nieguen mi libertad de expresión. Cualquier cosa, y si no, al tiempo.
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