Desde hace ya un buen número de años se ha ido extendiendo, casi como una moda cultural, la llamada teoría, enfoque, mirada o ideología… de género. En realidad se trata de una poderosa ideología radical y destructiva. Aparentemente pacífica, no violenta sino cultural. A diferencia de otras ideologías del siglo XX, tales como el nazismo hitleriano o el marxismo soviético.
La palabra ideología expresa, más que una sólida construcción intelectual o científica, un conjunto de ideas puesto al servicio de una finalidad pragmática. No se pone al servicio de la verdad, sino que pone la verdad a su servicio. Siendo así, no es más que una herramienta para conquista de adhesiones y de voluntades. La ideología juega con la ambigüedad y el engaño. Y se constituye como un intento de lavado de cerebro con dimensiones globales.
La ideología de género tiene una estrategia que tiene que ver con la manipulación del lenguaje. Se comienza por cambiar de contenido a una palabra de uso común. A continuación se bombardea la opinión pública con los medios de comunicación y con la escuela. Y la gente acaba por aceptar el término antiguo con una significación nueva. Y, a la inversa, se utilizan palabras esotéricas para hacerlas comunes:
● género: sexo de la persona, no natural sino decidido por cada uno.
● opción sexual: decisión de la persona sobre si quiere ser varón o mujer.
● igualdad sexual: de varones y mujeres, no ya en el igual dignidad, sino en todas las características accidentales.
● derechos sexuales y reproductivos: satisfacción de los deseos sexuales, al margen de la naturaleza del matrimonio y de la familia.
● patriarcado: supuesta tiranía del varón en la vida matrimonial y social.
● sexismo: afirmación de sólo dos sexos, varón y mujer.
● derecho al aborto: afirmación de la libertad de la mujer para dar muerte a su hijo.
● tipos de familia: como si hubiera múltiples modelos; de varón y mujer, de dos varones, de dos mujeres, de sexualidad polimorfa, etc.
● homofobia: acusación dirigida al que afirma que el matrimonio es sólo entre varón y mujer (heterosexual) y que otras uniones serán lo que fueren, pero no son matrimonio.
● parentalidad: sustitución de la patria potestad por una difusa e impersonal autoridad social.
De esta manera los que no comparten el significado de esas expresiones son relegados a la categoría de anticuados, retrógrados o cavernícolas: no son políticamente correctos.
Rafael María de Balbín
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