Oficio de lecturas – Jueves de la semana I – Tiempo de cuaresma



OFICIO DE LECTURA – JUEVES DE LA SEMANA I – TIEMPO DE CUARESMA
Propio del Tiempo. Salterio I.

Himno: SI ME DESECHAS TÚ, PADRE AMOROSO

Si me desechas tú, Padre amoroso,
¿a quién acudiré que me reciba?
Tú al pecador dijiste generoso
que no quieres su muerte, ¡oh Dios piadoso!,
sino que llore y se convierta y viva.

Cumple en mí la palabra que me has dado
y escucha el ansia de mi afán profundo,
no te acuerdes, Señor, de mi pecado;
piensa tan sólo que en la cruz clavado
eres, Dios mío, el Redentor del mundo. Amén.

V. El que medita la ley del Señor.
R. Da fruto a su tiempo. 

PRIMERA LECTURA

Año I
Del libro del Deuteronomio 12, 1-14

LA LEY DEL ÚNICO TEMPLO

En aquellos días, Moisés dijo al pueblo estas palabras:

«Éstos son los mandatos y preceptos que pondréis por obra en la tierra que el Señor, Dios de tus padres, va a darte en posesión mientras dure vuestra vida sobre la tierra.

Destruirás todos los santuarios donde esos pueblos, que vosotros vais a desposeer, daban culto a sus dioses, en lo alto de los montes, sobre las colinas, bajo cualquier árbol frondoso; demoleréis sus altares, destrozaréis sus estelas, quemaréis sus cipos, derribaréis las imágenes de sus dioses y extirparéis sus nombres de aquel lugar.

No los imitarás al dar culto al Señor, vuestro Dios. Vosotros iréis a visitar la morada del Señor, el lugar que el Señor, vuestro Dios, se elija en una de tus tribus, para poner allí su nombre. Allí ofreceréis vuestros holocaustos y sacrificios: los diezmos y ofertas, votos y ofrendas voluntarias y los primogénitos de vuestras reses y ovejas. Allí comeréis tú y tu familia, en la presencia del Señor, vuestro Dios, y festejaréis todas las empresas que el Señor, tu Dios, haya bendecido.

No haréis entonces lo que nosotros hacemos hoy aquí: cada uno lo que bien le parece, porque no habéis alcanzado todavía vuestro reposo, la heredad que va a darte el Señor, tu Dios. Cuando crucéis el Jordán, y habitéis la tierra que el Señor, vuestro Dios, va a repartiros en heredad, y ponga fin a las hostilidades con los enemigos que os rodean, y viváis tranquilos, llevaréis al lugar que se elija el Señor, vuestro Dios, para morada de su nombre todo lo que os tengo ordenado: vuestros holocaustos, sacrificios, diezmos, ofrendas y lo mejor de vuestros votos que hayáis hecho al Señor, y haréis fiesta en presencia del Señor, vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos e hijas, vuestros siervos y siervas, y el levita que vive en tu vecindad y no le tocó nada en el reparto de vuestra herencia.

¡Cuidado! No ofrecerás sacrificios en cualquier santuario que veas, sino sólo en el lugar que el Señor se elija en una de tus tribus: allí ofrecerás tus holocaustos y allí harás lo que te tengo ordenado.»

RESPONSORIO    2R 21, 7-8; 2Co 6, 16

R. En este templo pondré mi nombre para siempre; ya no dejaré que Israel ande errante, * a condición de que pongan por obra cuanto les mandé.
V. Nosotros somos templo del Dios vivo, como dijo Dios: «Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos.»
R. A condición de que pongan por obra cuanto les mandé.

Año II

Del libro del Éxodo 12, 1-20

LA PASCUA Y LOS ÁZIMOS

Dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:

«Este mes será para vosotros el comienzo de los meses, será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel:

“El diez de este mes cada uno se procurará una res menor para su familia, una por cada casa. Si la familia es demasiado pequeña para comerla, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarla. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo inmolará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo vayáis a comer. Esa noche comeréis la carne asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. No comeréis de ella nada crudo ni cocido en agua, sino asado a fuego, con cabeza, patas e intestinos. No dejaréis restos para la mañana siguiente, y, si sobra algo, lo quemaréis.

Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies y un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua del Señor.

Esa noche atravesaré todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, tanto de hombres como de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo y no os tocará la plaga exterminadora cuando yo pase hiriendo a Egipto.

Este día será para vosotros memorable, lo celebraréis como fiesta en honor del Señor; será ésta una ley perpetua para todas las generaciones.

Durante siete días comeréis panes ázimos; el día primero haréis desaparecer de vuestras casas toda levadura, y todo el que coma pan fermentado, durante esos días, será excluido de Israel. El día primero os reuniréis en asamblea litúrgica y lo mismo el día séptimo: no trabajaréis en ellos; solamente prepararéis lo que haga falta a cada uno para comer. Observaréis la ley de los ázimos, porque este mismo día sacó el Señor a sus legiones de Egipto: es ésta una ley perpetua para todas vuestras generaciones.

Desde el día catorce por la tarde hasta el día veintiuno por la tarde del primer mes, comeréis panes ázimos. No habrá levadura en vuestras casas durante esos siete días, y el que coma algo fermentado será excluido de la asamblea de Israel, sea forastero o natural del país. No comáis nada fermentado, sino comed ázimos en todo lugar donde habitéis.”»

RESPONSORIO    Ap 5, 8. 9; cf. 1Pe 1, 18. 19

R. Los ancianos se postraron ante el Cordero y cantaban un cántico nuevo, diciendo: * «Señor, tú nos compraste para Dios por tu sangre.»
V. Nos rescataron, no con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha.
R. Señor, tú nos compraste para Dios por tu sangre.

SEGUNDA LECTURA

De las Homilías de san Asterio de Amasea, obispo
(Homilía 13: PG 40, 355-358. 362)

IMITEMOS EL ESTILO DEL SEÑOR EN SU MANERA DE APACENTAR

Si queréis asemejaros a Dios, puesto que habéis sido hechos a su imagen, imitad su ejemplo. Vosotros, que sois cristianos, nombre que en sí mismo implica la bondad, imitad el amor de Cristo.

Considerad las riquezas de su bondad, ya que, queriendo venir a los hombres haciéndose él mismo hombre, envió ante sí a Juan, como pregonero y ejemplo de penitencia, y, antes de Juan, a todos los profetas, los cuales exhortaban a los hombres a que se arrepintieran, a que volvieran a la vida, a que se enmendaran.

Luego, al venir él en persona, clamaba con su propia voz: Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso. ¿Y cómo acogió a los que hicieron caso de esta invitación? Les concedió sin dificultad el perdón de sus pecados, al momento los libró de todo aquello que los agobiaba: el Hijo los santificó, el Espíritu los confirmó, el hombre viejo fue sepultado en el agua bautismal y el hombre nuevo, regenerado, resplandeció por la gracia.

¿Qué se siguió de ahí? El que antes era enemigo se convirtió en amigo, el que era un extraño en hijo, el que era profano en sagrado y santo.

Imitemos el estilo del Señor en su manera de apacentar; meditemos los evangelios y, viendo en ellos, como en un espejo, su ejemplo de diligencia y benignidad, aprenderemos a fondo estas virtudes.

En ellos, en efecto, encontramos descrito, con un lenguaje parabólico y misterioso, a un hombre, pastor de cien ovejas, el cual, cuando una de las cien se separó del rebaño e iba errando descarriada, no se quedó con las demás que continuaban paciendo ordenadamente, sino que se marchó a buscar a la descarriada, atravesando valles y desfiladeros, subiendo montes altos y escarpados, pasando por desiertos, y así le fue siguiendo la pista con gran fatiga, hasta que la halló errante.

Una vez hallada, no le dio de azotes, ni la hizo volver con prisas y a empujones al rebaño, sino que la cargó sobre sus hombros y, tratándola suavemente, la llevó al rebaño, con una alegría mayor por aquella sola que había encontrado que por la muchedumbre de las demás. Reflexionemos sobre el significado de este hecho, envuelto en la oscuridad de una semejanza. Esta oveja y este pastor no significan simplemente una oveja y un pastor cualquiera, sino algo más profundo.

En estos ejemplos se esconde una enseñanza sagrada. En ellos se nos advierte que no tengamos nunca a nadie por perdido sin remedio y que, cuando alguien se halle en peligro, no seamos negligentes o remisos en prestarle ayuda, sino que a los que se han desviado de la recta conducta los volvamos al buen camino, nos alegremos de su vuelta y los agreguemos a la muchedumbre de los que viven recta y piadosamente.

RESPONSORIO    Za 7, 9; Mt 6, 14

R. Que cada cual respete el derecho del prójimo * y trate a su hermano con misericordia y piedad.
V. Si vosotros perdonáis al prójimo sus faltas, también os perdonará las vuestras vuestro Padre celestial.
R. Que cada cual trate a su hermano con misericordia y piedad.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor, haz que nos inclinemos siempre a pensar con rectitud y a practicar el bien con diligencia y, puesto que no podemos existir sin ti, concédenos vivir siempre según tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

10:52

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