“Designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y lo sobreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos”. (Mt 18,1-5.10)
Jesús es el gran evangelizador.
Pero no es el único.
Jesús nos necesita, él no lo puede hacer todo.
El Evangelio es universal, pero Jesús no puede llegar a todas partes.
Y Jesús no vino para evangelizar a unos pocos.
Vino para evangelizar al “mundo entero”, “a todas las gentes”.
Por eso, Jesús nos necesita.
Valdremos poco, pero aun con nuestras limitaciones le somos útiles y necesarios.
Todos estamos llamados a ser evangelizadores.
Todos somos responsables de que el Evangelio llegue a todos.
El Evangelizador, el que puede llegar a los corazones es él.
Pero nos necesita a nosotros para que le vayamos preparando el camino.
Nosotros somos los caminos por donde luego pueda llegar él.
Y no son caminos fáciles, porque los hombres no siempre están dispuestos a recibirle.
Y por eso nos pone de sobre aviso: “os envío como ovejas entre lobos”.
Anunciar el Evangelio es un camino que tiene poco de autopista.
Y tampoco debemos esperar que nos reciban con aplausos y con banda de músicos.
Más bien tendremos que ser “corderos” expuestos a la garras de los lobos.
Jesús ve que la mies es “abundante”.
Jesús es optimista viendo las posibilidades del Evangelio.
Pero siento que son poco los que quieren comprometerse.
El mismo comenzó con Doce.
Y el cristianismo en un principio comenzó con once.
Y sabe que no son suficientes.
Y por eso les dice que “pidan al Padre envíe más obreros”.
Pero ¿no estaremos pidiendo al Padre envíe obreros, cuando él nos quiero obreros a todos?
Todo bautizado está llamado a evangelizar.
Pero ¿dónde están esos bautizados?
¿No será que le estamos pidiendo obreros, cuando nosotros les impedimos trabajar por el Evangelio?
¿Acaso contamos con los seglares bautizados?
¿No les estaremos nosotros recortando sus posibilidades?
¿No seremos nosotros los que pedimos solo curas, cuando pudiéramos contar con todo el pueblo de Dios?
¡Cuantos seglares estarían dispuestos a comprometerse, pero sienten que nadie cuenta con ellos!
¿Podremos decirle al Padre que hoy los obreros son pocos?
¿No sería preferible pedirle que seamos nosotros los que renunciamos a hacerlo todo y damos paso a lo seglares?
La mies seguirá siendo mucha en toda no creemos conciencia en los laicos y todos nos sintamos anunciadores del Evangelio que preparamos el camino a donde quiere llegar Jesús.
Y no nos demos por rendidos por el hecho de que encontremos demasiados lobos en el camino.
Por eso Jesús no quiere que llevemos nada.
Que la única arma y seguridad que tendremos que llevar es no llevar nada e ir no con la fuerza del poder sino con la mansedumbre del cordero.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: apostoles, envio, evangelizacion, mision
Publicar un comentario