Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Sábado de la 31 a. Semana

Dedicación de la Basílica de Letrán


“Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén, Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”.

(Jn 2,13-22)


Hoy celebramos la Dedicación de la Basílica de Letrán.

Por eso la liturgia nos presenta este Evangelio de Jesús en el Templo.

Uno de lo momentos en los que vemos a Jesús con cierta violencia.

No se enfada por encontrarse con un pecador.

No se enfada por encontrarse con un publicano.

Pero sí siente como un impulso de incomodidad y descontento cuando contempla el Templo convertido en un mercado, como una especie de feria de pueblo.


El Templo ha perdido su significado y sentido.

El Templo ya no aparece como “la casa de mi Padre” sino como “mercado”.

El templo ya no es lugar de encuentro con Dios.

El templo es lugar de encuentro con bueyes, ovejas, palomas y mesas de cambio.


Por eso anuncia el nuevo Templo.

Será levantado en tres días.

Será el nuevo templo pascual.

Esta vez el templo del encuentro con Dios será El mismo.

Y con El aparecerán los nuevos templos que somos nosotros mismos.


Nos cuesta convencernos de la verdad de estos nuevos templos.

Preferimos seguir con los templos de piedra y cemento.

Preferimos seguir con los templos hechura de nuestras manos.

Pero nos cuesta:

Vernos a nosotros mismos como templos de Dios.

“Vendremos a él y moraremos en él”.

Nos cuesta ver en nuestros hermanos templos de Dios.

Tenemos veneración a los templos de piedra.

Y con qué frecuencia profanamos esos templos vivos que somos nosotros.


Si como Jesús, entro en el templo que soy mismo ¿con qué me encentro?

¿No habrá bueyes y ovejas?

Es posible que también dentro llevemos una feria donde se vende de todo.

Cada uno sabe lo que vende en el templo de su corazón.

Cada uno sabe cuantos bueyes lleva dentro.

Cada uno sabe cuántas ovejas lleva dentro.

Cada uno sabe cuantas mesas de cambio lleva dentro.


¿Será el templo de nuestro corazón una auténtica casa de oración?

¿Será el templo de nuestro corazón una auténtica “casa de mi Padre”?

¿Será el templo de nuestro corazón “donde están los verdaderos adoradores del Padre en espíritu y verdad?


Señor: que descubra que soy templo tuyo.

Señor: que descubra que los demás son templo tuyo.

Señor: que descubra que esa chica bonita es templo tuyo.

Señor: que mi corazón sea verdadera “casa del Padre”.

Señor: que mi corazón sea verdadero templo de oración.

Señor: que cuando vea a los demás los reconozca como templos tuyos.

Señor: que cuando vea a esa chica bonita no vea ni bueyes ni ovejas ni palomas, y tampoco monedas con que comprarla, sino que la vea como el templo “donde los verdaderos del Padre en espíritu y verdad”.

Señor: que cuando entres en nuestros corazones también tú glorifiques al Padre.

Señor: que quienes nos vean glorifiquen a tu Padre, que también es nuestro.

Señor: danos la gracia de ser como tú, esos templos nuevos levantados en los tres días de tu Resurrección.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo C, Tiempo ordinario Tagged: dedicacion, iglesia, san juan de letran, templo

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