Jueves 21 de Diciembre de 2017
De la feria, día 21
De la feria, día 21
Morado.
Martirologio Romano: San Pedro Canisio, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y doctor de la Iglesia, que, enviado a Alemania, se dedicó con ahínco a defender la fe católica y a confirmarla con la predicación y los escritos, entre los que sobresale el Catecismo, y encontró el reposo de sus trabajos en Friburgo, población de Suiza. († 1597)
Antífona de entrada Cfr. Is 7, 14; 8, 10
Ya viene el Señor poderoso, y será llamado Emmanuel, porque Dios está con nosotros.
Oración colecta
Escucha con bondad, Padre, la plegaria de tu pueblo, y ya que nos alegramos por la encarnación de tu Hijo único, concédenos alcanzar el premio de la vida eterna cuando él vuelva en la majestad de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Padre de bondad, acepta los dones que misericordiosamente has dado a tu Iglesia y, con tu poder, conviertes en sacramento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Lc 1, 45
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.
Oración después de la comunión
Señor y Dios nuestro, que la participación en estos divinos misterios proteja continuamente a tu pueblo, para que, entregado plenamente a tu servicio, goce con abundancia la salvación del alma y del cuerpo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Cant 2, 8-14
Lectura del Cantar de los Cantares.
¡La voz de mi amado! Ahí viene, saltando por las montañas, brincando por las colinas. Mi amado es como una gacela, como un ciervo joven. Ahí está: se detiene detrás de nuestro muro; mira por la ventana, espía por el enrejado. Habla mi amado, y me dice: “¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía! Porque ya pasó el invierno, cesaron y se fueron las lluvias. Aparecieron las flores sobre la tierra, llegó el tiempo de las canciones, y se oye en nuestra tierra el arrullo de la tórtola. La higuera dio sus primeros frutos, y las viñas en flor exhalan su perfume. ¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía! Paloma mía, que anidas en las grietas de las rocas, en lugares escarpados, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz; porque tu voz es suave y es hermoso tu semblante”.
Palabra de Dios.
Comentario
Como el amado habla a su amada para invitarla a disfrutar un tiempo nuevo, así nos habla Dios. Como la amada se alegra simplemente al escuchar la voz del amado, que llega, así nos alegramos en estos días previos a la Navidad. Todo nos invita a la vida, pues Dios mismo quien viene a vivir entre nosotros.
O bien: Sof 3, 14-18a
Lectura de la profecía de Sofonías.
¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti: ya no temerás ningún mal. Aquel día, se dirá a Jerusalén: “¡No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos! ¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso! Él exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta”.
Palabra de Dios.
Sal 32, 2-3. 11-12. 20-21
R. ¡Aclamen, justos, al Señor!
Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas; entonen para él un canto nuevo, toquen con arte, profiriendo aclamaciones. R.
El designio del Señor permanece para siempre, y sus planes, a lo largo de las generaciones. ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se eligió como herencia! R.
Nuestra alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Nuestro corazón se regocija en él: nosotros confiamos en su santo Nombre. R.
Aleluya
Aleluya. Emanuel, Rey y legislador nuestro, ven a salvarnos, Señor, Dios nuestro. Aleluya.
Evangelio Lc 1, 39-45
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.
Palabra del Señor.
Comentario
"Si nos preguntamos cuál es el camino central y recto de nuestro mundo terreno que nos lleva a aquella humanidad de Cristo, en la que encontramos la revelación de Dios y nuestra salvación, la respuesta está pronta y bellísima: ese camino es la Virgen, es María Santísima, es la Madre de Cristo. Si queremos entrar en el espíritu de la Navidad, en el secreto de la Navidad, en el gozo de la Navidad, debemos acercarnos a María la cristífera, la portadora de Cristo al mundo".
Oración introductoria
María, madre mía es impresionante contemplar la anchura de tu amor y lo que te llevó a ser por los mas necesitados, especialmente por tu prima. Al verte, me doy cuenta del poder que tiene una persona que lleva a Dios en su interior y que se manifiesta en el amor a los demás.
Y por eso, Madre mía, como buen hijo tuyo, yo quiero responder y no quedarme ciego, sordo, mudo o paralítico cuando alguien me necesite, teniendo en cuenta que tu Hijo me ha llamado a ser luz del mundo (cf. Mt 5, 14), y no a ser cualquier chispita, sino una gran lucero que «brille delante de los hombres, para que vean mis buenas obras y glorifiquen al Padre celestial que está en el cielo» (cf. Mt 5, 16).
Petición
María, concédeme valor y decisión para compartir con los demás a tu Hijo Jesucristo. Ayúdame ver las necesidades de los demás, y a darme cuenta que, sólo con Cristo en mi corazón, puedo ayudarles de verdad.
Meditación
Hoy, el texto del Evangelio corresponde al segundo misterio de gozo: la «Visitación de María a su prima Isabel». ¡Es realmente un misterio! ¡Una silenciosa explosión de un gozo profundo como nunca la historia nos había narrado! Es el gozo de María, que acaba de ser madre, por obra y gracia del Espíritu Santo. La palabra latina “gaudium” expresa un gozo profundo, íntimo, que no estalla por fuera. A pesar de eso, las montañas de Judá se cubrieron de gozo. María exultaba como una madre que acaba de saber que espera un hijo. ¡Y qué Hijo! Un Hijo que peregrinaba, ya antes de nacer, por senderos pedregosos que conducían hasta Ain Karen, arropado en el corazón y en los brazos de María.
Gozo en el alma y en el rostro de Isabel, y en el niño que salta de alegría dentro de sus entrañas. Las palabras de la prima de María traspasarán los tiempos: «¡Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!» (cf. Lc 1,42).
La alegría es inseparable de la fe. «¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?» (Lc 1,43). La alegría de Dios y de María se ha esparcido por todo el mundo. Para darle paso, basta con abrirse por la fe a la acción constante de Dios en nuestra vida, y recorrer camino con el Niño, con Aquella que ha creído, y de la mano enamorada y fuerte de san José. Por los caminos de la tierra, por el asfalto o por los adoquines o terrenos fangosos, un cristiano lleva consigo, siempre, dos dimensiones de la fe: la unión con Dios y el servicio a los otros. Todo bien aunado: con una unidad de vida que impida que haya una solución de continuidad entre una cosa y otra.
El amor de María no midió la distancia que le apartaba de su prima, ni mucho menos le llevó a tomar en cuenta lo que iba a exigirle ese viaje, viajando sola por el desierto, o cuánto tiempo le iba a tomar llegar hasta allá o cuánta comida iba a requerir para realizar ese trayecto... Su donación le condujo a hacer una de las cosas más costosas para el ser humano: el olvidarse de sí misma, para ser totalmente de los demás.
Nosotros, igualmente, podemos contemplar las necesidades de los que están cerca de nosotros; sobre todo, la sed de ayuda que llevan en su interior, con la esperanza de que alguien pueda satisfacerla y calmar su ansia. Por eso, detengámonos en el caminar de nuestra vida para ayudar a los demás.
Propósito
Haré dos actos de caridad el día de hoy: destacaré las cualidades de alguien y me ofreceré a ayudarle a alguien.
Dialogo con Cristo
Jesús mío, fuente de todo acto de amor, dame la gracia de llevarte siempre en mi corazón como lo hizo María, para que los demás puedan encontrar en mí tu rostro. Señor, yo quiero cumplir la gran misión que Tú me has dejado, la gran misión de extender tu Reino entre los que me rodean. Por eso, te pido que me concedas ver menos mis necesidades y más las de los demás, para poder dar toda mi persona a las almas que Tú pongas en mi camino. Jesús, que cada día crezcas más Tú en mí y que yo disminuya.
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