Iba hoy a hablar de Cataluña, pero ya he tenido hoy la primera bronca en casa con mi madre. Sí, ya han vuelto por Navidad; como el turrón. Mi madre tiene una vieja tradición al llegar y es la de atascarme el desagüe del fregadero de la cocina.
Y siempre la misma historia, me da la noticia riñéndome: ¿Cómo se te ocurre tener atascada la pileta? ¿Cómo se te ocurre tenerla así?
Y que no se me ocurra alegar que el día anterior a su venida, el fregadero sumía el agua perfectamente. ¿¿Es que me estás acusando de que te lo he atascado yo?? ¡Encima voy a tener yo la culpa!
Pero cómo se va a entender Rajoy con Puigdemont si yo no me entiendo ni con mi madre. Y claro su marido calla. (Mi madre es viuda casada en segundas nupcias.) Su marido calla y observa. No interviene. Pero en sus ojos silenciosos noto que se pone del lado de mi madre. Es una mirada como la del comisario Quinlan (Orson Welles) en Sed de Mal. Y esto solo es el primer día de mi casa en estado de sitio.
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