Qué antiguo te estás volviendo. Hay que actualizarse. Eso me dijo una antigua feligresa al conocer la parroquia de la Beata Mogas. Los tres principales signos de carcundia que ella observaba eran la adoración perpetua, los confesionarios y los reclinatorios para facilitar la comunión de rodillas a los que desearan recibirla de ese modo.
Únicos argumentos. Cosas antiguas. Modernizarse. Supongo que hoy me llamaría carca y con más motivos, ya que en Nochebuena y Navidad, en Braojos, en prueba de recalcitrante conservadurismo, tuve la desfachatez de revestirme con una casulla de seda del siglo XVIII, y utilizar un cáliz también del XVIII. Y no fue nada aislado, que para la Purísima un servidor ya había estado rebuscando en el museo parroquial y conseguí encontrar una preciosa casulla azul evidentemente de guitarra, cosa del todo inadmisible para todo fiel cristiano medianamente actualizado, insertado en la realidad y profético en su inanidad.
Lo último que se me ocurriría para juzgar el valor de algo es su modernidad. Hay misas bien, regular y mal celebradas. Hay iglesias bellas y adefesios de libro. Teología católica, teología fronteriza y pseudo teología. Teología moderna o antigua como categoría de valor es simplemente una memez.
Hace falta ser cateto en lo material y en lo espiritual para rechazar algo porque es una cosa antigua. No se plantean el valor o el sentido de la adoración eucarística, ni lo que es el sacramento de la reconciliación o la razón de facilitar la comunión eucarística de rodillas. No. Basta decir que es cosa antigua. Y si es antiguo, es del todo rechazable.
Menudo peligro tiene argumentar de esta manera. Cualquier día llegará un iluminado y arrasará las pirámides de Egipto para construir un Egipto Vegas con la cosa de la modernidad.
Pero seamos positivos. Gracias a la modernidad nos hemos cargado la tradicional imaginería española para ponernos ante unos Cristos simbólicos y unas Vírgenes intuitivas que solo dan miedo y risa. Cómo vamos a comparar el gregoriano o la polifonía religiosa, incluso la sencilla música popular de los años cuarenta, con la modernidad del Kumbayá y el gozo en el alma. Afortunadamente se ha superado la cansina liturgia de las horas para rezar con la piedra, el papel, la sandalia como símbolo del caminar y los novedosos textos de los poetas contemporáneos, que ya está bien de esos salmos tan antiguos ellos.
¿Y la misa? Nada de sacrificio en la cruz. La misa es una fiesta muy alegre, la mesa del compartir o el cuchipandeo.
Para un servidor, tan antiguo que es capaz de revestirse con una casulla del siglo XVIII, lo que vale es hacer las cosas bien o mal. La misa no es moderna o antigua. Es una misa bien celebrada, si se hace siguiendo las normas de la Iglesia, o un invento peculiar por muy presbítero que sea el inventor o muy suya la comunidad que a busca y jalea. Hoy una misa con liturgia inventada, plegaria sui generis, kumbayá, manos dadas y reparto de piruletas no mueve a devoción, da vergüenza ajena.
Así que antiguo… Sí. Como las pirámides de Egipto, las catedrales europeas, la música barroca, los monasterios medievales, el canto gregoriano, la imaginería española. Qué se le va a hacer.
P.D. Hoy celebro mi 38 aniversario de ordenación sacerdotal. Así que Avemaría y gloria. Los recordaré en la eucaristía.
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