Decía Pablo VI con ocasión del día de Año Nuevo de 1961:
La reflexión sobre el valor del tiempo (…) ha introducido una distracción exterior y, en la embriaguez tan extraña con que se quiere celebrar el paso de un año a otro, ha introducido pensamientos que no pueden sino ver pensamientos graves. El tiempo huye, lo que nos queda por vivir es siempre menos. Tenemos sólo el momento presente y este modo nuestro de vivir, este aspecto de nuestra existencia que sucede de acto en acto, de momento en momento, es algo que despierta en nosotros un gran deseo de la vida y que, al mismo tiempo, la defrauda porque este momento no se detiene: pasa, y tras habernos ofrecido la experiencia del momento sucesivo, rápidamente se lo traga y se lo lleva, y nos deja aún más deseosos de vivir y más desilusionados que antes.
El valor del tiempo lo conocemos, nosotros los modernos, porque todos vamos apresurados y queremos ganar tiempo. Ved que uno de los esfuerzos más notables de nuestro momento, de nuestro período de civilización; es la velocidad, es decir: ganar tiempo, usar más intensamente el tiempo que pasa, porque se sabe que solo en así podemos gozar de la vida (…). Tenemos un concepto ordinariamente exterior, económico, "time is money" dicen los ingleses, el tiempo es dinero; y esta es una lección que hemos aprendido bien, porque sabemos hacer cómputos exactísimos de lo que ofrece el tiempo, de lo que ofrece el dinero, de lo que se debe pagar por un tiempo.
Pero esta no es una consideración completa. Es exacta, aplicada a las cosas, aplicada a los bienes económicos, pero no es completa cuando se aplica a la vida, porque la vida no tiende solo a los bienes económicos; el tiempo sirve para conquistar, para ganar otra cosa (…). La vida vale lo que las esperanzas que la sostienen, vale por los fines que se propone, por el porvenir que se dibuja ante nosotros, por los programas de la propia actividad. Esta consideración del valor del tiempo es muy conforme a la vida cristiana, que tiende hacia algo que debe venir, que esperarnos, porque la vida presente no es otra cosa sino la espera de una vida futura.
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