Oficio de lecturas - Viernes de la semana IX - Tiempo Ordinario

09:27


OFICIO DE LECTURA - VIERNES DE LA SEMANA IX - TIEMPO ORDINARIO
De la Feria. 

PRIMERA LECTURA

Año I:


De la carta del apóstol Santiago     4, 13b-5, 11


AGUARDAD CON PACIENCIA HASTA LA MANIFESTACIÓN DEL SEÑOR


    Queridos hermanos: Escuchad, ahora, vosotros, los que decís: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad y pasaremos allí el año; nos dedicaremos al negocio y lograremos pingües ganancias.» ¡Pero si no sabéis siquiera qué os va a suceder mañana! ¿Qué es vuestra vida? Sois un poco de vapor que aparece un momento y al punto se disipa. En vez de eso debíais decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.» Ahora os jactáis de vuestras insolentes palabras. Toda jactancia de esa clase es mala. En conclusión, quien sabe hacer el bien y no lo hace comete un pecado.

    Escuchad, ahora, vosotros, los ricos; y romped a llorar a gritos por las calamidades que os van a venir. Vuestras riquezas están podridas, y vuestros vestidos consumidos por la polilla. Vuestro oro y vuestra plata están comidos de la herrumbre. Su herrumbre será una acusación contra vosotros, y como fuego consumirá vuestras carnes. Habéis acumulado tesoros para los últimos días. Mirad que clama el jornal retenido de los obreros que han segado vuestros campos; y los clamores de los segadores han llegado hasta los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis llevado una vida de delicias sobre la tierra: os habéis entregado al placer y habéis cebado vuestros cuerpos para el día de la matanza. Habéis condenado al justo y le habéis dado muerte, pues él no os opone resistencia.
    Aguardad, pues, con paciencia, hermanos, hasta la manifestación del Señor. Ved cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra. Lo va aguardando pacientemente, hasta que la tierra reciba las lluvias tempranas y las tardías. Aguardad también vosotros con toda paciencia, fortaleced vuestros corazones, porque la manifestación del Señor está ya cerca. No os quejéis, hermanos, unos de otros, para no ser condenados. Mirad que el Juez está a las puertas. Tomad, hermanos, como dechados de sufrimiento y de constante espera a los profetas que hablaron en el nombre del Señor.
    Ved cómo ahora proclamamos bienaventurados a los que perseveraron en el sufrir. Habéis oído ponderar la paciencia de Job, y habéis visto el fin que le otorgó el Señor; porque el Señor es compasivo y misericordioso en extremo.

Responsorio     St 5, 10. 9b; Mt 24, 44


R. Tomad, hermanos, como dechados de sufrimiento y de constante espera a los profetas que hablaron en el nombre del Señor. * Mirad que el Juez está a las puertas.

V. Estad preparados, porque, a la hora que menos penséis, vendrá el Hijo del hombre.
R. Mirad que el Juez está a las puertas.

Año II:

De la carta a los Gálatas     5, 1-25


LIBERTAD EN LA VIDA DE LOS FIELES


    Hermanos: Manteneos firmes y no os dejéis sujetar al yugo de la esclavitud. Yo mismo, Pablo, os lo digo: Si os hacéis circuncidar, Cristo de nada os aprovechará. Y vuelvo a declarar a todos cuantos se hacen circuncidar: Quedan obligados a cumplir toda la ley. Habéis roto con Cristo los que pretendéis alcanzar la justificación por la ley. Habéis desertado de la gracia. Nosotros, en cambio, esperamos ansiosamente por el Espíritu, en virtud de la fe, la salud que nos reportará la justificación. Porque para los de Cristo Jesús no vale nada ser o no ser circuncidado. Solamente la fe, actuada por la caridad.

    Ibais tan bien: ¿quién se interpuso para que no creyeseis a la verdad? Esa sugestión no procede de aquel que os convoca. Un poco de levadura hace fermentar toda la masa. Yo confío en el Señor que pensaréis de la misma manera que yo. Y el que introduce enredos entre vosotros sufrirá su castigo, quienquiera que sea. En cuanto a mí, hermanos, si en realidad predico todavía la circuncisión, como pretenden, ¿por qué me persiguen aún? En este caso habrían de dar ya por terminado el escándalo de la cruz ... ¡Ojalá que esos tales que os perturban se mutilasen del todo de una vez!
    Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Pues toda la ley se concentra en esta frase: amarás al prójimo como a ti mismo. Pero, si mutuamente os mordéis y os devoráis, mirad que acabaréis por destruiros unos a otros.
    E insisto: Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. Pues la carne desea contra el espíritu, y el espíritu contra la carne, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais.
    Si os dejáis guiar por el Espíritu, ya no estáis bajo la ley. Todo el mundo sabe cuáles son las obras de la carne, tales como: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordias, celos, ira, contiendas, discusiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías, y otras semejantes. Respecto de ellas os prevengo ahora, como ya os previne antes: que quienes las practican no heredarán el reino de Dios.
    En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Contra estas cosas no se levanta ninguna ley. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y tendencias. Si vivimos por el Espíritu marchemos tras el Espíritu.

Responsorio     Ga 5, 18. 22. 25

R. Si os dejáis guiar por el Espíritu, ya no estáis bajo la ley. * El fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz.

V. Si vivimos por el Espíritu marchemos tras el Espíritu.
R. El fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz.

SEGUNDA LECTURA

De los Tratados de Balduino de Cantorbery, obispo.

(Tratado 6: PL 204, 466-467)

EL SEÑOR DISCIERNE LOS PENSAMIENTOS Y SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN


    El Señor conoce, sin duda alguna, todos los pensamientos y sentimientos de nuestro corazón; en cuanto a nosotros, sólo podemos discernirlos en la medida en que el Señor nos lo concede. En efecto, el espíritu que está dentro del hombre no conoce todo lo que hay en el hombre, y en cuanto a sus pensamientos, voluntarios o no, no siempre juzga rectamente. Y, aunque los tiene ante los ojos de su mente, tiene la vista interior demasiado nublada para poder discernirlos con precisión.

    Sucede, en efecto, muchas veces, que nuestro propio criterio u otra persona o el tentador nos hacen ver como bueno lo que Dios no juzga como tal. Hay algunas cosas que tienen una falsa apariencia de virtud, o también de vicio, que engañan a los ojos del corazón y vienen a ser como una impostura que embota la agudeza de la mente, hasta hacerle ver lo malo como bueno y viceversa; ello forma parte de nuestra miseria e ignorancia, muy lamentable y muy temible.
    Está escrito: Cree uno que su camino es recto, y va a parar a la muerte. Para evitar este peligro nos advierte san Juan: Examinad los espíritus si provienen de Dios. Pero ¿quién será capaz de examinar si los espíritus provienen de Dios, si Dios no le da el discernimiento de espíritus, con el que pueda examinar con agudeza y rectitud sus pensamientos, afectos e intenciones? Este discernimiento es la madre de todas las virtudes, y a todos es necesario, ya sea para la dirección espiritual de los demás, ya sea para corregir y ordenar la propia vida.
    La decisión en el obrar es recta cuando se rige por el beneplácito divino, la intención es buena cuando tiende a Dios sin doblez. De este modo, todo el cuerpo de nuestra vida y de cada una de nuestras acciones será luminoso, si nuestro ojo está sano. Y el ojo sano es ojo y está sano cuando ve con claridad lo que hay que hacer y cuando, con recta intención, hace con sencillez lo que no hay que hacer con doblez. La recta decisión es incompatible con el error; la buena intención excluye la ficción. En esto consiste el verdadero discernimiento: en la unión de la recta decisión y de la buena intención.
    Todo, por consiguiente, debemos hacerlo guiados por la luz del discernimiento, pensando que obramos en Dios y ante su presencia.

Responsorio     Mi 6, 8; Sal 36, 3


R. Se te ha dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que Dios desea de ti: * simplemente que practiques la justicia, que ames la misericordia, y que camines humildemente con tu Dios.

V. Confía en el Señor y haz el bien, y habitarás tu tierra si eres fiel a lo que él desea de ti.
R. Simplemente que practiques la justicia, que ames la misericordia, y que camines humildemente con tu Dios.

Oración

Señor Dios, cuya providencia no se equivoca en sus designios, te pedimos humildemente que apartes de nosotros todo lo que pueda causarnos algún daño, y nos concedas lo que pueda sernos de provecho. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Let's block ads! (Why?)

Publicar un comentario

Facebook
Blogger

SacerdotesCatolicos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets