febrero 2017

21:49


Miércoles 01 de Marzo de 2017
Miércoles de Ceniza
Morado

Se inicia el Tiempo de Cuaresma
Ayuno y abstinencia.

El tiempo de Cuaresma tiene como finalidad preparar a los fieles para la celebración de la Pascua; en efecto, la liturgia cuaresmal prepara la celebración del Misterio Pascual, tanto a los catecúmenos mediante las diversas etapas de la iniciación cristiana como a los fieles, al rememorar su bautismo y por la penitencia. Durante este tiempo, la Iglesia, como pueblo sacerdotal, está llamada a una oración más ferviente y constante, especialmente a favor de aquellos que se han alejado del Evangelio y de los que no lo conocen. Por eso no debe dejarse de pedir por quienes Dios busca como el pastor a la oveja perdida.

Antífona          cf. Sab 11, 23. 24. 26
Señor, tú eres misericordioso con todos y no aborreces nada de lo que has hecho, cierras los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan y los perdonas, porque tú eres el Señor, nuestro Dios.

Oración colecta         
Señor nuestro, concédenos iniciar con el santo ayuno cuaresmal un camino de verdadera conversión y de afrontar con la penitencia la lucha contra el espíritu del mal. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Bendición e imposición de la ceniza

Después de la homilía el sacerdote, de pie, con las manos juntas dice:

Queridos hermanos: Oremos a Dios, nuestro Padre, para que se digne bendecir con su gracia estas cenizas que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en señal de penitencia.

Y después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos extendidas:

Dios nuestro, que te conmueves ante quienes se humillan y hacen penitencia,
escucha con bondad nuestra súplica
y derrama la gracia + de tu bendición
sobre estos hijos tuyos que van a recibir las cenizas,
para que sean fieles a las prácticas cuaresmales
y así lleguen a celebrar, con un corazón puro,
el misterio pascual de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.

O bien:

Señor y Dios nuestro,
que no quieres la muerte del pecador sino que se arrepienta,
escucha con bondad nuestra oración
y bendice + estas cenizas
que vamos a imponer sobre nuestras cabezas,
reconociendo que somos polvo y al polvo hemos de volver,
y concédenos, por medio de las prácticas cuaresmales,
el perdón de nuestros pecados
y la vida nueva a imagen de tu Hijo resucitado.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

Y rocía con agua bendita las cenizas, sin decir nada.

Seguidamente, todos los fieles se acercan al sacerdote que impone la ceniza sobre ellos; a cada uno le dice:

Conviértete y cree en el Evangelio. Cf. Mc 1, 15

O bien:

Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás. Cf. Gn 3, 19

Mientras tanto se canta:

Antífona 1
Revistamos el hábito de la penitencia con la ceniza y el cilicio; ayunemos y lloremos delante del Señor, porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso para perdonar nuestros pecados.

Antífona 2 Cf. Jl 2,17; Est 4, 17
Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: Perdona, Señor, a tu pueblo; no permitas que callen quienes te alaban.

Antífona 3 Sal 50, 3
Borra mi culpa, Señor.

Esta antífona puede repetirse después de cada uno de los versículos del salmo 50.

Responsorio Cf. Bar 3, 2; Sal 78, 9

R. Reparemos el mal que cometimos por nuestra ignorancia, no sea que, sorprendidos por la muerte, busquemos el tiempo para hacer penitencia y no lo encontremos. * Míranos, Señor, y ten piedad de nosotros, porque hemos pecado contra ti.

V. Ayúdanos, Dios salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos, Señor. * Míranos, Señor.

Puede cantarse también otro canto apropiado.

Acabada la imposición de las cenizas, el sacerdote se lava las manos; el rito concluye con la oración universal y la Misa continúa como de costumbre.

No se dice Credo.

Oración sobre las ofrendas  
Al ofrecerte el sacrificio con el que iniciamos solemnemente la Cuaresma, te pedimos, Señor, que por las obras de penitencia y caridad, dominemos nuestras pasiones y, limpios de pecado, podamos celebrar con fervor la Pasión de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Antífona de comunión  cf. Sal 1, 2-3
El que medita la ley del Señor de día y de noche, da fruto a su debido tiempo.

Oración después de la comunión
Fortalécenos, Señor Dios, con los sacramentos recibidos para que nuestro ayuno sea agradable a tus ojos y cure todos nuestros males. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo     (Facultativa)
Infunde el espíritu de arrepentimiento sobre los que se inclinan ante ti, Dios nuestro, para que merezcan conseguir, por tu misericordia, los premios prometidos a los que hacen penitencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

1ª Lectura       Jl 2, 12-18
Lectura de la profecía de Joel.
Ahora dice el Señor: Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en amor, y se arrepiente de sus amenazas. ¡Quién sabe si él no se volverá atrás y se arrepentirá, y dejará detrás de sí una bendición: la ofrenda y la libación para el Señor, su Dios! ¡Toquen la trompeta en Sión, prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne, reúnan al pueblo, convoquen a la asamblea, congreguen a los ancianos, reúnan a los pequeños y a los niños de pecho! ¡Que el recién casado salga de su alcoba y la recién casada de su lecho nupcial! Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan: “¡Perdona, Señor, a tu pueblo, no entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?”. El Señor se llenó de celos por su tierra y se compadeció de su pueblo.
Palabra de Dios.

Comentario
El profeta invita a una celebración penitencial nacional. Nadie debe quedar exento de pedir perdón, porque todos son pecadores. De esta manera todos podrán celebrar, con autenticidad, la misericordia de Dios.

Sal 50, 3-6a. 12-14. 17
R. ¡Ten piedad, Señor, porque hemos pecado!

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.

Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. R.

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga. Abre mis labios, Señor, y mi boca proclamará tu alabanza. R.

2ª Lectura        2Cor 5, 20—6, 2
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Nosotros somos embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: déjense reconciliar con Dios. A Aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él. Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Porque él nos dice en la Escritura: “En el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí”. Este es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación.
Palabra de Dios.

Comentario
Nuestras comunidades pueden tener heridas, grietas, separaciones muy dolorosas. Hoy también nos debemos sentir enviados por Cristo para generar espacios, lugares, climas de reconciliación.

Versículo        cf. Sal 94, 8a. 7d
No endurezcan su corazón, sino escuchen la voz del Señor.

Evangelio        Mt 6, 1-6. 16-18
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre de ustedes que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 

Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará".
Palabra del Señor.

Comentario
“El Evangelio de hoy indica los elementos de este camino espiritual: la oración, el ayuno y la limosna (Cf. Mt 6, 1-6. 16-18). Los tres comportan la necesidad de no dejarse dominar por las cosas que aparecen: lo que cuenta no es la apariencia; el valor de la vida no depende de la aprobación de los demás o del éxito, sino de cuanto tenemos dentro [...] Una vez más la Cuaresma viene a dirigir su llamamiento profético, para recordarnos que es posible realizar algo nuevo en nosotros mismos y en torno a nosotros, simplemente porque Dios es fiel, es siempre fiel, porque no puede renegar de sí mismo, porque es fiel y sigue siendo rico de bondad y de misericordia, y está siempre dispuesto a perdonar y volver a comenzar de nuevo. ¡Con esta confianza filial, pongámonos en camino!”.

Oración introductoria 
Señor, hoy que inicia la Cuaresma te imploro me ayudes a vivirla animado por una fe más auténtica, más firme, con una mayor pureza de intención y por la esperanza que la anima, busque crecer en el amor. Que tu gracia me guíe para aprovechar todos los medios espirituales que me ofreces a través de nuestra madre, la Iglesia. 

Petición
Señor, dame la gracia de convertirme a Ti con todo mi corazón, recordando que polvo soy.

Meditación 

Hoy comenzamos nuestro itinerario hacia la Pascua, y el Evangelio nos recuerda los deberes fundamentales del cristiano, no sólo como preparación hacia un tiempo litúrgico, sino en preparación hacia la Pascua Eterna: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial» (Mt 6,1). La justicia de la que habla Jesús consiste en vivir conforme a los principios evangélicos, sin olvidar que «si vuestra justicia no supera la justicia de los doctores de la ley y de los fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos» (Mt 5,20). 

La justicia nos lleva al amor, manifestado en la limosna y en obras de misericordia: «Cuando hagas limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mt 6,3). No es que se deban ocultar las obras buenas, sino que no debe pensarse en la alabanza humana al hacerlas, ni desear algún otro bien. En otras palabras, debo dar limosna de tal modo que ni yo tenga la sensación de estar haciendo una cosa buena que merece una recompensa por parte de Dios y elogio por parte de los hombres. 

No debemos olvidar que no somos propietarios absolutos de los bienes que poseemos, sino administradores. Cristo nos ha enseñado que la auténtica caridad es aquella que no se limita a "dar" la limosna, sino que lleva a "darse" uno mismo, a ofrecerse a Dios como culto espiritual (cf. Rom 12,1). Ése sería el verdadero gesto de justicia y caridad cristiana, «y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6,4).

Miércoles de Ceniza

En este día los buenos cristianos asisten a las iglesias a que les impongan la ceniza, al mismo tiempo que escuchan unas palabras: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio". Esas palabras explican el sentido de ese rito tan atrevido con el que da inicio la cuaresma. ¡Arrepiéntete!, se nos dice. 

Hay tiempo de pecar y tiempo de convertirse. El tiempo de pecar suele ser muy largo. Todos pasamos por momentos malos, en que abandonamos el buen camino y nos adentramos en la mala vida. Incluso, podemos observar, cuando miramos hacia atrás, que hay un período en la vida en que nos hemos alejado mucho de Dios, de la Iglesia, de las buenas costumbres. Son esos días negros a los que no queremos mirar. 

Pero hay también épocas buenas, en las que hemos sido capaces de hacer el bien, hemos estado en paz con Dios, con los demás y con nosotros mismos. De aquí podemos sacar la siguiente conclusión: el hombre puede, si se esfuerza, subir mucho, mejorar; o, por el contrario, bajar, corromperse, destruirse. El ser humano puede llegar a ser un ángel o un demonio.

En la cuaresma se nos invita a un cambio. Dios nos da la oportunidad de arrepentirnos. Es un tiempo de gracia en que Dios nos ofrece su perdón con especial generosidad. Aún sabiendo que lo tenemos que hacer, preferimos seguir lo mismo, dejando para más adelante esa conversión, ese cambio de vida que nos cuesta tanto. 

Oración


Al empezar esta Cuaresma, te pedimos, Señor, que nos des un verdadero espíritu de conversión: así la austeridad de la penitencia de estos días nos servirá de ayuda en nuestra lucha contra el espíritu del mal. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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21:49


La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.  La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:

-“Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”

-“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"

-“Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

Origen de la costumbre 

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse. 

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada. 

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno. 

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos. 

Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma

A comienzos de la Edad Media la Iglesia Católica propuso una etimología de carnaval: del latín vulgar carne-levare, que significa 'abandonar la carne' (lo cual justamente era la prescripción obligatoria para todo el pueblo durante todos los viernes de la Cuaresma) y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.) 

Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.

Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada.

El ayuno y la abstinencia 

El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oración 

La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad. 

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior. 
La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios. 

La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar. 

El sacrificio 

Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)” 

Conclusión

Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección. 

Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.

En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.

Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.

El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.

La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.

La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfacciones con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.

Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.

Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás. 

Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

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21:49


OFICIO DE LECTURA - MIÉRCOLES DE CENIZA - TIEMPO DE CUARESMA
Del Propio. 


SEGUNDA LECTURA



De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios
(Cap. 7, 4--8, 3; 8, 5--9, 1; 13, 1-4; 19, 2: Funk, 1, 71-73. 77-79. 87)

CONVERTÍOS

Fijémonos atentamente en la sangre de Cristo y démonos cuenta de cuán valiosa es a los ojos del Dios y Padre suyo, ya que, derramada por nuestra salvación, ofreció a todo el mundo la gracia de la conversión.

Recorramos todas las etapas de la historia y veremos cómo en cualquier época el Señor ha concedido oportunidad de arrepentirse a todos los que han querido convertirse a él. Noé predicó la penitencia, y los que le hicieron caso se salvaron. Jonás anunció la destrucción a los ninivitas, pero ellos, haciendo penitencia de sus pecados, aplacaron la ira de Dios con sus plegarias y alcanzaron la salvación, a pesar de que no pertenecían al pueblo de Dios.

Los ministros de la gracia divina, inspirados por el Espíritu Santo, hablaron acerca de la conversión. El mismo Señor de todas las cosas habló también de la conversión, avalando sus palabras con juramento: Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta, añadiendo además aquellas palabras tan conocidas: Cesad de obrar mal, casa de Israel. Di a los hijos de mi pueblo: «Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como la grana y rojos como escarlata, si os convertís a mí de todo corazón y decís: "Padre", os escucharé como a mí pueblo santo que sois.»

Queriendo, pues, que todos los que él ama se beneficien de la conversión, confirmó aquella sentencia con su voluntad omnipotente.

Sometámonos, pues, a su espléndida y gloriosa voluntad, e, implorando humildemente su misericordia y benignidad, refugiémonos en su clemencia, abandonando las obras vanas, las riñas y la envidia, cosas que llevan a la muerte. Seamos, pues, hermanos, humildes de espíritu; abandonemos toda soberbia y altanería, toda insensatez, y pongamos por obra lo que está escrito, pues dice el Espíritu Santo: No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el fuerte de su fortaleza, no se gloríe el rico de su riqueza, quien se gloríe, que se gloríe en el Señor, buscándolo a él y obrando el derecho y la justicia, recordando sobre todo las palabras del Señor Jesús, con las que enseña la equidad y la bondad.

En efecto, él dijo: Sed misericordiosos y alcanzaréis misericordia; perdonad y seréis perdonados; como vosotros hagáis, así se os hará a vosotros; dad y se os dará; no juzguéis y no seréis juzgados; en la medida en que seáis benignos, experimentaréis la benignidad; con la medida con que midáis se os medirá a vosotros.

Ajustemos nuestra conducta a estos mandatos y así, obedeciendo a sus palabras, comportémonos siempre con toda humildad. Dice, en efecto, la palabra de Dios: En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.

De este modo, imitando las obras de tantos otros, grandes e ilustres, corramos de nuevo hacia la meta que se nos ha propuesto desde el principio y que es la paz; no perdamos de vista al que es Padre y Creador de todo el mundo, y tengamos puesta nuestra esperanza en la munificencia y exuberancia del don de la paz que nos ofrece.

RESPONSORIO    Is 55, 7; Jl 2, 13; cf. Ez 33, 11

R. Que el malvado abandone su camino y el criminal sus planes; que regrese al Señor y él tendrá piedad; * porque el Señor, nuestro Dios, es compasivo y misericordioso y se arrepiente de las amenazas.
V. No se complace el Señor en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.
R. Porque el Señor, nuestro Dios, es compasivo y misericordioso y se arrepiente de las amenazas.

ORACIÓN.

OREMOS,
Al empezar esta Cuaresma, te pedimos, Señor, que nos des un verdadero espíritu de conversión: así la austeridad de la penitencia de estos días nos servirá de ayuda en nuestra lucha contra el espíritu del mal. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

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16:06
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Y en el nuevo Misal que estrenaremos el próximo domingo, primero de cuaresma, el sacerdote comienza la Plegaria Eucarística de esta manera: Cristo, Señor nuestro, al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal, y, al rechazar las tentaciones de la antigua serpiente, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado; de este modo, celebrando con sinceridad el Misterio pascual, podremos pasar un día a la Pascua que no acaba. (Prefacio I de Cuaresma, con una traducción mejorada)

A tiempo llega la Cuaresma a recordarnos, con el brillo de esta formulación del Misal nuevo, que “sofocar la fuerza del pecado” es posible, porque Cristo el Señor nos capacita para ello, ya que su victoria en el desierto sobre el Tentador es un anticipo de la victoria de la Pasión, suprema obediencia de su amor filial al Padre. Jesús es el nuevo Adán que permaneció fiel allí donde el primero sucumbió a la tentación. Jesús cumplió perfectamente la vocación de Israel: al contrario de los que anteriormente provocaron a Dios durante cuarenta años por el desierto, Cristo se revela como el Siervo de Dios totalmente obediente a la voluntad divina. En esto Jesús es vencedor del diablo. (Catecismo de la Iglesia)

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La película La duda no es una gran película: es una cinta correcta, de impecable factura, con estupendas interpretaciones, complejo análisis de la psicología de los personajes y muy buen hacer por parte del director que se contiene siempre, no dejando que la historia caiga en el histrionismo ni un solo momento, esta falta de excesos no es nada fácil de conseguir.

Pero no era mi opinión sobre la película lo que quería hacer hoy. Sino algunas reflexiones con ocasión de la película.

¿Es cierto que hay personajes como la superiora del convento de esa película (Meryl Streep)? Sí, es cierto. Hay individuos (laicos, sacerdotes, religiosos) que tienen esa forma de ser. Y la religión les otorga un estupendo vehículo para canalizar su crueldad, para legitimar su deseo de destruir a alguien. Eso sí, todo lo hacen por bien de la gloria de Dios.

La capacidad de estas personas para hacer daño no debe ser minusvalorada nunca.

Hay obispos que son inteligentes y santos. (No siempre ambas cosas van unidas.) Pero en otros casos un obispo puede dar oído a acusaciones cuyo único fundamento es la nada, cuyo único sostén es una mente patológicamente anclada en la sospecha concentrada en una persona a la que detesta. Que Dios consuele al pobre pastor que se encuentra ante un obispo que no sepa cómo llevar esta situación.

En la película, además, se da una situación de un gran realismo: la superiora del convento se pone a investigar por su cuenta. Esparce la semilla de la duda con una religiosa, llama a la madre del niño, quiere telefonear a la antigua parroquia donde estuvo el párroco.

El proceso de investigación es ya causa suficiente, en cualquier sitio, para generar rumores. Una vez puesta en marcha esa máquina trituradora, las sombras se transforman en realidades, los fantasmas en monstruos tangibles. En este tema, el proceso de investigación es ya causa suficiente para destruir a alguien para toda su vida: para acabar con sus ilusiones al ir al seminario, para agotar su entusiasmo en la labor apostólica. Un proceso de investigación mal gestionado basta para rodearle de un aura de culpabilidad que le rodee hasta el último de sus días.


El proceso de investigación debe hacerse con la prudencia que requiere cada caso, con los medios razonables para cada situación.  Una medicina irrazonable puede transformarse en causa de enfermedad. Un remedio desaforado se puede convertir en algo tóxico.

Qué inmensa responsabilidad la de ser obispo. Un oficio que requeriría una sabiduría que no es de este mundo.

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Vale la pena ver este increíble video que muestra cómo un bebé de 20 semanas se mueve a sus anchas en el seno materno.
El scanner ha sido realizado por el proyecto iFIND de Londres, que permite a los padres presenciar este espectáculo.
La historia completa la cuenta el Daily Mail.
Diego Contreras, en actadiurna.org.

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Pueden existir, sin mala voluntad, muchas personas cuya manera de amar se fundamente, al menos en una grandísima proporción, en el reflejo de lo que el otro provoca en la propia subjetividad.
Con chicos jóvenes visitábamos la Casa Cuna de Santa Cruz de Tenerife los sábados. Regresábamos contentos al ver que dábamos un rato de felicidad a esos niños y niñas −que tanto habían sufrido− con nuestros juegos, bromas y entretenimientos. 
Y les cogíamos cariño. Un día se quiso apuntar un estudiante del último curso del Bachiller. Me alegró; le ayudaría a madurar, porque exteriormente aparentaba descuido: en el modo de vestir, en la relación difícil con sus padres, muchos suspensos… Le pregunté por qué quería venir, y me respondió: “porque quiero tener una experiencia fuerte”.

¡Qué distinto es atender a unos chiquillos para que ellos tengan unos momentos de alegría −disfrutar con su felicidad− o visitarlos porque yo soy el que deseo sentir algo al estar con ellos! Aunque las diferencias parezcan solo interiores, ambos planteamientos son muy distintos. Y, de hecho, por seguir el relato, este muchacho nunca llegó a asistir a aquella actividad generosa.
Pues bien, exactamente igual ocurre en el amor de pareja. Se denomina amor de yo, y es muy diferente al amor de tú: el primero arruina la relación y el segundo la fortalece. Y con esta pregunta esencial, “¿qué es lo que realmente amas cuando dices que amas?”, lo aborda José Pedro Manglano en El amor y otras idioteces, donde expone que es muy frecuente entre jóvenes “que uno no ame nada que se encuentre fuera de él. Hay muchos átomos enamorados. Seres cerrados que sienten amar, pero que no aman a nadie real con una existencia concreta y objetiva fuera de sí mismo”.
En efecto, pueden existir, sin mala voluntad, muchas personas cuya manera de amar se fundamente, al menos en una grandísima proporción, en el reflejo de lo que el otro provoca en la propia subjetividad, en esas sensaciones maravillosas que una persona concreta me suscita a mí. Pero en esta lógica, en el momento en que aquello deje de notarse −o si esas emociones las ocasionara otra persona distinta− la relación se quebrará. En suma, amor de yo: amor de baja calidad.
Amor de tú: ¿he aprendido a querer? Porque sin esa formación queda el amor muy frágil, a merced del caprichoso mundo de los sentimientos. “La educación para el amor de un tú requiere educar la imaginación no ya para descubrir lo más lejano e ideal, sino lo más cotidiano: el misterio que somos cada uno de nosotros, el misterio que encierra el yo y el tú”, explica Manglano.
Se trata de aprender a construir la felicidad de la otra persona, a imaginarla para adelantarse y sorprenderla, de poner toda nuestra creatividad al servicio de lo diario para que no se instale la rutina, de descubrir toda la riqueza del otro. Así se comprende que el amor entrelaza felicidad y dolor, y se afrontan las crisis desde una fidelidad incondicionada. Solo así se llega a pedir perdón o a perdonar o −lo más frecuente− a conjugar ambos verbos. Y el problema que hacía sufrir concluye en fortalecimiento de los lazos afectivos.
Decía Julián Marías de la persona enamorada que “sin ella, propiamente, no soy yo. Lo cual quiere decir, literalmente, que soy otro que el que antes −antes de enamorarme− era. El enamoramiento consiste, pues, en un cambio de mi realidad”. Es decir, que el amor de pareja es vocación que da sentido de totalidad a la vida: amor de tú. Y, entendido así, la vida es la aventura de estar, sin cansancio, siempre aprendiendo a querer.
Me parece importante subrayar que este amor de donación hace feliz a las personas; y recuperar la palabra entrega, que expresa bien el poema de Robert Graves: “los que no se atreven a dar nada / se quedan sin nada (…) / Al dártelo todo, / yo también, que no tenía nada, / ahora lo tengo todo”. O sea, que la felicidad consiste en entregar la vida por amor.
Iván López CasanovaCirujano General. Máster en Educación Familiar y en Bioética
Escritor: 
Pensadoras del siglo XX y El sillón de Pensar.
Fuente: forofamilia.org.

Troy Maxon es un antiguo jugador de béisbol negro, al que la guerra no hizo ningún favor, pues su carrera deportiva se fue al traste. Ahora se gana la vida como empleado municipal de recogida de basuras. Y acumula bastante frustración, que disimula acudiendo al alcohol y con mucha labia.
Aunque tiene una esposa adorable, Rose, minusvalora al hijo que tuvo en un matrimonio anterior, Lions, que se esfuerza por dedicarse a la música, y tampoco apoya al joven Cory, que querría seguir sus pasos deportivos, pero que es víctima de un rigorismo paterno que se diría en el fondo envidia pura y dura a su juventud.
El origen teatral del film no se intenta ocultar, aunque se airee la trama con la recreación de alguna calle de la ciudad, y el patio, la casa, un bar... a partir de cierto momento, Washington nos atrapa, hasta conducirnos a un clímax fantástico.
Fences, "vallas", nos habla de las barreras metafóricas que construimos como protección, pero que en el fondo nos aíslan y capitidisminuyen, al crear complejos de inferioridad y facilitar caminos depresivos. El autoengaño, la falta de comunicación, el escapismo, el rigor con los otros y no con uno mismo, forman parte de la personalidad de Troy, formidable Denzel Washington.

Aunque la que más sorprende interpretativamente es Viola Davis como su esposa, mujer fuerte, madre incluso con los que no son sus hijos de sangre, que ama aunque el otro le dé motivos sobrados para el rechazo, tiene algunas escenas sencillamente memorables.
El espectador está ante un texto maravilloso. Ante una penetrante radiografía humana. Ante unos actores que habitan en el territorio de los genios. Ante una película grande. (Almudí JD).

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19:24


Martes 28 de Febrero de 2017
De la feria
Verde.

Martirologio Romano: En Roma, en la vía Tiburtina, sepultura de san Hilario, papa, que escribió cartas sobre la fe católica, con las que confirmó los concilios de Nicea, Éfeso y Calcedonia, enalteciendo el primado de la Sede Romana (468).

Antífona de entrada          cf. Sal 17,19-20
El Señor fue mi apoyo: me sacó a un lugar espacioso, me libró, porque me ama.

Oración colecta     
Concédenos, Señor, que los acontecimientos de este mundo se orienten para nuestro bien, según tus designios de paz, y que tu Iglesia se alegre de servirte con entrega y serenidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Dios nuestro, que nos das lo que debemos ofrecerte y consideras esta ofrenda como un gesto de nuestra devoción hacia ti; te pedimos confiadamente poder alcanzar los premios eternos, ya que nos concedes la fuente del mérito. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        cf. Sal 12, 6
Cantaré al Señor, porque me ha favorecido; alabaré el nombre del Señor Altísimo.

O bien:         cf. Mt 28, 20
“Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”, dice el Señor.

Oración después de la comunión
Saciados con el alimento de la salvación, te pedimos, Padre de misericordia, que, por este sacramento que recibimos en la tierra, nos hagas participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Ecli 35, 1-12
Lectura del libro del Eclesiástico.
Observar la Ley es como presentar muchas ofrendas, y ser fiel a los mandamientos es ofrecer un sacrificio de comunión; devolver un favor es hacer una oblación de harina, y hacer limosna es ofrecer un sacrificio de alabanza. La manera de agradar al Señor es apartarse del mal, y apartarse de la injusticia es un sacrificio de expiación. No te presentes ante el Señor con las manos vacías, porque todo esto lo prescriben los mandamientos. Cuando la ofrenda del justo engrasa el altar, su fragancia llega a la presencia del Altísimo. El sacrificio del justo es aceptado y su memorial no caerá en el olvido. Glorifica al Señor con generosidad y no mezquines las primicias de tus manos. Da siempre con el rostro radiante y consagra el diezmo con alegría. Da al Altísimo según lo que él te dio, y con generosidad, conforme a tus recursos, porque el Señor sabe retribuir y te dará siete veces más. No pretendas sobornarlo con un don, porque no lo aceptaría, y no te apoyes en un sacrificio injusto. Porque el Señor es juez y no hace distinción de personas.
Palabra de Dios.

Comentario
Los rituales y sacrificios todavía estaban vigentes cuando se escribió el Eclesiástico. El libro recuerda que cumplir los mandamientos era tan importante como hacer las ofrendas. En estas palabras, más que la prescripción ritualista, debemos buscar el sentido que ha de darse a cualquier sacrificio: una ofrenda que con corazón alegre presentamos a Dios como simple signo de que queremos ofrendarle toda nuestra vida.

Sal 49, 5-8. 14. 23
R. ¡El Señor es el único Juez!

Al que va por el buen camino, le haré gustar la salvación de Dios. El Dios de los dioses, el Señor, habla para convocar a la tierra desde la salida del sol hasta el ocaso. R.

“Reúnanme a mis amigos, a los que sellaron mi alianza con un sacrificio”. ¡Que el cielo proclame su justicia, porque el Señor es el único Juez! R.

“Escucha, pueblo mío, yo te hablo; Israel, voy a alegar contra ti: Yo soy el Señor, tu Dios. No te acuso por tus sacrificios: ¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!”. R.


“Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza y cumple tus votos al Altísimo. El que ofrece sacrificios de alabanza me honra de verdad; y al que va por el buen camino, le haré gustar la salvación de Dios”. R.

Aleluya        cf. Mt 11, 25
Aleluya. Bendito eres, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños. Aleluya.

Evangelio     Mc 10, 28-31
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Pedro le dijo a Jesús: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”.
Palabra del Señor.

Comentario
Cada uno de nosotros puede hacer su propio inventario de ese ciento por uno que ha recibido de Dios. Al seguir a Jesús, hemos encontrado hermanos y hermanas de comunidad, por lo que nuestra casa y nuestros corazones se han ensanchado. Demos gracias por esa multiplicación que el evangelio ha hecho en nuestra vida.

Oración introductoria
Señor, gracias por darme la oportunidad de estar contigo en esta oración. Aunque me prometes retribuir el ciento por uno, hoy me conformo con poder experimentar tu cercanía para que mi corazón pueda amarte como al único totalmente amable; mi inteligencia pueda creer en Ti como en él único que no engaña y mi libertad pueda elegirte a Ti como lo único que colma mis ansias y anhelos.

Petición
Señor, dame el don de saber orar y encontrarme contigo en esta oración.

Meditación 

Hoy, como aquel amo que iba cada mañana a la plaza a buscar trabajadores para su viña, el Señor busca discípulos, seguidores, amigos. Su llamada es universal. ¡Es una oferta fascinante! El Señor nos da confianza. Pero pone una condición para ser discípulos, condición que nos puede desanimar: hay que dejar «casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio» (Mc 10,29).

Pedro, en nombre de los Apóstoles, recuerda al Maestro: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» (Mc 10,28), como queriendo decir: ¿qué sacaremos de todo eso?

La promesa del Señor es generosa: «El ciento por uno: ahora en el presente (...) y en el mundo venidero, vida eterna» (Mc 10,30). Él no se deja ganar en generosidad. Pero añade: «Con persecuciones». Jesús es realista y no quiere engañar. Ser discípulo suyo, si lo somos de verdad, nos traerá dificultades, problemas. Pero Jesús considera las persecuciones y las dificultades como un premio, ya que nos ayudan a crecer, si las sabemos aceptar y vivir como una ocasión de ganar en madurez y en responsabilidad. Todo aquello que es motivo de sacrificio nos asemeja a Jesucristo que nos salva por su muerte en Cruz.

Pero entre las cosas que se nos prometen está una poco agradable, poco comprensible: las persecuciones. Se nos prometen persecuciones como premio por el seguimiento de Cristo. ¿Quién, en efecto, está libre de las cruces de esta vida? ¿Quién en esta tierra ha vivido sin sufrir algo? Nadie. Todos somos pasto de las fieras del egoísmo de nuestros hermanos. Y sin embargo Cristo nos promete estos sufrimientos por Él. ¡Qué extraño regalo! Muy extraño. Pero extraño es para el que no ama. Es una locura sufrir por Cristo si no se le tiene. Quien lo tiene lo da todo porque lo ama. Quien sufre por alguien amado crece, se enaltece, siente que recibe más de lo que ha podido dar. Pero también sabe que esos padeceres no son eternos. Eterna será la Gloria junto a Cristo en el cielo. Y por eso lo sufre todo, se deja querer por Jesús plenamente. No tengamos miedo. Optar por Cristo siempre será la mejor empresa de nuestra vida. Hay que vivirlo para comprenderlo.

Siempre estamos a tiempo para revisar nuestra vida y acercarnos más a Jesucristo. Para muchos, dejar “casa, hermanos, hermanas, madre, padre...” significará dejar todo aquello que nos impida vivir en profundidad la amistad con Jesucristo y, como consecuencia, serle sus testigos ante el mundo. 

Propósito
Desprenderme de alguna posesión material para ayudar a un necesitado. 

Diálogo con Cristo
Señor auméntame la fe, auméntame mi amor a Ti, porque cuando hay fe sincera y amor verdadero, nada ni nadie será más importante en mi vida que el cumplir tu voluntad. Permite que sea tu discípulo y misionero para hacer partícipes a los demás de tu amor, de esa felicidad que sólo Tú puedes dar.



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