abril 2015


Las palabras nunca alcanzan cuando
 lo que hay que decir desborda el alma.
Julio Cortázar

Buscar siempre mi voz entre las cosas,
andar a las esquinas vagamente, 
perder a las palabras entre libros
que nunca quise, y luego perderme. 

Pedir la luz para ahora verte y verme, 
y descorrer con fuerza las cortinas. 
El cielo azul, el mar, el campo verde...
¡Ahí estabas tú! Qué poca vista.

Buscar, andar, hallar, ver y perderme. 
Este es mi pan, Señor, de cada día.

Ignacio Pagés Larruy



  “El mejor modo de mostrar al mundo de hoy la belleza y la bondad del matrimonio es el testimonio de vida de los mismos esposos y de la familia” afirmó el Papa en la Audiencia general de este miércoles
Resumen de la catequesis del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
La presencia de Jesús en las bodas de Caná nos revela de modo nuevo la bondad y dignidad del matrimonio a los ojos de Dios. Se trata de un mensaje cuya vigencia es más actual que nunca, precisamente en estos momentos en que en tantos países aumentan las separaciones y desciende el número de matrimonios. Debemos reflexionar seriamente para comprender por qué los jóvenes de hoy no quieren casarse, a pesar de que casi todos desean una seguridad afectiva estable y un matrimonio sólido. Junto a otras causas, hay un miedo a equivocarse y fracasar que impide confiar en la gracia que Cristo ha prometido a la unión conyugal.


El matrimonio consagrado por Dios protege esa unión entre el hombre y la mujer, que el mismo Dios ha bendecido desde la creación del mundo, y que es fuente de paz y de bien para las personas y para la sociedad. Los esposos que se casan en el Señor se transforman así en un signo eficaz del amor de Dios en el mundo. El mejor modo de mostrar al mundo de hoy la belleza y la bondad del matrimonio es el testimonio de vida de los mismos esposos y de la familia.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México, Costa Rica, Nicaragua, Uruguay, Chile y otros países latinoamericanos. Pidamos a la Virgen María que interceda por todos los esposos, especialmente por los que pasan por dificultades, para que vivan su matrimonio como un signo eficaz del amor de Dios. Muchas gracias y que Dios los bendiga.
Texto completo de la catequesis del Papa traducida al español
Nuestra reflexión sobre el plan originario de Dios sobre la pareja hombre-mujer, después de haber considerado las dos narraciones del Libro del Génesis, se dirige ahora directamente a Jesús. El evangelista Juan, al comienzo de su Evangelio, narra el episodio de las bodas de Caná, en la que estaban presentes la Virgen María y Jesús, con sus primeros discípulos (cfr. Jn 2,1-11). Jesús no solo participó en aquella boda, sino que ¡salvó la fiesta con el milagro del vino! Así pues, el primero de sus signos prodigiosos, con los que revela su gloria, lo realizó en el contexto de una boda, y fue un gesto de gran simpatía para aquella nueva familia, solicitado por la premura materna de María. Y esto nos hace recordar el libro del Génesis, cuando Dios termina la obra de la creación y realiza su obra maestra; la obra maestra es el hombre y la mujer. Y aquí Jesús comienza precisamente sus milagros con esta obra maestra, con un matrimonio, en una fiesta d bodas: un hombre y una mujer. Así nos enseña Jesús que la obra maestra de la sociedad es la familia: ¡el hombre y la mujer que se aman! ¡Esa es la obra maestra!
Desde los tiempos de las bodas de Caná tantas cosas han cambiado, pero aquel signo de Cristo contiene un mensaje siempre válido. Hoy no parece fácil hablar del matrimonio como de una fiesta que se renueva en el tiempo, en las diversas estaciones de la vida entera de los cónyuges. Es un hecho que las personas que se casan son cada vez menos; esto es un hecho: los jóvenes no quieren casarse. En muchos países aumenta en cambio el número de separaciones, mientras disminuye el número de hijos. La dificultad para estar juntos −ya sea como pareja o como familia− lleva a romper los lazos con cada vez mayor frecuencia y rapidez, y precisamente los hijos son los primeros en sufrir las consecuencias. Pues pensemos que las primeras víctimas, las víctimas más importantes, las víctimas que sufren más en una separación son los hijos. Si experimentas desde pequeño que el matrimonio es un vínculo a tiempo parcial, inconscientemente para ti será así. En efecto, muchos jóvenes acaban por renunciar al proyecto mismo de un vínculo irrevocable y de una familia duradera. Creo que debemos reflexionar con gran seriedad porqué tantos jóvenes no se animan a casarse. Existe esta cultura de lo provisional…, todo es provisional, parece que no haya nada definitivo.
Que los jóvenes que no quieren casarse es una preocupación que surge a día de hoy: ¿Por qué los jóvenes no se casan? ¿Por qué a menudo prefieren una convivencia, y tantas vecescon responsabilidad limitada? ¿Por qué muchos  −incluso entre bautizados− tienen poca confianza en el matrimonio y en la familia? Es importante procurar entenderlo, si queremos que los jóvenes puedan encontrar el camino justo que deben recorrer. ¿Por qué no tienen confianza en la familia? Las dificultades no son solo de carácter económico, aunque estas sean ciertamente serias. Muchos consideran que los cambios de los últimos decenios se han puesto en marcha por la emancipación de la mujer. Pero tampoco este argumento es válido. ¡De hecho, es una injuria! ¡No, no es verdad! Es una forma de machismo, que siempre quiere dominar a la mujer. Volvemos a hacer el ridículo que hizo Adán cuando Dios le dijo: ¿Por qué has comido del fruto del árbol?, y él: Ella me lo dio. Y la culpa es de la mujer. ¡Pobre mujer! ¡Hay que defender a las mujeres! 
En realidad, casi todos los hombres y mujeres querrían una seguridad afectiva estable, un matrimonio sólido y una familia feliz. La familia es la primera en todos los índices de aceptación entre los jóvenes; pero, por miedo a equivocarse, muchos no quieren ni pensarlo; aun siendo cristianos, no piensan en el matrimonio sacramental, signo único e irrepetible de la alianza, que se convierte en testimonio de la fe. Quizá precisamente ese miedo a equivocarse es el obstáculo más grande para acoger la palabra de Cristo, que promete su gracia a la unión conyugal y a la familia.
El ejemplo más persuasivo de la bendición del matrimonio cristiano es la vida buena de los esposos cristianos y de la familia. ¡No hay mejor modo de decir la belleza del sacramento! El matrimonio consagrado por Dios protege ese vínculo entre el hombre y la mujer que Dios ha bendecido desde la creación del mundo; y es fuente de paz y de bien para toda la vida conyugal y familiar. Por ejemplo, en los primeros tiempos del Cristianismo, esta gran dignidad del vínculo entre el hombre y la mujer acabó con un abuso considerado entonces absolutamente normal, o sea el derecho de los maridos a repudiar a sus mujeres, incluso por los motivos más engañosos y humillantes. El Evangelio de la familia, el Evangelio que anuncia precisamente este sacramento ha derrotado esa cultura del repudio habitual. 
La semilla cristiana de la radical igualdad entre los cónyuges debe hoy dar nuevos frutos. El testimonio de la dignidad social del matrimonio será persuasivo justo por ese camino, el camino del ejemplo que atrae, el camino de la reciprocidad entre ellos, de la complementariedad entre ellos.
Por eso, como cristianos, debemos ser más exigentes a este respecto. Por ejemplo: sostener con decisión el derecho a la misma retribución por el mismo trabajo. ¿Por qué se da por descontado que las mujeres tienen que ganar menos que los hombres? ¡No! Tienen los mismos derechos. ¡La disparidad es un puro escándalo! Al mismo tiempo, reconocer como riqueza siempre válida la maternidad de las mujeres y la paternidad de los hombres, en beneficio sobre todo de los niños. Igualmente, la virtud de la hospitalidad de las familias cristianas reviste hoy una importancia crucial, especialmente en las situaciones de pobreza, degrado o violencia familiar.
Queridos hermanos y hermanas, no tengamos miedo de invitar a Jesús a la fiesta de bodas, de invitarlo a nuestra casa, para que esté con nosotros y proteja a la familia. Y no tengamos miedo de invitar también a su Madre María. Los cristianos, cuando se casan en el Señor, se trasforman en un signo eficaz del amor de Dios. Los cristianos no se casan solo para sí mismos: se casan en el Señor en favor de toda la comunidad, de toda la sociedad. De esta hermosa vocación del matrimonio cristiano hablaré también en la próxima catequesis.
*  *  *
Hoy celebramos la fiesta de Santa Catalina de Siena, Patrona de Italia y de Europa. ¡Saludemos con un aplauso a nuestra Patrona! Que su existencia os haga comprender, queridos jóvenes, el significado de la vida vivida para Dios; que su fe inquebrantable os ayude a vosotros, queridos enfermos, a confiar en el Señor en los momentos de desaliento; y que su fuerza con los poderosos os indique a vosotros, queridos recién casados, los valores que verdaderamente cuentan en la vida familiar.
Traducción de Luis Montoya.

almudi.org

   Al hilo de la actual pujanza de las investigaciones en neurociencia, Nicolás Jouve, Presidente de CiViCa y reconocida autoridad científica en el campo de la genética, ha analizado en Páginas Digital un tema crucial para la ética: ¿existe un determinismo biológico de nuestra conducta y de nuestra conciencia?
«La neurociencia… ¿Zombis o personas?»
Nicolás Jouve / Páginas Digital

En el momento actual la neurociencia se ha convertido en un campo de investigación de vanguardia. El área de las ciencias biológicas que crea mayor expectativa social y provoca mayor interés mediático. Ello se debe tanto al auge de las nuevas técnicas que permiten analizar la actividad neuronal de las distintas áreas del cerebro bajo distintos tipos de estímulos y situaciones, como a su importancia para conocer las causas de las enfermedades mentales y neurodegenerativas, y al interés que despierta la vieja discusión sobre la relación entre el cerebro y la mente.

Refiriéndome a esto último, detrás de estas investigaciones hay un tema de hondo calado filosófico, antropológico y teológico, relacionado con el interés de algunos en demostrar la posible existencia de un determinismo biológico de nuestra conducta y de nuestra conciencia… y por tanto de nuestra libertad, lo que de llegar a confirmarse supondría la negación de la existencia del alma. Esta intención queda clara en la afirmación de que todo lo espiritual es un producto neuronal, plasmada por Antonio Damasio, neurofisiólogo Premio Príncipe de Asturias 1985, en su reciente obra «Y el cerebro creó al hombre» (2010).
Sin embargo, reducir la mente a impulsos eléctricos o reacciones químicas es difícil de abordar desde el punto de vista experimental. ¿Cómo demostrar que algo espiritual, como la mente, está subordinado a algo material, como lo es el cerebro?, ¿cómo demostrar el determinismo biológico de nuestra conciencia? De demostrarse esto, tendría razón la Dra. Brigitte Falkenburg, profesora en la Universidad de Dortmund, que señala que «si hubiera determinismo el conocimiento sería como un órgano totalmente inútil y nosotros seríamos como zombis». Como bien señala Francisco José Soler Gil en su obra «Mitología materialista de la existencia» (Ed. Encuentro, 2013), la libertad de decisión no sería más que una ficción del cerebro. Una ficción útil, seguramente, pero no por ello menos ilusoria. Esto nos llevaría a la negación de nuestra existencia como personas, seres libres y capaces de obrar moralmente, y habría que modificar toda la legislación al pasar de seres éticos y responsables de nuestros actos a meros autómatas obedientes al dictado de nuestras neuronas.
Lo cierto es que, a principios del siglo XXI, la neurociencia parece discurrir por un derrotero muy parecido al que siguió la genética a principios del XX. Algunos críticos dicen que con los avances de la neurociencia se está creando un nuevo determinismo como el que se produjo con los avances del conocimiento de los genes. La realidad es que ni los genes lo determinan todo en el ser humano, y menos su comportamiento, ni el sistema nervioso es el único responsable de nuestros actos. Recordemos una vez más las graves consecuencias de aquel error histórico de la primera mitad del siglo XX de los movimientos eugenésicos y racistas, con tristes consecuencias de todos conocidas, y no caigamos ahora, impulsados por la neurociencia, en aventuras transhumanistas de quienes solo ven al ser humano como una especie de máquina compuesta por piezas y dispositivos que la hacen funcionar.
Pero lo cierto es que existe el empeño por reducir lo mental a lo cerebral, y por tanto subordinar el espíritu al cuerpo. Para ello se llevan a cabo investigaciones con pacientes afectados con diversas lesiones cerebrales, o se trata de analizar las respuestas de determinadas áreas del cerebro a los estímulos físicos o farmacológicos, o se promueve la conexión por medio de electrodos del sistema nervioso a mecanismos externos, llegando incluso a la idea de trasladar la mente, la personalidad y la memoria de un ser humano a un ordenador, etc. Son investigaciones de gran interés, como lo es sin duda el proyecto BRAIN, calificado como el proyecto APOLO de la neurociencia, impulsado por el presidente Obama, y dirigido a abrir el misterio de los 1.400 gramos de materia que se asienta entre nuestros oídos.
El problema no son las investigaciones que se hacen sino las interpretaciones de las mismas. En esta línea, son tenidos por importantes los trabajos del neurólogo americano Benjamín Libet (1916-2007) que en los años ochenta hizo unos experimentos con voluntarios dotados de electrodos, para registrar las señales eléctricas de sus cerebros, llegando a la conclusión de que existe un desfase entre el instante en que se toma una decisión de actuar, por ejemplo la de mover un dedo, y el instante en que se es consciente de dicho acto. Algunos autores han interpretado estos experimentos en el sentido de que la decisión de actuar es anterior a la conciencia del hecho por el que se actúa. En el caso del movimiento del dedo el “potencial preparatorio”, según las estimaciones de Libet, tenía lugar hasta 550 milisegundos antes de que se produjese el hecho. Esto se ha interpretado en el sentido de que determinados procesos físico-químicos del cerebro anteceden a la toma de decisiones, por lo que la conciencia no sería la responsable de los actos, sino un testigo, un mero acompañante de los mismos. Sin embargo, cabe preguntarse hasta qué punto un hecho tan simple como mover un dedo es comparable a un proceso mental de deliberación en el que se han de considerar todas las opciones posibles antes de tomar una decisión.
Tampoco debemos olvidar que en todo esto hay un fondo materialista que intenta negar que el ser humano se caracterice por estar dotado de una realidad indisoluble de cuerpo y alma. Negar el espíritu es negar nuestra condición de personas, y la persona, de acuerdo con la concepción antropológica cristiana, posee cuerpo y espíritu indisociablemente unidos, o como señaló Boecio es «sustancia individual de naturaleza racional».
Muchos de los experimentos que tratan de encontrar pruebas demostrativas de que las respuestas conscientes a los estímulos obedecen a simples interacciones eléctricas y bioquímicas son difícilmente extrapolables. El problema de estas experiencias es que se están sacando conclusiones a base de datos solo parcialmente experimentales, al considerar al mismo nivel algo no medible, como son los fenómenos de la conciencia, con algo que sí se puede medir como lo es un impulso eléctrico, el movimiento de un dedo o cualquier otro fenómeno natural en el que esté implicado el cerebro.
Wolf Singer, un insigne neurofisiólogo, director del Instituto Max Planck de investigación del cerebro en Frankfurt, en su libro «Una nueva imagen del hombre» (2003), sostiene que existe una relación causa-efecto entre los procesos cerebrales y los mentales, pero que es difícil demostrarlo. Yo añadiría que el hecho de interpretar en una dirección dada los resultados de un experimento no es suficiente para excluir la hipótesis contraria pues, según nos explican los propios neurofisiólogos, la estructura del sistema nervioso es tan complicada y su funcionamiento tan complejo que no se puede descartar una hipótesis distinta a la que se planteó al inicio de las investigaciones. Hay demasiado reduccionismo, demasiado interés en viajar desde unos datos ciertos pero limitados a una realidad distinta y de orden superior e inmaterial como es el espíritu que anima a todo ser humano.
A pesar de la inmensa cantidad de estudios que se están llevando a cabo, no existe evidencia empírica suficiente que pueda sustentar la existencia de un determinismo biológico de la mente. Hace falta mucha más evidencia y más investigación antes de subordinar el ámbito de lo mental al de los procesos físico-químicos de las neuronas y negar así nuestra libertad. Decía nuestro Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) que “pasarán siglos y acaso millares de años antes de que el hombre pueda entrever algo del insondable arcano del mecanismo no solo de nuestra psicología, sino de la más sencilla, de un insecto”. El también Nobel de Medicina Sir Charles Scott Sherrington (1857-1952), uno de los padres de la neurofisiología, decía en una entrevista en la BBC a principios del siglo XX que «el estudio de los procesos neurales incide más y más sobre el estudio de la mente, pero hay procesos que parecen estar más allá de cualquier fisiología del cerebro. Es demasiado salto para que desde una reacción eléctrica en mi cerebro pase, de pronto, a ver el mundo que me rodea».
Las cosas no son tan simples. Yo no creo que se pueda llegar a negar la conciencia como motor de nuestros actos, por el mero hecho de que se puedan topografiar las regiones del cerebro implicadas en distintas tareas, como el habla, la vista, el olfato, o de conocer las interconexiones entre nuestras neuronas, o la biología del desarrollo del cerebro, etc. Tampoco es aceptable mezclar todo este fermento de conocimientos con el hecho de decidir entre el bien o el mal… Como bien señala mi buen amigo José Luis Velayos, catedrático emérito de Neuroanatomía, «la mente no puede ser una “secreción” del cerebro, ya que de lo material no puede surgir lo inmaterial… A pesar del gran desarrollo de la neurociencia, no se ha conseguido llegar a la comprensión del funcionamiento global del cerebro… se necesita aunar esfuerzos con otras ramas del saber, para llegar a una mejor comprensión del asunto… la ciencia experimental está abocada a una integración multidisciplinar en que estén incluidas las ciencias no experimentales. Así, la concepción unitaria, aristotélica, del ser humano, aunque cueste reconocerlo, volverá a tener vigencia».
La capacidad para hacer planes a medio o largo plazo no se puede comprender como una reacción aprendida, sino como una expresión de la libertad humana. Si hubiese un determinismo total, no seríamos libres y por tanto no seríamos seres humanos. Solo seríamos como zombis o animales instintivos. Particularmente prefiero pensar que cuando tomo una decisión y hago algo, incluso de lo que después he de arrepentirme, ha sido como consecuencia de un proceso de reflexión mental propio, y no debido al azar o al dictado de mis neuronas.

profesionalesetica.org

“Debemos reflexionar seriamente para comprender por qué los jóvenes de
hoy no quieren casarse, a pesar de que casi todos desean una seguridad
afectiva estable y un matrimonio sólido”, afirmó el Papa Francisco
durante su catequesis semanal ante miles de peregrinos reunidos en la
plaza de San Pedro este 29 de abril para la Audiencia General.

21:46

“Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. Os lo aseguro: “El que recibe a mi enviado me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado”. (Jn 13,16-20)

¿Qué nos ha querido decir Jesús en esta su despedida?
Pienso que algo que nosotros hemos deformado.
Hemos distinguido demasiado religión y salvación.
Hemos distinguido demasiado “profano” y “sagrado”.
Lo material es “profano”.
Lo humano es “profano”.
El mundo es “profano”.
Los hombres son “profanos”.
El cemento mientras está en la fábrica es “profano”
Pero cuando con el cemento construimos y una “Iglesia” es “sagrado”
La madera mientras está en la carpintería es “profana”, pero cuando se convierte en bancas de la Iglesia es “sagrada”.
Los hombres mientras son simples hombres, son “profanos”, pero cuando los ordenamos de sacerdotes ya son “sagrados”.
Los hombres en general son “profanos”, mientras que los sacerdotes somos “sagrados”.

Esa distinción entre lo sagrado y lo profano nos ha creado una doble visión y una doble actitud en el mundo.
El sacerdote es “Reverendo”.
Un laico es un cualquiera.
No puedo maltratar a un sacerdote.
Pero si puedo maltratar a un seglar.
Al sacerdote le saludamos con reverencia.
Al seglar, si no es nuestro amigo, ni le miramos a la cara.

Jesús no hace distinción entre “profano” y “sagrado”.
No hay hombres profanos y hombres sagrados.
Todos somos obras de Dios y todos llevamos la marca de Dios.
Y por tanto todos manifestamos a Dios.
Y por eso todos somos sagrados.
Y todos merecemos el trato de sagrados.
“El que recibe a mi enviado me recibe a mí, y quien me recibe a mí recibe al que me ha enviado”.
Quien recibe al hombre recibe a Jesús y al Padre que lo ha enviado.
Ahí reside la dignidad del hombre.
El hombre no es algo profano y que podemos profanar.
“Me diste de comer, me vestiste, me visitaste”. ¿Cuándo?
“Cuando lo hiciste con uno de estos mis pequeños a mí me lo habéis hecho”.

¿Qué pasaría se tratásemos a las personas como tratamos las cosas sagradas?
¿Acaso el cáliz es más sagrado que el hombre?
El cáliz ha recibido una bendición y es sagrado.
El hombre es obra de Dios y tiene su bendición y es sagrado.
“Dios envió a su Hijo al mundo para salvar al mundo y que nadie se pierda”.
Muchos están consagrados por el Bautismo.
Otros están consagrados por la Confirmación.
Otros reciben la Eucaristía que los santifica.
Otros reciben el Sacramento del Matrimonio que los bendice y transforma.
Otros recibimos el Sacramento del Orden y somos sus ministros.
Es maravillosa la comunión que establece Jesús:
“El que recibe a mi enviado a mí me recibe.
Y el que me recibe a mí recibe a mí, recibe al que me envió”. El Padre.
¿Podremos decir que el hombre es algo profano?
¿No seremos todos consagrados?
¿Y no tendremos que ser tratados como tales?

Clemente Sobrado C. P.


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15:56
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Buen Pastor, cuya imagen heredé del Sacerdote que me llevó al Seminario, y preside ahora mi trabajo y mi descanso, en estas verdes praderas de Villamediana donde apaciento el rebaño que me has encomendado.

Quisiera ser como Tú, o mejor, quisiera que tu mismo apacentaras este rebaño, a través de mis palabras, inciciativas, celebraciones, oraciones y demás trabajos parroquiales. Concédeme, al menos, no estorbar tus tareas de pastor, guía y salvador del rebaño.

Cuando te contemplo con tu morralíto sololateco al hombro (que yo mismo acabo de ponerte), el cordero en tus brazos, y a tus pies una atenta y gorda oveja, me siento feliz haciendo las tareas pastorales y trato de sacar del morral de mi experiencia iniciativas que ayuden a tu rebaño.

Y así me tienes, a las puertas ya del mes de mayo, a punto de cumplir un año más de vida (y ya suman unos cuantos), con la ilusión del primer día, cantando con amor y ternura aquella canción que compuse hace unos años: Sin detenerme por nada voy siguiendo al Buen Pastor y vivo cada jornada sirviendo al Pueblo de Dios.

¡Señor, que no decaiga, y vaya siempre adelante (y lo mismo mis amigos)! Amén.

11:45
¿Qué es el Esoterismo? ¿De dónde proviene? ¿Qué validez tiene?... Todo esto intentaremos contestar aquí // Autor: R.P. Pedro Herrasti, S.M. | Fuente: Folleto El Verdadero Catolicismo

Introducción

Envueltos en misterios y símbolos, vestidos de manera estrafalaria, rodeados de aparentes secretos, los llamados "esotéricos" hacen abundante promoción de sus ideas, cobrando por supuesto las consultas de aquellos incautos que desean adivinar su futuro, tener suerte en negocios o amores, recuperar la salud o hacer un maleficio a un enemigo.

Existen mercados dedicados exclusivamente al esoterismo, hay revistas especializadas y en Internet abundan los sitios esotéricos. Magia blanca o negra, astrología, brujería, yerbas, horóscopos, adivinación del futuro, la vida anterior, ciencias ocultas, el fin del mundo, tarot, objetos, inciensos, imágenes, veladoras, cuarzos, piramiditas, etc... se encuentran por todos lados.


En pleno siglo XXI, cuando el hombre ya no considera noticia el envió de sondas a lejanos planetas, cuando los avances de la ciencia y la tecnología nos facilitan las comunicaciones instantáneas a nivel mundial y con un pequeñísimo teléfono celular hacemos obsoletos el correo y los teléfonos normales; cuando en una agenda electrónica podemos almacenar toda la información del mundo y las tarjetas de crédito nos abren las puertas de transacciones financieras sin tocar un billete, parece que junto con tanto poder, ese hombre moderno se enfrenta al misterio de su propia existencia y desea encontrar en ciencias ocultas la respuesta al sentido de su propia vida.

La credulidad del hombre moderno seria ridícula si no fuera porque denota su vacío existencial y es explotada al máximo por farsantes y tramposos.

¿Qué es el Esoterismo? ¿De dónde proviene? ¿Qué validez tiene? ¿Quién lo promueve? ¿Porqué el hombre moderno acude a ello? Todo esto intentaremos contestar en el presente Folleto EVC.

Los fenómenos paranormales

No todo, por desgracia, es mentira o burda trampa. Existen ciertamente fenómenos asombrosos y extraños que la parapsicología intenta explicar con un análisis científico y racional: telekinesia, premoniciones, telepatía, magia, adivinación, visiones, etc. son hechos reales no plenamente explicados y es entonces cuando hay que tener mucho cuidado porque paralelamente a la difusión de lo paranormal, hay un recrudecimiento innegable de hechos francamente demoníacos.

Habla un Psiquiatra

En una entrevista al psiquiatra Dr. Assailly, realizada por el periodista francés Loïc Joncheray se nos advierte que ciertos fenómenos paranormales de orden meramente humano, son en apariencia idénticos a fenómenos provocados por el demonio. La confusión puede provenir de no distinguir el mecanismo paranormal del agente que lo provoca. No podemos achacar todo al diablo a la ligera, ni negar su influencia a priori.

Los psiquiatras distinguen en parapsicología dos clases de fenómenos llamados PSIGAMMA o PSlKAPPA.

Los primeros son por ejemplo, la telepatía que es la percepción del pensamiento de otra persona sin la ayuda de los sentidos; la clarividencia o sea la percepción de objetos o sucesos; la precognición que es el anuncio de acontecimientos que se verifican a continuación; la metanomía táctil que es el adivinar al tocar un sobre, el contenido de la carta.. etc. y es lo que podríamos llamar un "sexto sentido".

Los fenómenos PSlKAPPA son por ejemplo la psiocokinesia - que es la acción, voluntaria o involuntaria sobre la materia.

La telekinesia permite desplazar objetos sin una causa física detectable; la levitación de objetos o personas; los ruidos producidos alrededor de un médium sin una causa explicable; fenómenos relacionados con la muerte de una persona, como puede ser que los relojes, sobre todo los de péndulo, se detengan en el momento de la muerte o que suenen sus campanas intempestivamente.

Dice el Dr. Assailly que se han hecho numerosos estudios acerca de estos fenómenos, pero que hay que reconocer la ignorancia de la psiquiatría en la materia. Por ello mismo es peligroso y muy importante no practicar esa clase de ejercicios fuera de un control estrictamente científico. Los fenómenos paranormales pueden ser efecto de ciertas patologías, y como Satán conoce esos mecanismos mejor que nosotros es por ahí por donde entra en acción para sembrar la confusión.

En una sesión en la que un grupo intentaba hacer girar una mesa, el Dr. Assailly llevaba una reliquia del Santo Cura de Ars, que fué en vida asediado frecuentemente por el demonio y la sesión fracasó totalmente. Lo acusaron de "provocar interferencias". Satanás aprovecha la curiosidad del hombre en los fenómenos paranormales para inmiscuirse en nuestras vidas y destruir al hombre.

Tenemos tres facultades superiores: Inteligencia, voluntad y amor. El corazón del hombre es la sede de estas facultades y es donde habita Dios. Satanás, en cambio, interviene fácilmente a nivel de los instintos alimentarios o sexuales y en nuestra sensibilidad, sede de la memoria y de la imaginación. No puede el diablo actuar directamente en nuestra persona, pero aprovecha las turbulencias que provocan sus tentaciones para perturbamos y alejamos de Dios. Es por eso que aprovecha gustosamente ciertas facultades o fuerzas paranormales del hombre. De ahí la precaución y distancia que debemos tener ante dichos fenómenos.

Como psiquiatra católico, el Dr. Assailly, ante un desequilibrio o enfermedad mental, no puede determinar si el demonio está metido en ello o no. En los tiempos evangélicos, culpaban al demonio de todas las enfermedades físicas o mentales, pero determinar una posesión diabólica no es tarea del psiquiatra sino de un Sacerdote Exorcista. Por eso el Dr. Assailly, prudentemente, no emplea la palabra "posesión" sino simplemente de una probable "influencia" diabólica.

Habla un Teólogo

Por su parte el P. Carlos Aldunate, de la Compañía de Jesús, considera que los fenómenos paranormales son aquellos que no podemos explicar por las leyes físico-químicas de la naturaleza, entre los cuales podemos considerar lo que llamamos milagros, que son intervenciones de Dios, en ocasiones por la intercesión de la Virgen Santísima o de alguno de los Santos.

Ante los fenómenos paranormales, ¿qué actitud debe tomar el cristiano? Podemos clasificar dichos fenómenos de la siguiente manera:

Milagros que manifiestan claramente la acción de Dios.
Acciones diabólicas que implican la manifestación de fuerzas sobrehumanas degradando y destruyendo al hombre.
Fenómenos en los que no intervienen fuerzas del "otro mundo". Es el dominio de la parasicología y que pueden explicarse por las solas fuerzas de la naturaleza humana, como podría ser la telepatía.
Existe un criterio para discernir si un fenómeno viene de Dios o del demonio: hemos sido creados y redimidos para hacer reproducir en nosotros la imagen de Cristo. Por la Gracia

Por lo tanto, todo aquello que nos ayude a esta "cristificación" de nuestras personas, debe ser acogido con gozo y acción de gracias; constataremos la transformación que Dios opera hacia la madurez y armonía interior y con los demás.

En cambio podemos considerar diabólicos los fenómenos paranormales que nos alejan de Dios, de lo que Dios quiere de nosotros, que degradan o destruyen al hombre. Así es la brujería que intenta hacer el mal invocando implícita o explícitamente a Satanás, o las obsesiones que surgen de manera inexplicable llevando a la autodestrucción o al suicidio.

La Biblia condena la brujería y la adivinación, porque el futuro pertenece tan solo a Dios y a la libertad que Dios concede al hombre. La adivinación sería un intento de descubrir el futuro independientemente de los caminos divinos. Consultar a "videntes" degrada al hombre porque lo proyecta fuera de en la orientación de su propia vida y lo hace irresponsable ya que le hace dependiente de una programación exterior.

Ejemplo de esto es la muy antigua astrología que con los horóscopos programa al hombre según dictan "los astros", impidiendo así la libertad del hombre.

Igualmente la Palabra de Dios condena la evocación de los muertos o nigromancia. Los que habitamos la tierra, podemos invocar, como nos enseña la Iglesia, a aquellos que están ya en la presencia de Dios o sea a los Santos, pero no para pedirles informaciones o maleficios y menos suponer que cualquier difunto pueda entraren un "médium".

Las ánimas que se purifican en el Purgatorio, por la comunión de los Santos, están en posibilidad de ayudarnos, como nosotros a ellas. Tan solo quedan excluidos de la comunión de los Santos aquellos que por desgracia merecieron la condenación eterna.

Este es un campo muy adecuado para que el demonio actúe engañando como siempre. Ya en los primeros siglos de la Iglesia, Tertuliano dijo: "Invocamos a las almas de los difuntos ¡Y son los demonios los que responden en su lugar!" En efecto, si en una sesión espiritista un espíritu se manifiesta como Nerón, Einstein, Hitler o el Santo Cura de Ars, ¿cómo sabremos si Satanás, el padre de la mentira no es el que está actuando?

En las sesiones espiritistas pueden suceder realmente cosas extraordinarias, que en la inmensa mayoría de los casos son fraudes muy bien tramados, y siempre, en todo caso, quedará la duda ante la posibilidad de una acción diabólica. No es de extrañar que las personas adictas a esta clase de cosas se apartan de los Sacramentos y de la Iglesia y tengan a menudo perturbaciones psíquicas y espirituales muy graves.

Un buen cristiano debe evitar tajantemente las prácticas espiritistas porque aunque no tuvieran nada de satánico, son profundamente nocivas al equilibrio humano.


El porqué de la prudencia

El hombre es un ser complejo y delicado en el que se unen distintos niveles: la animalidad con sus instintos: la inteligencia y la voluntad racionales; la espiritual que lo abre a Dios. El cristiano sabe que lo inferior debe estar subordinado a lo superior. Todo aquello que lo lleve a someterse a lo irracional es un insulto a la inteligencia, es indigno, lo degrada y pone en peligro su equilibrio humano.

Abandonarse a los fenómenos parapsicológicos paranormales provocados, como pueden ser la adivinación, el espiritismo, magia, etc. no está permitido. No se sabe nunca cuales son las fuerzas que son invocadas, que por regla general son fuerzas ocultas. La persona adquiere lazos, pierde su libertad y cae en lo que la Biblia llama idolatría que puede llegar incluso a la posesión diabólica.

La experiencia muestra que dichas fuerzas ocultas pueden conducir a manifestaciones satánicas terribles. No menospreciemos a Satán y sus poderes. En las promesas de nuestro Bautismo renunciamos al Demonio y a sus obras, sean las que sean. Elemental prudencia cristiana que nos pone a salvo del error y del pecado.

Involucrarse en fenómenos parapsicológicos es por tanto una infidelidad al camino del seguimiento de Cristo y esteriliza la vida espiritual. Hay que tener cuidado por lo tanto en ciertas situaciones en las cuales los criterios no son claros. Existen casos con apariencias religiosas, visiones, estigmas, curaciones aparentemente milagrosas, etc. pero sucede que hay fenómenos en que lo humano se mezcla con lo diabólico: histerias, compulsiones psicóticas, opresiones de malos espíritus y posesiones diabólicas.
En todo caso es Jesús quien nos indica una solución: "Se conoce un árbol por sus frutos" (Lc, 6, 44). A la larga, aunque en un principio aparentemente los frutos son positivos, pueden aparecer consecuencias malas como es la sequedad de la vida espiritual, el egocentrismo, la búsqueda de poderes extraordinarios abandonando el don de ser a Cristo el Señor.

¿Qué pensar de la magia?

La magia implica una visión del mundo donde se cree en la existencia de fuerzas ocultas que ejercen su influencia en la vida del hombre y con las cuales aquel que ejerce la magia (o su cliente) cree poder tener un control por medio de prácticas rituales capaces de producir automáticamente el efecto deseado.
Parece mentira que las diferentes clases de magia no se practiquen tan solo en culturas primitivas, sino que las encontramos ampliamente en países llamados desarrollados, Brujerías, santería, vudú, macumba, etc., las tenemos por todos lados en nuestra Patria por desgracia.

Se habla de "magia blanca" que seria aquella que intenta hacer el bien como recuperar la salud, resolver problemas económicos o de otra Índole y "magia negra" que hace maleficios, separa personas, comunica enfermedades o hasta provoca la misma muerte. Recordemos que el fin nunca justifica los medios y que la magia blanca aunque pretenda hacer algún bien, aparta a los que la practican de Dios, de los Sacramentos, de la Palabra de Dios, del estudio de la Religión, etc...

En cuanto a la "magia negra" para qué decir que es intrínsecamente perversa y satánica. Sus adeptos se convierten en esclavos de Satán y llegan a la aberración de las "misas negras", descritas en todo su horror en el Folleto EVC 59 que trata del Satanismo.

Las sectas satánicas abundan ahora por todos lados. En Estados Unidos hace años eran 135 mil y ahora no se sabe. Y son sectas que efectúan toda clase de aberraciones hasta llegar a sacrificios humanos. No hace mucho se encontró flotando en el río Támesis, en Londres, Inglaterra, el torso de un niño sacrificado por una secta.

Lo propio de la magia es sostener un clima de miedo e incertidumbre: miedo de lo oculto, de fuerzas que nos amenazan y que hay que calmar. El cristiano no tiene nada que temer ya que el Vencedor del maligno es Cristo. Recordemos que la Santísima Virgen María es la que aplastó la cabeza de la serpiente y que el demonio simplemente no puede con Ella. Es la experiencia secular de la Iglesia Católica, atestiguada en la vida de muchos Santos.

Por supuesto que la Biblia condena toda clase de magias. Para Dios se trata simplemente de idolatría.
"Que en medio de ti no haya adivinos ni nadie que consulte a los astros, ni hechiceros; que no se halle a nadie que practique encantamientos o consulte a los espíritus; que no se halle ningún adivino o quien pregunte a los muertos. Porque Yahvé aborrece a los que hacen estas cosas y precisamente por esa razón los expulsa delante de ti". (Dt 19,10-12) También encontramos la condenación de dichas prácticas en Lv 19,31; Ex22, 17; Hech. 8, 20; 16,18; 19, 19.

¿Y los Horóscopos, qué?

Parece Increíble la difusión de horóscopos en periódicos, revistas de toda clase, estaciones de radio y programas televisivos. En la calle se anuncian con volantes lugares para conocer la "carta astral" de aquellos que sintiéndose inseguros de sí mismos, desean poner su destino y su responsabilidad en los cuerpos celestes, ya sean los planetas de nuestro sistema o de lejanísimas estrellas.

Desde siempre el hombre ha observado el cosmos e intentado explicarlo. Ya los antiguos griegos pitagóricos basados en matemáticas puras, conocían la redondez de la tierra, sus dimensiones y las distancias al sol y la luna.

Pero otros, dejando volar su imaginación como los niños que ven figuras en las nubes, inventaron lo que conocemos como constelaciones: Orión, Escorpión, Osa Mayor y Menor, Sagitario, etc...

Sin embargo, no todas las culturas antiguas vieron o imaginaron las mismas constelaciones, lo cual habla ya del error de aceptarlas como tales. Y en eso consiste el error fundamental de la Astrología: LAS CONSTELACIONES EN REALIDAD NO EXISTEN, son pura ilusión de óptica, pura imaginación, producto cándido de épocas pre-científicas, No por nada en la actualidad, ningún Astrónomo cree en la Astrología, conjunto de errores totalmente superados por la ciencia.

El problema científico radica en lo siguiente: 1o que vemos en una noche estrellada como en un plano, es falso. Las diversas estrellas de una constelación, digamos por ejemplo Orión, no tienen nada que ver entre ellas debido a que están a distancias muy diversas de nuestro sistema planetario y aún de nuestra galaxia. Algunas ni siquiera son estrellas sino nebulosas o bien galaxias enteras de millones de estrellas que vemos como un punto luminoso de tan lejos que están.

Uno de los signos zodiacales, Escorpión, tiene una estrella súper gigante, Antares, a una distancia de 600 años luz, pero otra de sus estrellas, la M7, dista 750 y la M6 1900, o sea, no tienen realmente ninguna relación entre sí. Para que un conjunto de estrellas tuvieran influencia en la tierra, tendríamos que inventar nuevas constelaciones, uniendo a aquellas similares en distancia a la tierra.

Las distancias astronómicas.

Para simplificar los cálculos (y tal vez para ahorrarse tinta pintando tantos ceros), los astrónomos inventaron los Años luz que equivalen a la distancia que recorre un rayo de luz en un año a 300,000 Km. por segundo. Así podemos decir que la estrella Alfa Centauri dista de nuestro sistema solar tan solo 4.3 años luz. Pero esa simplificación nos resulta engañosa porque en realidad estamos hablando de un 94 seguido de doce ceros, o sea de 94 millones de millones de kilómetros. Es tan grande esa distancia, que si viajáramos en una nave espacial de la NASA, necesitaríamos 140,000 años. ¡Y es la estrella más cercana!

¿Cómo imaginar la distancia de una estrella que se encuentra a miles o a millones de años luz?

Debemos preguntamos honestamente si algún cuerpo celeste, por grande que fuera, a una tal distancia, pueda tener influencia en nuestras vidas personales, día tras día.

Lo que es más: si creo que las diez o doce estrellas de una constelación (que para empezares simple ilusión de óptica) se relacionan entre si y además complico la cosa con un planeta de nuestro sistema solar que es un cuerpo ridículamente pequeño con respecto a nuestro mismo sol, y además incluyo el día y la hora en que nací (como si ya antes no existiéramos en el vientre materno) estoy armando un edificio tan absurdo y complicado como totalmente falso.

Ciertamente hay dos cuerpos celestes que si influyen en la humanidad aunque no en nuestro destino personal. Son el Sol y la luna. El primero, para qué decirlo, dado su enorme tamaño y la inclinación del eje de la tierra respecto al plano de la órbita terrestre alrededor del Sol, determina las estaciones y podemos padecer frío o calor. El Sol de invierno no calienta gran cosa, pero si nos exponemos a los rayos solares en unas vacaciones de verano, adquirimos un bronceado espectacular, o nos ampollamos si exageramos.

Por su parte nuestro satélite Luna, a pesar de ser tan pequeño, está tan cerca de la tierra (apenas a un segundo y pico a la velocidad de la luz), que influye magnéticamente en las mareas e inspira románticas canciones en no pocos terrícolas.

¿Qué tanta influencia magnética o de otra especie podrán tener los demás planetas de nuestro sistema si están tan lejos? ¿Cuántos años tardó la sonda en llegar a Marte? ¿Qué tenemos que ver con Neptuno o Plutón? Prácticamente, científicamente, nada.

Por lo tanto: a partir de una teoría tan falsa como la existencia real de las constelaciones, todo lo demás se derrumba y carece totalmente de fundamento. Y la prueba más fehaciente de todo esto es la incompatibilidad de los diversos horóscopos. La tabla del 2 es válida aquí y en China, pero no hay dos horóscopos iguales para una misma persona. Regir la conducta a partir de uno de ellos (¿cuál será el mejor, con qué criterio escojo el "bueno"?) y depender de la influencia de constelaciones y astros para tomar decisiones y poder actuar, es mera inseguridad, ignorancia, error craso.

No falta sin embargo la promoción, de una "Astrología Científica" diciendo que es "la única ciencia esotérica que ha perdurado con toda su esencia y técnica, sin ser modificada a pesar del tiempo ¡Y en eso precisamente radica su falsedad! Hemos dicho que la astrología fue inventada en épocas pre-científicas, cuando los hombres primitivos contemplando la bóveda celeste sin ningún aparato, sin telescopios, a simple vista, imaginaron figuras fantásticas uniendo estrellas arbitrariamente en falsas constelaciones.

Si la astrología actual sigue pensando como antes de Galileo, el inventor del primer rudimentario telescopio y mucho antes del maravilloso actual telescopio espacial llamado Hobble, se quedaron simplemente en la época de las cavernas.

En alguna página de internet se nos anuncia paladinamente que a partir de la fecha de nuestro nacimiento y mediante el pago de cierta cantidad, (por supuesto), podremos saber por fin quiénes fuimos en una supuesta vida pasada, debido a la posición de los astros y de los arcángeles "o sea, los planetas". ¡Por Dios, de qué están hablando! !y no faltará el incauto que pague por esa sarta de errores y mentiras!

Peligrosas devociones católicas

Como ejemplo de una devoción peligrosa está la de San Judas Tadeo que arrastra multitudes cada día 28 de mes. No negamos por supuesto la licitud de la devoción a los Santos Patronos, pero nos preguntamos de dónde vinieron las "Cadenas" a San Judas Tadeo, que han dado la vuelta al mundo obligando a difundir un cierto número de copias en templos católicos con la promesa de que antes de 13 días se concederá el favor pedido y con la amenaza de alguna catástrofe si no se cumplen las condiciones. Se menciona siempre gratuitamente a un "presidente de Brasil', sin aclarar por supuesto su identidad.

Nos preguntamos si los devotos (rayando en el fanatismo) de San Judas Tadeo, saben siquiera que tenemos una carta suya en la Biblia y si la han leído.

Las cadenas por supuesto, están prohibidas por la Iglesia Católica y son consideradas como una especie de idolatría.

Ahora se ha puesto de moda (¿qué también en religión nos dejamos llevar por las modas?) San Charbel cuya devoción exige se le cuelguen listones a su imagen con las peticiones deseadas o con las acciones de gracias por los favores recibidos. Son un éxito y nos preguntamos si el rito de los listones es correcto.
Pero donde el fanatismo producto de la ignorancia religiosa llega a su colmo es en la nueva y popular devoción idolátrica a una santa que no existe:

La devoción a Santa Muerte

La muerte está definida en el diccionario como "final de la vida", Punto. Cuando el principio vital de un cuerpo se agota, sobreviene la cesación de las actividades naturales del ser vivo y muere. Tan simple como eso, Solo las piedras no se mueren porque nunca han tenido vida. Todo ser orgánico, incluido el hombre, nace, crece, se reproduce...y muere.

En el ser humano la muerte sucede cuando el alma inmortal, su principio vital, se desprende del cuerpo y rinde a Dios cuentas de su vida para obtener el premio por sus buenas obras, o el castigo por sus pecados.

Dado que en la hora de la muerte nos estamos jugando la vida eterna, es imprescindible morir en Gracia de Dios, libres de pecado, sobre todo del pecado mortal que nos privarla para siempre del gozo de la presencia de Dios. O sea, debemos morir en santidad y por eso los cristianos pedimos a Dios una buena muerte, una santa muerte para ir al encuentro gozoso con Dios, Padre lleno de bondad y belleza, que saciará para siempre nuestros anhelos de felicidad completa.

En la fe, el cristiano en santidad, como San Francisco de Asís, contempla a la muerte como la "Hermana Muerte" que nos abre las puertas del Cielo, pero también nos advierte "¡Pero ay si la muerte nos sorprende en pecado mortal!". Esa si que seria una mala, una pésima muerte que nos llevaría al Infierno.

El hombre, sin embargo, desde la antigüedad, asombrado ante el misterio de la muerte y sobre todo del más allá, ha querido "personificar" a la muerte, representándola de muchas maneras. Clásica es la fúnebre Parca con su tenebrosa túnica negra empuñando una fatídica guadaña dispuesta a segar nuestras vidas.


Los mexicanos, muy machos, nos burlamos de la muerte sobre todo el 2 de noviembre y nombrándola "la Calaca", hacemos "calaveras" sarcásticas en versos y nos comemos calaveritas de azúcar. "Si me han de matar mañana, que me maten de una vez" canta el mariachi.

Pero de ese enfoque chusco de la cesación de la vida, a pensar que la muerte es una persona a la cual podemos invocar, hay un abismo de ignorancia que por desgracia existe y se ha puesto de moda como el culto a Santa Muerte, como si fuera un Santo más, como San José o Santa Lucía.

En un exceso de fanatismo se la llega a llamar "santísima" nada menos que equiparándola con la Virgen María a la cual con toda razón, por Inmaculada, la Iglesia reserva el superlativo de "Santísima".

Un falso autonombrado "obispo" de una falsa iglesia llamada "Católica Tradicional", organizó una solemne procesión partiendo del "Santuario Nacional de la Santa Muerte" llevando junto a imágenes de la muerte llamadas Alejandra y Caridad a estatuas de Jesucristo, de la Virgen de los Dolores y hasta de San Felipe de Jesús. ¡Qué confusiones sacrílegas!

Los devotos llenos de fervor, portaban veladoras, flores, iban rezando y haciendo penitencia. Algunos lloraban arrepentidos de sus pecados mientras otros le pedían a Santa Muerte favores especiales o le hacían promesas y mandas.

Todo ello es una distorsión total de la realidad. No podemos invocar a la muerte como no podemos tener devoción a Santa Primavera o a Santa Puesta de Sol, porque no son personas sino procesos naturales totalmente impersonales. Todo ello es provocado y aprovechado por los negociantes del culto a la muerte y a que la venta de imágenes y sus correspondientes veladoras de diversos colores, son parte esencial del negocio. Lo malo del culto a Santa Muerte es que entre otras cosas se le invoca para obtener bienes materiales o para hacer daño al prójimo y ahí entra el astuto Satanás, el espíritu del mal, para apartar al hombre de Dios. Aprovechándose de la increíble ignorancia religiosa de nuestro pueblo y de las más bajas pasiones humanas, es capaz de hacer lo que se le pide a la muerte y entonces todo se convierte en puro satanismo.

Ejemplo terrible de ello es la siguiente oración:

"Santísima Muerte Bendita,
yo te suplico encarecidamente
que así como Dios te formó tan inmortal,
con tu gran poder alumbra el cerebro de N.
para que se acuerde de mí y todo lo que tenga
me lo de impulsado por tus poderes
y sea esclavo de mi amor y lo tenga
humillado y vencido a mis pies"

¡Qué conjunto de insensateces se encuentran en esa clase de oraciones! La muerte ni es persona, ni menos santa o santísima y tampoco por supuesto es "muerte inmortal'. ¡Que grotesco absurdo! y todo ello para apoderarse de los bienes del infortunado N. y esclavizarlo "por amor". ¡Valiente amor! El cristiano pide a Dios una buena muerte, una santa muerte, o sea en Gracia de Dios, una muerte en santidad. Por eso invocamos a San José, patrono de la santa muerte ya que murió en brazos de Jesús y de María. Para gozar de una santa muerte, vivamos siempre en Gracia de Dios, frecuentando los Sacramentos principalmente los de la Reconciliación y la Eucaristía "prendas de Vida Eterna".

Hagamos realidad el dicho "!Qué Dios nos agarre confesados!"

"Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. "Quiso Dios ‘dejar al hombre en manos de su propia decisión' (Si 15,14), de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue a la plena y feliz perfección" (Gs17)

"La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por si mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de si mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La Libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza".

"Hasta que no llega a encontrarse definitivamente con su bien último que es Dios, la libertad implica la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, y por tanto, de crecer en perfección o de flaquear y pecar. La libertad caracteriza los actos propiamente humanos. Se convierte en fuente de alabanza o de reproche, de mérito o de demérito".

Catecismo de la Iglesia Católica, 1730-1732


Nota seleccionada para el  blog del Padre Fabián Barrera

Hollman deseaba estudiar medicina, pero en su familia no se tenían los
recursos para afrontar económicamente esos estudios. En Monte Verde —una
entidad colombiana sin ánimo de lucro, fundada en 1977—, pudo
prepararse académicamente y consiguió una beca para acceder a la
universidad. El testimonio de Hollman y el de otras personas que se
formaron en instituciones alentadas por el beato Álvaro del Portillo se
recogen en el documental “Trabajar para los demás” (https://www.youtube.com/watch?v=sZnrw...).

07:37

catalina de siena

SANTA CATALINA DE SIENA

(†  1380)

Fue el día de la Anunciación de la Virgen y Domingo de Ramos de 1347. La Iglesia y Siena, con cánticos y ramos de olivo, daban la bienvenida a la niña Catalina, que veía la luz de este mundo en una casa de la calle de los Tintoreros, en el barrio de Fontebranda.

 A Catalina y a su hermana gemela Giovanna les habían precedido ya otros veintidós hermanos y les siguió otro, en el hogar cristiano y sencillo de Giacomo Benincasa y Lapa de Puccio del Piangenti.

 Del padre, tintorero de pieles, parece haber heredado Catalina la bondad de corazón, la caridad, la dulzura inagotable, y de la madre, mujer laboriosa y enérgica, la firmeza y la decisión.

 Catalina, niña, era alegre, bulliciosa, vivaracha; su encanto la hacía un poco el centro del cariño del amplio círculo familiar y de las amistades. A sus cinco o seis años tuvo su primera experiencia de lo sobrenatural —una visión en el valle Piatta— que marcó una huella definitiva en su vida y la dejó orientada hacia Dios. “A partir de esta hora pareció dejar de ser niña”, cuenta uno de sus biógrafos. Comprendió la vida de los que se habían entregado a la santidad y sintió nacer en sí unos irresistibles deseos de imitarlos.

 Se volvió más reservada, más juiciosa; buscaba más la soledad para tratar a solas con Dios. Ante un altar de la Virgen tomó la resolución de no querer nunca por esposo a nadie más que a Jesucristo. Pero no tendría que esperar a que llegara la madurez de su juventud para poder medir el valor y el sentido de su consagración a Dios.

 Entonces, y en Italia, a los doce años, una joven tenia que empezar a preocuparse de su porvenir, y, en consecuencia, de su arreglo personal y buen parecer para agradar a los hombres. Lapa había ya casado a dos de sus hijas y pensaba que buscar el matrimonio era, al fin, como para ella había sido, la misión de toda mujer.

 Hasta los quince años de Catalina duró la obstinada presión familiar. Jamás desistió ella de su primer deseo de virginidad, pero tuvo, ciertamente, una crisis en su fervor. Su vida espiritual aflojó al dejar penetrar en su alma, con una vanidad muy femenina, el deseo de complacer a las criaturas (su madre y sus hermanas) más que a Dios. La hermana Buenaventura, con más éxito que los demás, la había inducido a preocuparse de los vestidos, a teñirse el cabello, a realzar su belleza natural con el maquillaje de aquellos tiempos, casi tan completo y complejo como el de los actuales. Pero esta hermana murió en un parto en el mes de agosto de 1362. Las lágrimas abundantes de Catalina no fueron solamente por la pérdida de su hermana predilecta. La vela mortecina junto a aquel cadáver hizo penetrar una luz nueva en su alma. Ella la llamaba siempre su conversión, su vuelta a Dios, su retorno a la entrega sin reservas ni resortes de ninguna clase.

 La lucha familiar se exaspera en torno de Catalina, hasta convertirse en una especie de persecución tenaz que la reduce a la condición de una sirvienta y la encierra en un aislamiento que ella aprovecha para entrar en la “celda interior” del conocimiento de sí misma y del trato habitual con Dios, que ya no abandonará de por vida. Aumenta de modo casi inconcebible sus maceraciones, su ayuno, su constante vigilia, hasta agotar la exuberancia y las fuerzas corporales de que hasta entonces había gozado.

 Excepcionalmente, dados sus diecisiete años, es admitida entre las hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, especie de terciarias dominicas, llamadas mantellate por el manto negro que llevaban sobre el hábito blanco ceñido por una correa. Sin abandonar el ambiente familiar, vivían con unas reglas propias bajo la dirección de una superiora y de un director, religioso dominico, y desarrollaban una extraordinaria actividad espiritual y benéfica. Eran las almas consagradas a los enfermos y a los pobres.

 Sus primeros años de mantellata se caracterizan por una intensísima vida espiritual, con sus luchas que la purifican y elevan, por su caridad inexhausta e incansable mortificación interior y exterior, por una parte, y, por otra, por las elevadas y delicadísimas gracias místicas con que Dios la regala frecuentísimamente. Son casi cuatro años de vida solitaria entre combates furiosos y tentaciones sutiles, y el trato personal de inefable dulzura con Jesucristo, la Santísima Virgen, los santos.

 El recogimiento, arrobado a veces, con que oraba, el llanto incontenible, a pesar de las prohibiciones del confesor, al acercarse a comulgar, lo que empezaba a oírse de sus mortificaciones, agitó inevitablemente la marea del ambiente de una ciudad religiosa, con sus capillitas y sus bandos, como la Siena del 1300: celos de mujeres devotas, escepticismo de frailes y sacerdotes, los doctos que opinan de la ignorancia un tanto atrevida, según ellos, de la hija del tintorero Benincasa, los corrillos de vecinas en el barrio, en el típico lavadero de Fontebranda, los rumores que llegan a los salones elegantes y a las tertulias acomodadas…

 Y por la calleja pendiente que lleva a Fontebranda se ve descender una dama noble, un grave eclesiástico, un campanudo maestro en teología, el mozo despreocupado y libre hacia la tintorería para hablar con Catalina, que contaba apenas unos veinte años. Tomás de la Fuente, entonces su confesor, la había autorizado para ello. Su vibrante angustia materna por las almas la obligaba a darse siempre que se la pudiese necesitar. Son los albores de una fecunda maternidad espiritual, que no iba a limitarse a los senos misteriosos de la intimidad del Cuerpo Místico; son los primeros contactos de una nueva gran familia que nace.

 Iba a empezar para esta criatura enferma y frágil el portento de una actividad múltiple de apostolado, de acción política y diplomática en favor de la Iglesia. Dios la iba preparando para esta misión con sus gracias y sus pruebas. Le hacía ahondar incesantemente en la consideración de la propia “nada” frente al “Ser” de Dios, base de toda su vida espiritual. La admirable vida activa que llevaría a cabo por voluntad de Dios hasta el día de su muerte necesitaba una no menos admirable intensidad de vida interior. Pero en Catalina la actividad y el recogimiento jamás entraron en colisión ni se desarrollaron en doloroso contrapunto, como en la mayor parte de las almas. Eran dos modos externamente distintos, internamente idénticos, de amor a Dios, de darse a Dios, de vivir su entrega de modo eficaz y práctico.

 En el umbral de su vida pública de apostolado y de acción pacificadora entre las potencias terrenas se verifica su místico desposorio con Jesús, del que, como testimonio perenne, guardará en su dedo, hasta la muerte, una alianza imperceptible a todos los demás.

 En mayo de 1374 se reunía en Florencia, en la capilla llamada “de los españoles”, el Capítulo general de la Orden de Predicadores. Por la responsabilidad que a la Orden podía caberle, tratándose de una terciaria, el Capítulo asumió la tarea del examen del espíritu de Catalina Benincasa. Lo aprobó y le señaló como confesor y director al hombre sabio, prudente, fervoroso que era Raimundo de Capua. Por Raimundo de Capua, elegido al poco de morir Catalina maestro general de la Orden, conocemos, con riquísima abundancia de detalles, la vida, las virtudes, las gracias místicas y las actividades de la que fue su hija y maestra al mismo tiempo.

 La terrible peste negra que ha pasado a la historia como la gran mortandad y en la que pereció más de la tercera parte de la ciudad de Siena, ofreció a Catalina y a Raimundo de Capua y demás “caterinatos”, a su retorno de Florencia, una nueva oportunidad para el heroísmo en su amor al prójimo.

 Luego las ciudades de Pisa, donde —entre otros prodigios– recibió los estigmas invisibles de la Pasión; Lucca, cuya alianza con Florencia en la lucha contra el Papa trató de impedir a toda costa, y de nuevo Pisa y Siena fueron el escenario del vivir virtuoso y del apostolado de la Santa.

 Movida por su implacable anhelo de servicio de la Iglesia y rogada por la ciudad de Florencia, que se hallaba castigada con la pena del entredicho por su rebeldía contra el Papa, Catalina emprende en la primavera de 1376 su viaje a la corte pontificia de Aviñón. Estaba íntimamente convencida de que la presencia del Romano Pontífice en su Sede de Roma tenía que contribuir grandemente a la reforma de las costumbres, a la sazón muy relajadas en los fieles, en los religiosos y en el clero alto y bajo, y a la pacificación del hervidero de luchas enconadas de las pequeñas repúblicas que formaban el mosaico político de Italia entre sí y de buena parte de ellas con el poder temporal de la Santa Sede.

 Con la humilde y sumisa intrepidez con que antes y en otras ocasiones había dirigido sus cartas al sucesor de Pedro, le habló personalmente en esta ocasión. Aquella terciaria de veintinueve años no tenía más razones que las razones de Dios, Gregorio XI, de carácter débil y fluctuante, decidió, por fin, abandonar Aviñón y volver a Roma el 13 de septiembre de aquel mismo año.

 Al año siguiente una misión de paz lleva a Catalina al castillo de Roca de Tentennano, en la Val D’orcia. La acompañan algunos frailes, entre ellos su director fray Raimundo de Capua, algunos discípulos y mantellate. Apacigua los miembros de las familias de los señores del Valle y su estancia allí se convierte en una singular y fecundísima misión pública.

 Mientras tanto, la situación política de Florencia se había ido agravando desde los últimos meses. Los florentinos exasperados se habían rebelado contra el entredicho pontificio y habían celebrado insolentemente solemnidades religiosas en la plaza de la Señoría. El Papa manda a Catalina a Florencia. En una de las sublevaciones populares la Santa se ve amenazada de muerte. En medio de las negociaciones, Gregorio XI es sucedido por Urbano VI, al que la Santa escribe cartas que son un puro clamor de angustia, una súplica instante. Llega, por fin, la paz entre la ciudad de Florencia y la Santa Sede, pero poco después empieza a verificarse uno de los más amargos vaticinios de Catalina: el cisma de Occidente, con su antipapa, cisma al que abrieron las puertas, más que el carácter áspero y duro de Urbano VI, la ambición de unos gobiernos y la relajación y poco espíritu de los cardenales de la Corte pontificia.

 De retorno a Siena, sumida el alma en la amargura indecible de los males que agobian a la Santa Iglesia, Catalina se engolfa en la contemplación de la Misericordia y de la Providencia y vuelca su alma de fuego, toda la luminosa experiencia del conocimiento de Dios y de sí misma, todo el ardor de su anhelo por el bien de la Santa Iglesia, en las páginas de este libro incomparable, que la contiene y resume a toda ella, que es el Diálogo de la Divina Providencia.

 Las páginas vivas, palpitantes, del Diálogo contienen el grito inenarrable que compendia toda la existencia y la misión de Catalina, dirigido a Dios: “Por tu gloria, Señor, salva al mundo”. Santa Catalina escribió en él no lo que sabia, sino lo que vivía, lo que era, recogiendo una serie de experiencias místicas que se habrían perdido definitivamente para nosotros si, de modo providencial, no hubieran encontrado el eco cálido en las páginas del Diálogo. Con la misma fuerza captamos en ellas la respuesta divina en una promesa de misericordia sobre el hombre y la Santa Iglesia y en la enseñanza de los caminos por los que el hombre hallará su salvación.

 En octubre de 1378 había terminado el dictado del mismo a tres de sus discípulos, que la servían también de secretarios para su abundante correspondencia. Hasta nosotros han llegado casi 400 cartas, vivo retrato de su alma excepcional, eco apasionado en su mayor parte, de sus objetivos: la reforma y la cruzada para la reconquista de los Santos Lugares,

 El Papa la quiere, en estas horas luctuosas, junto a sí, en Roma. En la Ciudad Eterna lleva a cabo una ardiente campaña en favor del verdadero papa Urbano VI. Habla en Consistorio a los cardenales, sigue escribiendo cartas a las personas de mayor influencia, llama junto a sí a las más relevantes personalidades, por su santidad, que había en Italia. Su visión es clara, irreductible: los males de la Iglesia no tienen más remedio que una inundación de santidad en los miembros de la jerarquía y en el pueblo fiel. No por esto deja de estar presente y de trabajar infatigable entre los partidarios de uno y de otro Papa.

 En los primeros meses del año 1380 —último de su existencia terrena— la vida de Catalina parece una pequeña llama inquieta que apenas puede ser ya contenida por la fragilidad del cuerpo que se desmorona. Pero mientras viva será un holocausto por la Santa Iglesia. Ella misma había escrito antes: “Si muero, sabed que muero de pasión por la Iglesia”. “Cerca de las nueve —dice en una emocionante carta a su director—, cuando salgo de oír misa, veríais andar una muerta camino de San Pedro y entrar de nuevo a trabajar en la nave de la Santa Iglesia. Allí me estoy hasta cerca de la hora de vísperas. No quisiera moverme de allí ni de día ni de noche, hasta ver a este pueblo sumiso y afianzado en la obediencia de su Padre, el Papa”. Allí, arrodillada, en un éxtasis de sufrimiento interior y de súplica, se siente aplastada por el peso de la navicella, la nave de la Iglesia, que Dios le hace sentir gravitar sobre sus hombros frágiles de pobre mujer. “Catalina —escribía otro de sus discípulos— era como una mansa mula que sin resistencia llevaba el peso de los pecados de la Iglesia, como en su juventud había llevado desde la puerta de la casa hasta el granero los pesados sacos de trigo.”

 Cerca de la iglesia y del convento de los padres dominicos de Santa María de la Minerva, en la Vía di Papa, tenía durante su estancia en Roma su humilde habitación. Dicta sus últimas cartas-testamento, desbordantes de ternura y de firmeza, con su habitual visión sobrenatural de todas las cosas. Interrumpe reiteradamente su dictado, con un suspiro hondo: “Pequé, Señor; compadécete de mí”, o con el grito anhelante de amor a Jesucristo crucificado que había consumido toda su existencia: “Sangre, sangre”.

 Rodeada de muchos de sus discípulos y seguidores, consumida hasta el agotamiento y el dolor por la enfermedad, ofrendaba el supremo holocausto de una vida consagrada íntegramente a Dios y a la Santa Iglesia. Con las palabras de Jesús: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, radiante su cara de luz inusitada, inclinó suavemente la cabeza y entregó su alma a Dios, en la plenitud del estallido de la primavera romana. Era el 29 de abril, domingo antes de la Ascensión del Señor del año 1380.

 La Santa Madre Iglesia, con el sello de su autoridad, avaló el prodigio de santidad de la humilde hija del tintorero de Siena, por boca de su vicario Pío II, al canonizarla solemnemente en la festividad de San Pedro y San Pablo del año 1461.



   Se ha vuelto a abrir, en no pocos ámbitos, la necesidad de estudiar la influencia de la religión en la esfera pública de la vida social y política
   Las palabras que el primer ministro británico ha dirigido a los ingleses para felicitarles la reciente Pasca de Resurrección, tengo la impresión de que han pasado bastante inadvertidas.
   Se comprende que muchos periódicos, televisiones, etc., las hayan desestimado sencillamente por haber hecho mención a la Iglesia y considerarla “una fuerza viva y activa que realiza obras admirables”.
   Otros, no le habrán prestado ninguna atención, porque después del reconocimiento del servicio prestado −“cuando la gente sufre o esté desolada, ahí está la Iglesia”−, Cameron subraya a los ingleses que “debemos sentirnos orgullosos de proclamar que este país es un país cristiano”.


Quizá otro buen grupo de personas no se habrá parado ante las palabras de Cameron, conociendo su postura ante las uniones de homosexuales, que él ha forzado en el Parlamento británico para que las acojan en la misma legislación que los reales matrimonios entre un hombre y una mujer. Como tampoco ha dejado de defender “el derecho al aborto”, etc., esas palabras han podido parecer un tanto hipócritas, aunque también han estado precedidas por leyes de su gobierno que reafirman el derecho de los concejales de un ayuntamiento a recitar públicamente oraciones para comenzar o terminar sus reuniones.
Cameron aprovechó la oportunidad para declarar: “Y como país cristiano nuestra responsabilidad no termina aquí (ayudar a la Iglesia y defender la libertad religiosa): tenemos el deber de levantar nuestras voces contra la persecución de los cristianos en el mundo”.
¿Añoranza, nostalgia, hipocresía? Quizá un poco de todo, teniendo en cuenta que el 30% de los ciudadanos del Reino Unido se consideran “personas religiosas”, frente, por ejemplo, a Rusia, donde un 70% se reconocen “personas religiosas”, o Estados Unidos, país donde el 56% afirman su religiosidad.
Añoranza, quizá, de otros tiempos en los que la influencia de la Iglesia −se entiende la iglesia anglicana, aunque Cameron haya pensado quizá también en la nueva realidad de la Iglesia católica en la vida de Inglaterra− se manifestaba, no sólo en esas obras de caridad, sino también en la legislación y en las normas de vida de la sociedad.
Nostalgia, que Cameron parece reconocer, de la importancia de la vida religiosa en su país. Las primeras palabras de su discurso son muy expresivas: “La Pascua es la ocasión para los cristianos de celebrar el triunfo definitivo del amor sobre la muerte, con ocasión de la resurrección de Jesús”.
No diría hipocresía, no obstante las actuaciones contra la ley moral natural y cristiana, que Cameron ha llevado a cabo durante su mandato, y que quizá desee paliar un poco en vista de las próximas elecciones generales en Gran Bretaña.
Añoranza y Nostalgia. Cameron es uno de los pocos políticos europeos de su posición que levanta la voz contra la persecución y matanza de los cristianos. Ninguno en este país nuestro lo ha hecho, y dudo de que algún Parlamento lo llegue a hacer. Y quizá lo ha hecho por haber reconocido la influencia de la Iglesia en su propia vida: “Personalmente he experimentado en los momentos más difíciles de mi vida el gran consuelo que representa la misericordia de la Iglesia”.
Se ha vuelto a abrir, en no pocos ámbitos, la necesidad de estudiar la influencia de la religión en la esfera pública de la vida social y política. Benedicto XVI lo planteó con toda claridad en su discurso en la Universidad de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006. Allí dijo: “Una razón que sea sorda a lo divino y relegue la religión al ámbito de las subculturas, es incapaz de entrar en el diálogo de las culturas” y, por tanto, no daría espacio alguno a la presencia de la enseñanza de la Fe tampoco en el ámbito de la política.
Jürgen Habermas, quizá después de sus conversaciones con Ratzinger, ha dejado escrito: “Mientras que las tradiciones religiosas y las organizaciones sigan siendo fuerzas vitales en la sociedad, la separación de la Iglesia y del Estado en el contexto de una constitución liberal no puede resultar en una total eliminación de la influencia que las comunidades religiosas puedan tener en la política democrática”. Y añade: “Una democracia constitucional, que explícitamente autoriza a sus ciudadanos a llevar una vida religiosa, no puede al mismo tiempo discriminar a esos mismos ciudadanos en su papel de colegisladores democráticos”.
¿Habrá otros políticos europeos que tengan también la añoranza y la nostalgia de Cameron; y su apertura de mente y valentía?
Ernesto Juliá Díaz, en religionconfidencial.com.

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