“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará, el que se resista a creer será condenado”. (Mc 16,15-20)
La celebración de la fiesta de San Marcos, evangelista, rompe o interrumpe el capítulo 6 de Juan que es la base de la liturgia de todos estos días.
Y el gran mensaje que se nos ofrece hoy es el mandato de Jesús:
el universalismo del Evangelio.
el universalismo del anuncio.
el universalismo de la fe.
el universalismo de la salvación.
“Id al mundo entero”
El Evangelio tiene que encarnarse en cada lugar, en cada cultura de cada época y en cada raza y color.
Pero la encarnación no puede significar ni reduccionismos y privatizaciones.
Las culturas nos impondrán un modo de presentarlo.
Las razas y los distintos pueblos condicionarán el modo de anunciarlo.
Pero en modo alguno reducir su universalidad.
Ni tampoco su anuncio.
El creyente debe encarnarse en la cultura donde vive.
Pero la cultura no puede limitar su universalidad.
Tiene que estar dispuesto a “ir al mundo entero”.
Reducirnos a nuestra a nuestro provincialismo porque aquí hay necesidades es recortar el Evangelio.
Jesús fue claro cuando en Cafarnaún “todo el mundo te busca”.
Su respuesta es clara: “también en otras partes me necesitan”.
La fe y la Iglesia se empobrecen en la medida en que quedan apresadas por los localismos y provincialismos y regionalismos o nacionalismos.
La Iglesia tiene que tener una visión que está por encima de todos esos “ismos”.
También Israel necesitaba de la presencia de los Discípulos.
Pero Jesús los envía “al mundo entero”.
El universalismo es posiblemente uno de los mejores signos de la credibilidad del Evangelio.
El universalismo es una de las fuentes del enriquecimiento y vivencia de la fe.
Es cierto que no todos podremos ir por “el mundo entero”.
Pero aquellos a quienes el Señor ha llamado a la misión evagelizadora y al anuncio del Evangelio no pueden priorizar los localismos a la universalidad de todos los pueblos.
También a Jesús le necesitaban en Cafarnaún.
Todos te están buscando.
Pero la respuesta fue clara “vamos a otras aldeas, que también allí nos necesitan”.
Jesús quiere dar la oportunidad a todos.
Nadie debe quedar excluido del anuncio del Evangelio.
Nadie debe quedar excluido de las posibilidades de creer.
El mejor ejemplo lo tenemos en el mismo Pablo:
Fundaba una comunidad, la establecía.
Luego se largaba a crear una nueva.
Pablo, en nada se parecía a esos párrocos eternos que no aciertan a dejar su parroquia para que ella misma se abastezca a sí misma.
No somos católicos por pertenecer a Roma.
Somos católicos porque somos de todos y para todos.
Somos católicos porque nos interesamos de todos y por todos.
El mismo Jesús que se “sentó a la derecha del Padre”, “cooperará confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.
El creyente no cabe en su pequeño mundo provincialista. Solo cabe en el mundo entero.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo B, Pascua, Santos Tagged: evangelista, evangelizacion, marcos, mision
Publicar un comentario