22 de febrero.

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Homilía para el I Domingo de Cuaresma B


Este pasaje del Evangelio de san Marcos es de una concisión extrema (respecto al mismo pasaje en los otros sinópticos), pero su mensaje no es menos rico. Después del bautismo de Jesús en el inicio de su actividad misionera en Galilea, tenemos el período de cuarenta días en el desierto. De este largo periodo, Marcos pone en evidencia tres cosas: las tentaciones por parte del demonio; la presencia de animales salvajes y; la venida de los ángeles.


Ni bien Jesús fue bautizado se hizo sentir la voz del Padre, que lo proclamaba su hijo predilecto, y el Espíritu había descendido sobre él. Enseguida, después, el mismo Espíritu lo conduce al desierto, donde su fidelidad al proyecto del Padre será puesta a prueba. Los cuarenta días son simbólicos, también, recuerdan los cuarenta días del diluvio, los cuarenta años del camino del Pueblo de Israel por el desierto, los cuarenta días y las cuarenta noches de Moisés sobre el Sinaí, los cuarenta días de la marcha de Elías hacia el Oreb (1Re 19, 8) y los cuarenta años de la dominación de los filisteos sobre Israel. (Jueces 13, 1). Cada uno de estos períodos es un tiempo de prueba o de tentación. La experiencia de Jesús está entonces estrictamente ligada a todo aquello que ha vivido el Pueblo y los profetas antes que él.


Los otros evangelistas describen algunas de las tentaciones. Para san Marcos es suficiente decir que Jesús fue tentado por el demonio, porque la tentación, bajo todas sus formas, es siempre el mismo llamado a rechazar la verdadera misión y el proyecto del Padre, para conformarse a las expectativas de su ambiente o a sus “necesidades” egoístas. Jesús, hemos señalado, se encuentra entre animales salvajes que pueden simbolizar a los escribas, fariseos y otros jefes religiosos del Pueblo, que lo persiguieron durante toda su vida pública (ver Mc 3, 6 por ejemplo). Mientras los mensajeros de Padre, los ángeles, pueden ser aquellos que siguieron a Cristo hasta el Calvario.


Con la manifestación de Jesús en ocasión de su bautismo, una página importante fue dada vuelta en la vida de Juan el Bautista. Él ya puede desaparecer, y es efectivamente arrestado y puesto en prisión. Pronto será mártir. Un punto de inflexión sucede también en la vida de Jesús y un nuevo capítulo comienza en la vida de la humanidad.


Y aquí ya hay una lección para nosotros. Debemos saber reconocer los puntos decisivos en nuestra vida, sea individual como colectiva. Frecuentemente la fidelidad a nuestra vocación, a nuestra misión, nos llama a poner fin a un capítulo, a dar vuelta la página y a comenzar decididamente el capítulo siguiente, como hizo Jesús. Pero como sucede frecuentemente en los libros impresos, puede haber una página blanca entre dos capítulos. Es el momento del desierto, de la tentación, de la lucha contra las bestias salvajes dentro nuestro, y fuera de nosotros mismos, pero es un momento en el que hay que saber reconocer los ángeles o mensajeros que Dios nos manda para asistirnos, aconsejarnos, guiarnos. Y saber tomar decisiones en nuestra vida, para aprender a nos sólo culpar a los demás de nuestros fracasos.


Toda la predicación de Jesús, es el mensaje que repetirá en toda la vida pública, y que Marcos lo resume en pocas palabras lapidarias: “El tiempo está cumplido –el reino de Dios está cerca- conviértanse y crean en el Evangelio”. La buena noticia (Mc 1, 1) es aquella posibilidad de una humanidad nueva, que practica la justicia y el amor y vive en la paz. Eta sociedad nueva no es posible si los hombres no renuncias a la injusticia y a la guerra, si no se convierten, vale decir, si no dejan a Dios transformar el corazón, como pide el Papa Francisco en esta cuaresma, mirando al Corazón de Jesús.


Es entonces que se realizará plenamente la alianza figurada en el arco iris después del diluvio, cuando Dios dice: “He aquí, Yo hago un pacto con ustedes, con todos sus descendientes y con todos los seres vivientes que están a su alrededor”.


Toda la creación está llamada a la conversión. Una ecología sana se desprende de una verdadera teología de la creación (ya nos había hablado de esto el papa emérito Benedicto, ahora lo hace nuestro Papa Francisco). Pidamos con María una conversión que mire a reconciliarnos con las personas, en primer lugar, pero también con todo lo creado.




08:40
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