En las catedrales hispanas, el templo se organiza a través de un eje que sigue la secuencia altar-fieles-coro-trascoro-fieles. La gente iba a esos templos a escuchar la misa mayor, a escuchar las horas canónicas, a escuchar las misas en los altares del trascoro o a rezar devociones a las naves laterales. La riqueza de esos espacios sagrados y su variedad de funciones era mucho mayor que la actual, en la que todo está limitado a la nave central y sólo a la misa.
Los cabildos tenían tal importancia que el primer arzobispo de Toledo, Bernardo de Sedirac, trajo monjes cluniacenses a su sede para desempeñar los oficios divinos e implantar todo un modo de vida en esa catedral, un modo de vida austero y espiritualmente profundo.
Qué vida tan rica tuvieron las catedrales europeas. Ahora ofrecen impresión de museos la mayoría.
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