La tentación de los judíos, de querer ser libres prescindiendo de Cristo y de su Verdad revelada, es la tentación del mundo moderno y también la de muchos en la Iglesia. Muchos en la Iglesia pretenden que lo que libera al hombre no es Cristo, sino sistemas ideológicos y filosóficos materialistas, como el liberalismo o el comunismo, y es así que estos tales ponen en el centro de la salvación al hombre mismo y no a Cristo; como para estos el que salva no es Cristo sino el hombre, el centro de la salvación será el hombre pobre, y por eso el hincapié en la pobreza y así muchos piensan que lo que libera al hombre, lo que lo salva y lo hace libre es el pobre, ya que para muchos el pobre está en el centro del Evangelio, tal como lo sostiene la Teología de la Liberación, lo cual es un grave error. Esta es la razón por la cual la misión central y principal de la Iglesia es anunciar a Cristo vivo, resucitado y glorioso en la Eucaristía y que todo hombre debe salvar su alma y evitar la condenación en el infierno, pero no es misión de la Iglesia terminar con la pobreza en el mundo ni tampoco es su misión terminar con el hambre en el mundo.
“Si el Hijo los libera, serán realmente libres”. Solo Cristo, el Verbo de Dios encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre sin dejar de ser Dios, Presente en la Eucaristía, salva, no el hombre, por más que este sea pobre.
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